Black Friday, ofertas y rebajas de temporada, el Día de la Madre, del Padre, San Valentín y por supuesto Navidad… Aunque queramos vivir sobriamente, es difícil escapar al consumismo salvaje de nuestro tiempo. Sin embargo, hay una alternativa respetuosa con las personas y el medio ambiente, que ayuda al desarrollo de los países y que promueve unas relaciones comerciales equitativas: el Comercio Justo.
Entrevistamos en Quito (Ecuador) a la misionera Hermana Franciscana Estigmatina, María Jesús Pérez, directora ejecutiva y cofundadora, junto al italiano Padre Graziano Masón, de “Maquita”, una de las organizaciones de Comercio Justo más antiguas e importantes del mundo. Nos explica sus pasos y la inspiración que la ha llevado desde la Diócesis de Astorga (León) hasta Ecuador, donde el próximo año hará cuarenta años que llegó.
María Jesús Pérez nació en Regueras de Arriba, La Bañeza (León) el 20 de julio de 1955. En 1975 inició su formación con las Hermanas Franciscanas Estigmatinas en Astorga (León) y completó su noviciado en Italia, de donde regresó y pasó ocho años con las comunidades Estigmatinas de Sueca (Valencia), Ponferrada y Astorga (León).
Se encontraba bien, pero algo diferente iba naciendo en ella: el deseo de conocer el caminar de la iglesia de Latinoamérica y de experimentar la vida caminando con los grupos que buscaban justicia y dignidad de vida desde una fe liberadora comprometida con la vida. Pidió entrar en la pastoral de su congregación en Ecuador, y llegó en agosto de 1984, viviendo en el barrio periférico de Santa Rita (Quito). Allí coordinó acciones pastorales con varias comunidades religiosas de otros barrios, sacerdotes y laicos, formando un equipo de pastoral muy comprometido con las causas de los pobres.
En esos años Ecuador sufrió las consecuencias de fuertes medidas neoliberales, impuestas por organismos internacionales, que provocaron miseria, hambre, exclusión y fuerte persecución a las organizaciones tanto civiles como religiosas, ocasionando muertes y desapariciones de líderes y lideresas. En ese contexto, la iglesia ecuatoriana, a la Luz del Documento de Puebla del Episcopado de América Latina, orientó el compromiso cristiano con el documento Opciones Pastorales que entre otras cosas dice: “Que el dolor y las aspiraciones del pueblo y particularmente de los pobres nos hagan sentir hondamente sus necesidades y problemas, para compartirlos y buscar juntos la luz para el camino y posibles modelos de una sociedad más justa” (OP I, 3).
Como ella misma dice, así empezó “una nueva forma de conocer, escuchar y vivir desde una espiritualidad de la vida enraizada en la cultura del pueblo empobrecido; en donde la comunidad, la organización, el cuidado de la “Pachamama” (madre tierra) y otros valores, cobran sentido en el vivir del día a día. Donde la Palabra de Dios fortalece la vida e ilumina la acción en fuerte solidaridad y compromiso.” Y con todo ello la fundación de Maquita.
Pero ¿qué hace una religiosa fundando y liderando una cooperativa de Comercio Justo como Maquita? ¿Qué tiene que ver todo esto con la Iglesia?
–Todo nace desde un deseo profundo de vivir, en la realidad concreta del pueblo, en seguir los ideales del Reino que Jesús de Nazaret vivió y nos dejó como una opción de vida. Las formas de constituir y vivir en comunidad son diversas y todas necesarias para seguir el camino que Él nos dejó trazado: un modelo de sociedad transformado en Reino de Dios aquí en este mundo, en el mundo que Dios Padre y Madre nos regaló y soñó: “un paraíso de fraternidad humana y cósmica”.
Papa Francisco, profeta de hoy, nos insta a salir a las periferias, donde vive y sufre la gente, para vivir con ellos y como ellos, al estilo de los primeros misioneros de las comunidades cristianas.
Las estrategias, las acciones que se despliegan son diferentes y todas ellas están impregnadas de la espiritualidad de la vida que llevaba Jesús por los caminos de Israel. El Comercio Justo es una filosofía de vida que se hace práctica desde el cuidado de la tierra y los productos que nos ofrece, pasando por la dignidad del trabajo y el respeto y servicio con el que intercambiamos los productos; productos cargados de historias de vida, de amor a todo lo creado siguiendo las huellas de Francisco de Asís.
Según la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, el Comercio Justo es un movimiento internacional que lucha por una mayor justicia global en lo económico, social, humano y medioambiental. Para ello ha desarrollado un modelo comercial que protege los derechos humanos y el medio ambiente. Sus organizaciones cumplen diez principios que se pueden englobar en tres bloques: respeto a los Derechos Humanos, prácticas justas y protección al medio ambiente. ¿Cómo defines tú el Comercio Justo y por qué debemos apostar por él y promoverlo?
–El Comercio justo es un estilo una propuesta de vidaque busca incidir en la sociedad y en las economías, proponiendo una forma de cuidado y protección en la forma de producir, transformar, comercializar y consumir de forma sustentable, sostenible, inclusiva, solidaria y justa con las personas, el planeta y todo lo creado. Es una propuesta de vida que considera la humanidad, el planeta y la economía desde un comercio justo y sostenible con un consumo responsable y consciente.
Para mí lo importante del Comercio Justo es que se apoya en una espiritualidad de la vida que junto al Creador cuida y genera vida digna y justa para todos y en cada una de sus acciones.
Estoy participando de este movimiento porque, desde los principios que plantea, se armoniza la fe y la vida, a la luz de Jesús de Nazareth que en su caminar veía las necesidades de los más pobres, sentía compasión y actuaba liberándoles del sufrimiento y dándoles una vida digna.
Otro ámbito importante del Comercio Justo es que desde sus relaciones de comercio en beneficio de todas las personas que intervienen en la cadena, (desde la producción al consumo consciente) también se realiza un compromiso profético de denunciar las “explotaciones” del mercado e incide con acciones concretas para el respeto y justo reconocimiento de los derechos laborales, el valor de los productos y producciones que respetan y cuidan el planeta.
¿Pero qué es Maquita? Cuéntanos más sobre su creación, sus logros y sus retos actuales
–En el deseo de las familias de “buscar modelos de una sociedad más justa”, nace en 1985, un Movimiento de consumidoras y consumidores liderado por grupos de mujeres, jóvenes, Comunidades Eclesiales de Base-CEBS y organizaciones campesinas, que comercializan directamente del campo a la ciudad para responder al derecho a una alimentación sana.
En una asamblea leyendo el Evangelio Mc 6,35 “denles ustedes de comer” se provocó una acción concreta: la constitución de una organización con familias participantes de los barrios periféricos de la ciudad, (conformada en su mayoría por migrantes del campo) y organizaciones rurales: “Maquita Chushunchic Comercializando como Hermanos”. Dos palabras que en la lengua kichwa significan: démonos las manos comercializando como hermanos.
Nacimos desde el impulso de la Palabra de Dios y ella a lo largo de estos 38 años ha sido la Luz que ha iluminado el camino y dado la fortaleza y sencillez para ser “levadura que fermenta la masa”. Nuestros logros se miden por el nivel de organización y solidaridad para salir adelante juntos, aportando cada persona desde lo que puede y sabe. En este caminar nos han acompañado en fuerte alianza y generosidad instituciones europeas que creen y trabajan por una sociedad más justa, por una sociedad fraternal como: Manos Unidas, Proclade, Ecosol, Entrepueblos, ADSIS, entre otras.
Es importante destacar el liderazgo de las mujeres y su gran capacidad para buscar y desarrollar iniciativas de trabajo para generar ingresos y mejorar las condiciones de sus familias y de ellas mismas.
Nos articulamos en Redes de Economía Social y Solidaria, por lo que las organizaciones pueden intercambiar conocimientos y acopiar productos para poder salir los juntas a los mercados locales, nacionales e internacionales a través de la Organización Mundial del Comercio Justo .
Actualmente, la organización coordina y facilita el trabajo en 20 provincias de las 24 del Ecuador.
Tenemos dos líneas de Comercialización de Economía Social-Solidaria y Comercio Justo: Maquita Productos, Maquita Agro y la Operadora de Turismo Comunitario Maquita Turismo Todas ellas trabajan a través de dos áreas: Social Productivo y Comercial Solidaria. En el siguiente gráfico que definen las funciones de ambas y su propósito único de liderar Redes de emprendimientos de las organizaciones, con centros de acopio de productos primarios (quinua, cacao, frejol, mote, etc.), centros de turismo comunitario, emprendimientos agroindustriales (mermeladas, miel, etc.), talleres artesanales y centros de producción de bio-insumos.
Los equipos de trabajo que acompañan a las organizaciones son 114 personas, profesionales y técnicos que, agradecidos por la educación que han recibido, han decidido trabajar y caminar en este proceso organizativo dando sentido a su vida y como opción que impulsa procesos de dignidad de vida y contra el sistema establecido que genera tanta exclusión, “muertes ambientales” y pobreza.
Nuestros 12 principios inspirados en la espiritualidad y compromiso de Jesús, orientan el caminar y nos animan a seguir adelante en medio de tantas dificultades:
- Vivimos una fe ecuménica liberadora, que provoca práctica de solidaridad, compromiso y mística con el pueblo empobrecido, al estilo de Jesús de Nazareth.
- Practicamos transparencia y honestidad, con austeridad y sencillez.
- Consideramos la familia como pilar del caminar organizativo comunitario.
- Facilitamos el empoderamiento de las mujeres y su posicionamiento en la familia y en la sociedad.
- Apoyamos la participación activa de los jóvenes desde su identidad y propuestas de trabajo.
- Promovemos la equidad de género, étnico-cultural, generacional, territorial, ambiental y socio-económica.
- Practicamos la no violencia activa y fomentamos el diálogo entre los diferentes actores.
- Hacemos incidencia política, social y económica no partidista.
- Caminamos en red con la participación activa de las personas y organizaciones.
- Valoramos las identidades culturales y el conocimiento ancestral de los pueblos.
- Respetamos los derechos de la madre naturaleza y cuidamos el ambiente.
- Practicamos equidad y solidaridad en la producción, transformación, comercialización y consumo responsable de productos sanos.
¿Qué conexiones tiene Maquita a nivel internacional, qué ayudas y de qué organizaciones habéis ido recibiendo apoyo?
–Es un don del Espíritu que ha provocado y hecho surgir tantas organizaciones que tienen como misión y propósito trabajar por la justicia, la redistribución de los bienes y contra la acumulación vergonzosa de la riqueza y un consumismo depravador.
A lo largo de los años han sido muchas las organizaciones con las que hemos trabajado en fuerte alianza de Italia, Holanda, Francia, Alemania, entre otras, actualmente, nuestras principales aliadas son: Pan para el Mundo, Manos Unidas, Ecosol, Entrepueblos, Proclade, SETEM, ADSIS, Caritas de Bilbao junto a sus aliados: gobiernos autonómicos, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, UE, etc.
Su participación es de cercanía, orientación en el trabajo y apoyo para inversiones que impulsen mejorar la producción y la gestión de las iniciativas de trabajo con las diferentes estrategias de economía social y solidaria que, centradas en la dignidad de vida de las personas y cuidado del planeta, se implementan diferentes ejes de trabajo y estrategias de acuerdo a las necesidades del territorio.
¿Podrías contarnos algún caso o anécdota que recuerdes en el que sintieras claramente que lo que hacías ayudaba realmente a las personas?
–Al querer compartir alguna historia impactante en mi vida, se me llena la mente y el corazón de tantos rostros… mujeres y hombres con manos encallecidas y rostros marcados por el descontento y la dureza de la vida… por lo que voy a compartiros mejor la experiencia poblacional de las mujeres. Cuando se incorporan al movimiento, vienen marcadas por vivencias de violencia, explotación y saturación en la carga de trabajo doméstico, del cuidado de animales, la tierra, la explotación del mercado en el pago del producto, y muchas veces, solas en la educación de los hijos.
Cuando hoy hablas con ellas te cuentan que educan a sus hijas e hijos por igual, que hay colaboración en las tareas de casa, que ya no venden los productos en las ferias de intermediarios y cómo su organización les paga el precio justo, pero además entregan un producto sano y mejor calidad, que participan en espacios sociales y de los gobiernos locales exigiendo obras para su sector. Y lo que es más importante: se siente mujeres valiosas, con ganas de seguir creciendo y sabiendo que también tienen derecho a cuidarse y al descanso.
Emociona ver que, en la cadena productiva comercial, ya no se someten a lo establecido por el mercado, saben respetar y valorar el trabajo y ante las dificultades que el mercado les pone, (manipulación de precios, peso y desvalorización de la calidad) van definiendo alternativas organizativas para disminuir la cadena de intermediación y llegar a las familias con productos agroecológicos y bien cuidados en todo el proceso.
Tienen muy presente al Dios que denuncia la explotación en el mercado como lo narra el profeta Amos 8, 4ss cuando dice: “Ustedes sólo piensan en robarle al kilo o en cobrar de más, usando balanzas mal calibradas. Ustedes juegan con la vida del pobre y del miserable por algún dinero o por un par de sandalias…” Y en todas estas situaciones también de hoy, viven y luchan sabiéndose acompañados por la fuerza y protección Divina.
¿Cómo ves la situación en Ecuador actualmente y cómo puede afectar a que vuestra cooperativa siga ayudando?
–El Ecuador ha venido deteriorándose muy fuertemente en los últimos años, por gobiernos que no han sabido administrar y gobernar a favor del pueblo, sino de los grandes sectores económicos nacionales y también internacionales. A Maquita le afecta tanto como a los territorios donde colaboramos y por lo tanto tratamos de impulsar la esperanza y la organización para defender la tierra contra la minería y petroleras.
Estamos prestando especial atención a las oportunidades que pueden tener los jóvenes para quedarse en su tierra generando impulso a propuestas agroecológicas para producir de forma sostenible y ofrecer productos sanos para apoyar a la seguridad alimentaria.
La migración por los grandes problemas que se viven entre otras inseguridades por bandas narco delincuenciales y la no atención del gobierno a la población rural, afecta también en el sentido de que líderes y lideresas que se han formado como promotoras y promotores sociales y que hacían transferencias y asistencia agrícola a las familias de sus comunidades y otros servicios, se ven forzados a migrar.
Al trabajar principalmente con el sector rural, la proximidad del fenómeno climático de “El Niño” con fuertes inundaciones afectará a la producción agrícola, pero también el acceso a productos de la canasta familiar, y por lo tanto a la alimentación de la población.
La crisis de la sociedad europea también nos afecta pues disminuye la cooperación que impulsa la producción y el trabajo y condiciones de vida dignas para la población empobrecida.
A lo largo de estos 38 años, hemos vivido momentos muy duros y económicamente al límite de la quiebra, pero siempre en el momento más crítico han ocurrido acciones, personas, instituciones que forma inesperada se han hecho presentes y nos han impulsado para seguir adelante, por lo que nosotros siempre confiamos en Dios que camina con su pueblo y cuando hay que liberarlo lo hace con “los Moisés” de hoy. Por lo tanto, cada día nos levantamos confiados en El y sintiendo Su presencia en la construcción del Reino.