2.171 seminaristas y sacerdotes han podido realizar sus estudios de Filosofía y Teología gracias a la ayuda de la Fundación CARF en 2023. Estos datos, extraídos de la memoria que la fundación presentó hace unas semanas se suma a las decenas de miles de estudiantes que, en los 35 años que lleva esta fundación, han pasado por las aulas de estas prestigiosas facultades eclesiásticas.
Álvaro Garrido Bermúdez, es el director de Comunicación, Marketing y Fundraising de la Fundación CARF. Este experto en comunicación ha pilotado la actualización de la marca de la Fundación CARf y los nuevos proyectos de expansión e información puestos en marcha desde la Fundación.
El 14 de febrero de 2024, la Fundación CARF cumplió 35 años. ¿Qué balance hace de estas más de tres décadas de trabajo?
–En primer lugar, ya hay un reconocimiento, a nivel internacional, tanto de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz como de las facultades eclesiásticas de la Universidad de Navarra como lugares de referencia en la formación en Filosofía, Derecho Canónico y Teología. Este reconocimiento viene avalado por las cifras de estudiantes, 2.171 en 2023, que se han formado en ambas universidades gracias a la Fundación CARF.
Eso este año, pero mirando atrás, desde aquella petición que san Juan Pablo II hizo al beato Álvaro del Portillo para montar una universidad pontificia en Roma, han sido unos 40.000 estudiantes de 131 países de todo el mundo. Decenas de miles de estudiantes que retornan a sus países con una gran formación y allí pueden formar a más personas. De estos antiguos alumnos, 134 ya son obispos, 3 de ellos han sido creados cardenales….
San Juan Pablo II sabía muy bien lo que estaba haciendo. Si se forma muy bien a la gente, no solo desde el punto de vista intelectual, sino también desde el punto de vista humano y espiritual, cuando retornan a sus países de origen, suponen una auténtica bomba de gracia en cada pequeña o gran diócesis.
En 2023, como destaca la Memoria que acabamos de publicar tuvimos estudiantes de 80 nacionalidades: 23 de Europa, 21 de América, de África 22 estudiantes, de Asia 12, y de Oceanía solo dos. Es una auténtica maravilla.
¿Cómo se gestionan las becas? ¿Son sólo para seminaristas de países más pobres?
–Una beca completa de estudios son 18.000 euros. Cada obispo que manda a estudiantes aporta a sus estudios lo que le costaría en su diócesis de origen. Es decir, si en Benín, Nigeria, o Haití, cuesta 5 o 10 euros al mes el seminarista, esa cantidad es la que aporta su obispo, y la Fundación CARF busca el dinero restante.
El seminarista que acude de una diócesis brasileña, que suelen estar en torno a los 120, 130 dólares, pues, evidentemente, ese coste lo obispo lo tiene que poner. Si vienen de Canadá o Estados Unidos aportan lo que costarían en sus diócesis. No creemos en la política de gratis total, porque se aprecia lo que cuesta, aunque sea poco.
Ya son más de 1.100 diócesis muy agradecidas de lo que está haciendo la Fundación CARF a través de las universidades de Navarra y de la Universidad Pontificia de Santa Cruz, porque ellos son los que otorgan las becas y nosotros los que financiamos las ayudas al estudio para que estos estudiantes puedan pasar por esas dos grandes universidades.
Todos los años tenemos que “empezar”, porque depende de cuánto vamos a necesitar ese ejercicio. Las ayudas no sólo son las becas, hay quien recibe ayudas directas y otros, indirectas. Por ejemplo, mantenemos 17 edificios en Roma y Pamplona, entre seminarios, colegios mayores, residencias sacerdotales, las propias aulas y las propias estructuras físicas de las universidades…. Es verdad que todos no reciben una ayuda directa, pero sin los sueldos de los profesores, los seguros sociales o los alquileres de los espacios en los que se desarrollan las cosas, etc., no habría universidad.
¿Reciben otro tipo de peticiones?
–Es curioso porque el hecho de que la web esté en 27 idiomas hace que todas las semanas nos lleguen cinco o seis correos de personas que nos preguntan: “¿Qué tengo que hacer para ser sacerdote?”. Nosotros le explicamos qué somos y lo que hacemos, porque eso sí, contestamos siempre.
También nos piden muchísimas ayudas desde múltiples partes del mundo de todo tipo, desde un sacerdote que pide ayuda para que le compremos un coche o un autobús para que los seminaristas no vayan en canoa a su seminario, u otro que necesita vasos sagrados y ropas para celebrar dignamente la Santa Misa….
Nosotros nos debemos a nuestros fines fundacionales y no les podemos ayudar en esas cosas. Lo que siempre hacemos es rezar por ellos, que es uno de nuestros fines, junto al de promover su buen nombre y dar las ayudas para poder financiar las becas, tanto de la Universidad de Navarra como de la Universidad Pontificia de Santa Cruz.
¿Qué papel tienen los benefactores de Fundación CARF?
–Los benefactores tienen EL papel; sin ellos esto no saldría, ya den 10 o 200 euros al año. A mi me da pena, a veces no poder agradecer a todos esos 5400 donantes que con sus ayudas hacen que esto salga adelante.
A veces no tenemos apenas datos y es una persona que aporta 20, 10 euros al mes. Muchas de ellas ni siquiera quieren el certificado para desgravar en la renta, y eso que ahora, con la nueva ley de Mecenazgo la desgravación es muy grande.
No tenemos una edad típica de benefactores. Queremos que los jóvenes sepan lo que hacemos, porque de ahí también salen vocaciones sacerdotales, y saldrán futuros benefactores. Obviamente las personas más mayores que tienen más capacidad económica que los jóvenes suelen colaborar más económicamente. Nosotros agradecemos a los benefactores esa oración por los sacerdotes y esa ayuda que hace que tantos sacerdotes puedan formarse y formar a otros.
En el plano de los recursos la Fundación CARF se sostiene sobre cuatro patas: los testamentos y legados, las donaciones periódicas, las donaciones puntuales y las rentas e ingresos derivados del patrimonio. Estas cuatro patas tratan de sostenerse unas a otras y en algunas podemos influir y en otras no. Por ejemplo, nuestro objetivo no es el crecimiento de nuestro endowment. Nuestro objetivo es dar las ayudas, el endowment puede crecer de modo orgánico y natural, pero también tiene que hacer su aporte a las ayudas, que normalmente suele ser el 10% de lo que genera, sin que pierda valor.
Como recoge nuestra Memoria, el año 2023 fue bastante mejor que el ejercicio de 2022. El pasado año pudimos dar más de 5 millones de euros, el 77% de nuestros recursos, a la formación de seminaristas y sacerdotes. Esto fue gracias a que recibimos 2.915.460 euros en testamentos y legados, más de 3 millones de euros en donaciones puntuales y más de 1 millón en periódicas y el patrimonio generó 1.458.444 euros.
Los testamentos y legados, por ejemplo, son una fuente de ingresos esencial. Hay personas que no tienen herederos, o los tienen, pero deciden dejar su herencia para esta labor de los sacerdotes y evitar que ese dinero se lo lleve el Estado.
También crecieron las donaciones puntuales. Creo que las personas tienden a eso cada vez más: a compartir un poquito de esa paga extra, un poquito de ese bonus que ha recibido o de esa lotería que le ha tocado. Hay por ejemplo muchos matrimonios que cuando celebran los 25 años o los 50 años les dicen a sus amigos y familiares que no les hagan regalos y el valor de lo que fueran a gastarse lo donen a la Fundación CARF.
¿Cómo ve los siguientes 35 años de Fundación CARF?
–Como un futuro que está por escribirse. En 35 años, san Juan Pablo II, junto al beato Álvaro y san Josemaría, han logrado muchas cosas y siguen impulsando esta tarea.
¿Por qué la web está en 27 idiomas? Porque, obviamente, hay que tratar de que todo el mundo sea consciente de la importancia que tiene que haya un sacerdote. Si los sacerdotes se nos acaban, el mundo se termina, no se va a acabar por ningún tipo de agenda, ni se va a acabar por ningún tipo de estrategia ideológica. Porque el Señor dejará de bajar del cielo a la tierra para estar con nosotros.
Hace 10 días entré en la página web para ver accesos de cuántos países distintos habíamos tenido y el número es curioso, porque son 210. La ONU solo reconoce 195 países, pero es verdad que luego se producen pequeñas islas-estados que son dependientes de los restos del imperio francés o de la Commonwealth y del imperio británico, y entonces te salen 210 países.
El último que aparecía en la lista creo recordar, que era Somalia. Y dentro de todos esos, hay países musulmanes, desde donde entra gente que tiene algún tipo de inquietud o preocupación. Entiendo que serán normalmente personas católicas las que entran dentro de esos países, pero claro, al final el proyecto tiene que ser un proyecto global.
Creo que un proyecto que la Fundación CARF debe acometer es el conseguir que una persona, sin necesidad de tener que constituir una fundación en Norteamérica, o en Alemania, Francia, Italia, pueda ayudar a seminaristas de esos y otros países y contribuir a esta gran labor.