Evangelización

Jacques Philippe: «A veces, hay que ponerse ante la propia miseria para comenzar a gritar a Dios»

El sacerdote y autor de espiritualidad ha sido el ponente del Foro Omnes "¿Necesitamos a Dios?" celebrado el viernes 24 de noviembre en el Aula Magna de la Universidad Villanueva de Madrid.

Maria José Atienza·24 de noviembre de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Jacques Philippe

Foto: Jacques Philippe ©Jose Luis Pindado

Jacques Philippe ha compartido la tarde del 24 de noviembre con más de dos centenares de personas en el Foro Omnes «¿Necesitamos a Dios?».

En el encuentro, celebrado en la Universidad Villanueva de Madrid y patrocinado por Fundación Carf y banco Sabadell, Philippe ha reflexionado sobre la ausencia de Dios que significa la desaparición de la esperanza y la misericordia o la necesidad de la relación filial con Dios para una vida plena del hombre actual.

El Foro, que se podrá ver en el canal YouTube de Omnes próximamente y que centrará la sección Experiencias del número impreso de Omnes del mes de diciembre de 2023, ha levantado una enorme expectación.

Jacques Philippe es autor de numerosos libros de vida espiritual entre los que se cuentan títulos como “La libertad interior”, “ Tiempo para Dios” o “La paternidad espiritual del sacerdote”, entre otros.

Jacques Philippe
Imagen de los asistentes al Foro Omnes con Jacques Philippe en la Univ. Villanueva de Madrid ©J.L. Pindado

En nuestro mundo se alterna la paradoja de una secularización evidente y el auge de nuevas espiritualidades ¿Cree que es más fácil llegar a Dios a través de este “espiritualismo” o, por el contrario, resulta más confuso?

­–Hay muchos caminos posibles. Creo que hay gente que esta en el ateísmo que tal vez puedan sentir como un vacío porque, de alguna manera, el hombre no puede prescindir de la espiritualidad. Y puede que ese vacío te conduzca a la fe.

También he conocido gente que ha pasado primero por las nuevas espiritualidades, porque estaban buscando sentido o había algo mal en su vida que querían remediar y tocaron aquí y allá, y terminaron desembocando en la Iglesia. He conocido a varios así. ¡Estadísticas no tengo, pero creo que es así!

Es hermoso ver cómo son de diferentes los caminos de las personas: alguien de una familia totalmente atea que se hace creyente o alguien budista «hasta el ultimo pelo» que termina encontrándose con Cristo…

Se habla de un mundo en crisis, una Iglesia en crisis, un humanismo en crisis ¿Hay razones para la esperanza?

–Sí, creo que si. Porque Dios es fiel. Algunas veces el hombre puede abandonarlo -que es lo que esta sucediendo hoy-, pero Dios no abandona al hombre. Creo que Dios encontrará la forma de manifestarse y de atraer hacia Él los corazones. Que encontrará la forma de proponerse Él a todos los hombres.

No son solo los mecanismos históricos, sociológicos, que por supuesto tienen su importancia y su parte de verdad, pero en lo más profundo creo que hay un diseño de Dios sobre el hombre y sobre el universo. A mí eso es lo que me da esperanza.

¿Cómo se puede, en una sociedad marcada por el “ruido” y los plazos, lograr el silencio interior necesario para escuchar a Dios hoy?

Jacques Philippe en el Foro Omnes ©J. L. Pindado

–Hoy hay mucha gente que desea también otra cosa, que desea volver a la naturaleza, que sienten esta necesidad de silencio. Una vida no frenética, sino más tranquila, digamos. Y lo vemos en todos los periódicos.

Llevar esto a la práctica no es fácil, porque uno no puede aislarse del todo del mundo. Creo que lo más importante es hallar espacios en nuestro corazón. Algunos espacios de silencio, de apertura a Dios, paz. Pero esto supone cortar. Hemos de saber cortar el móvil, la televisión y tomar ratos de recogimiento, aunque sea en un rinconcito de su dormitorio.

Es lo que dice Jesús: “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará”. Está claro. Cuando podemos traer a la gente al Evangelio, a la oración, buscando a Cristo, eso conduce a un cambio en nuestra vida.

Usted es autor de un libro sobre la paternidad espiritual del sacerdote. En general ¿ha perdido nuestra sociedad, incluso en la Iglesia, el concepto de paternidad?

–Sí y no. Creo que el tema es bastante complejo. Es cierto que en la actualidad hay un rechazo de la paternidad, un rechazo de Dios, a la paternidad se le acusa de ser abusiva, las críticas contra la “sociedad patriarcal”, el padre es el “enemigo a abatir”.

Hay ciertos motivos legítimos en esto quizás porque la forma en que se ejerce la autoridad en el mundo, y también en la Iglesia a veces no ha sido la correcta: no ha sido respetuosa con la libertad humana, ha tenido demasiado poder, demasiada influencia en las personas que no conducían a la libertad que haya una reacción puede ser normal, el problema es que es excesiva.

Ante esto, hay que recordar qué es la verdadera paternidad. Volver al misterio de la paternidad divina y también, hacen falta hombres que sean imagen de esa paternidad divina: humildes, respetuosos, que conducen a la libertad y ayudan a las personas a ser ellas mismas y que no sean alguien que asfixie. Hay que volverse a Dios, promover verdaderos modelos de paternidad y encontrar el sentido de la filiación.

Dicho de otra forma, creo que hay un cierto orgullo humano que proclama “yo no necesito a nadie, no quiero depender de nadie, me puedo salvar yo mismo…”. Además de lo anterior, encontramos pues este orgullo humano que es contrario a una actitud filial, de confianza, de disponibilidad. Todo esto son cosas que debemos rectificar.

Creo que puede ayudar mucho volver al Evangelio, volverse a encontrar con la paternidad de Dios, no como la concibe el hombre y la proyecta sobre Dios sino Dios, tal y como es; tal y como se revela en la parábola del Hijo Pródigo, por ejemplo. Reencontrarse con la verdadera imagen de Dios en el evangelio y recuperar también un corazón de niño, confiado. Ese es el trabajo del Espíritu Santo en nuestro corazón. El Espíritu Santo que nos hace decir “¡Abba, padre!”, que despierta en nosotros la confianza, que nos sana de miedos, de sospechas, que os permite abrirnos verdaderamente a Dios.

Creo que las soluciones más profundas son de orden espiritual. Hay cosas que se pueden hacer a nivel psicológico, social, algunos cambios de la sociedad en la Iglesia… Pero el tema de fondo es reencontrarse con el misterio de Dios vivo y recibir la gracia del Espíritu Santo. Una nueva efusión del Espíritu Santo en el mundo, un nuevo Pentecostés, donde nos encontramos ahora en cierto modo.

La Iglesia no es una institución humana, es Dios que se comunica.

Jacques Philippe. Autor de espiritualidad

¿Realmente cree que estamos en una efusión del Espíritu cuando, para muchos, la Iglesia está herida de muerte?

–La Iglesia siempre ha estado en crisis. Nunca ha sido una institución estable. Casi muere cien veces. Pero la Iglesia no es una institución humana, es Dios que se comunica. El misterio de Cristo que se comunica al mundo.

La Iglesia siempre tiene que purificarse y reformarse y creo que es lo que está sucediendo. Hay sufrimiento, cuestionamiento, pero creo que vemos actuar también al Espíritu Santo que no abandona a su Iglesia.

Veo muchos signos del trabajo del Espíritu Santo en la Iglesia y en los últimos años ha habido renovaciones espirituales muy importantes: la Renovación Carismática, también una renovación mariana, tanta gente a la que le llega Medjugorje, por ejemplo. Quizás no es un fenómeno masificado, pero hay muchos lugares donde se puede experimentar la presencia del Espíritu, donde se produce una renovación de los corazones y la sanación de las heridas del espíritu.

Creo que esta realidad irá amplificándose. Quizás a través de sufrimientos, a veces hay que tocar fondo para volver a subir. A veces, los hombres tienen que ponerse ante su propia miseria, frente a su impotencia radical para que comiencen a gritar a Dios

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