Vocaciones

Antonia Testa: “La vocación es una mirada llena de amor que atrae otra mirada”

Antonia es médico (ginecóloga) en el Hospital Agostino Gemelli y profesora en la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Es también miembro del Movimiento de los Focolares.

Leticia Sánchez de León·12 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
testa focolares

Foto: Antonia Testa

Antonia, 58 años, es la quinta de seis hermanos. Es de un pequeño pueblo -Clusone- de la provincia de Bérgamo (norte de Italia), aunque lleva en Roma desde los 19 años, cuando llegó recién acabado el colegio para estudiar medicina.

De padres cristianos, Antonia conoció la fe de una manera natural en su propia familia y tanto ella como sus hermanos iban a menudo a la parroquia del pueblo con otros niños con los que realizaban actividades deportivas, y otros juegos propios de la edad, a la vez que recibían catequesis y profundizaban en las enseñanzas del Evangelio. 

Actualmente trabaja en la Fundación Policlínica Universitaria Agostino Gemelli como ginecóloga y es, además, profesora asociada de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. En el día a día  se dedica a la clínica (dirige consultas externas de ginecología), a la docencia (imparte clases a estudiantes, postgraduados y matronas) y a la investigación (su área específica de investigación es el diagnóstico de tumores ginecológicos).

En julio de 2022 pusieron en marcha un ambulatorio gratuito de ginecología en el Dispensario de la Ciudad del Vaticano. El Dispensario funciona desde hace 100 años como servicio a los niños pobres: se les ofrece ayuda material (como leche en polvo y pañales), así como servicios sanitarios. El Card Krajewski le ofreció entonces la oportunidad de poner en marcha una experiencia similar para mujeres necesitadas. La iniciativa se hizo realidad y ahora, una vez a la semana (los lunes por la mañana), un ginecólogo del equipo Gemelli realiza exámenes ginecológicos gratuitos.

¿Cuándo conoció el Movimiento de los Focolares?

–Cuando éramos aún pequeños, vinieron algunos miembros del Movimiento a conocer a las familias de nuestra zona. Mis padres acudieron al encuentro y se quedaron sorprendidos por el testimonio de vida que dieron y el mensaje que transmitían: ¡Que es posible vivir de verdad de acuerdo al Evangelio..!

¿Qué significa para usted la palabra “vocación”?

–Si tuviera que escoger una palabra, diría “mirada”. La vocación es una mirada llena de amor que atrae otra mirada. La vocación es una respuesta a un “tú”, a una persona concreta: es una respuesta a alguien -Jesús- que te interpela de manera personal e irresistible y de pronto descubres en tu corazón la inmensa alegría al responder con un auténtico sí.

¿Qué implica la llamada de Dios a seguirle en el carisma de los Focolares?

–Pienso que un carisma es como una «lente» a través de la cual Dios llama; pero es Él quien llama, y para una persona consagrada, es fundamental ser consciente de que se está eligiendo vivir para Él, no para un carisma. En la vida cotidiana, cada cristiano puede encarnar el Evangelio con un «matiz» particular, propio de un carisma concreto, pero teniendo siempre presente que se dice “Sí” a Dios dentro de la Iglesia universal. Los que sirven a los pobres en los comedores populares, los que se dedican al diálogo interreligioso, los que dedican todo su tiempo a la oración entre los muros de un claustro… todos son la expresión de ese único «cuerpo» del que hablaba san Pablo, miembros al servicio los unos de los otros, insustituibles en su identidad, por la unidad del cuerpo.

Chiara  Lubich puso un día el ejemplo de un jardín de flores y escribió una meditación titulada: «Admirad todas las flores», refiriéndose a la belleza de los carismas, llamados a estimarse mutuamente.

¿Qué pueden aportar los Focolares al mundo de hoy?

–Lo específico de su carisma, es decir, la unidad que Jesús pidió al Padre: «Que todos sean uno».  Los Focolares sabemos que nuestra contribución al mundo proviene del testimonio de amor recíproco vivido con autenticidad que hace posible la presencia de Jesús entre los que están unidos en su nombre. Los miembros del Movimiento de los Focolares, dondequiera que vivan, tratan de ser levadura en la masa, haciendo emerger lo positivo de cada persona, en los ámbitos más diversos, desde el eclesial al político, social, económico…

Sabemos además, que la unidad sólo se realiza pasando por «la crudeza del Evangelio» que todavía hoy repite «El que quiera seguirme que cargue con su cruz…» y promete la alegría de la Resurrección a quien, como Jesús, ante el absurdo, el hastío y la desesperación sabe encomendarse de nuevo al Padre («Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu»).

Ciertamente, este estilo de vida no está «de moda», a menudo no se entiende o incluso se rechaza. Para usted, ¿Implica una renuncia o una oportunidad?

–Ciertamente, una opción radical por Dios puede parecer desafiante e «impopular». Sin embargo, son precisamente las personas que emprenden esta «locura» las que dan testimonio de lo contrario: vivir para Dios es fascinante, te saca de tu zona de confort, te lleva por caminos impensables y abre horizontes inmensos. ¿Renuncia una persona consagrada a tener su propia familia natural? ¿Pierde quizá oportunidades de ganar más dinero? Todos en la vida estamos llamados a tomar decisiones que inevitablemente conducen a renuncias, pero que son fundamentales para que se hagan realidad nuestros sueños y descubrir nuevas oportunidades. Por eso estoy profundamente agradecida a Dios por haberme llamado a vivir esta aventura. ¡Cómo me gustaría que muchos jóvenes pudieran experimentar esta libertad…!


El Movimiento de los Focolares

El Movimiento de los Focolares fue fundado por Chiara Lubich en 1943 en Trento (Italia) durante la Segunda Guerra Mundial como una “corriente de renovación espiritual y social” -según dicen en su página web-. En 1962 fue aprobado por la Santa Sede con el nombre oficial de “Obra de María” y hoy se encuentran en más de 180 países de todo el mundo con más de 2 millones de miembros.

La fundadora, Chiara Lubich, describe el Movimiento como «una familia grande y variada». Ésta incluye adultos y jóvenes, casados y solteros, religiosos, sacerdotes, y personas de diferentes razas y culturas. En este sentido, dentro del Movimiento también hay personas de otras Iglesias y comunidades cristianas, personas de otras religiones e incluso no creyentes. Cada uno se adhiere compartiendo la finalidad, permaneciendo fiel a su propia Iglesia, fe o conciencia.

El principal mensaje que quieren llevar al mundo es el de la fraternidad y la construcción de un mundo más unido, a través del diálogo, el respeto y la valoración de la diversidad. Se comprometen en diversas actividades educativas, sociales y asistenciales para «construir puentes y relaciones de fraternidad entre las personas, los pueblos y las esferas culturales».

El autorLeticia Sánchez de León

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