Eduardo Ngalelo Kalei, es un seminarista de la diócesis de Benguela, en Angola, de cuya provincia es natural. De familia cristiana, fue bautizado a los pocos meses de nacer pero fue en la infancia tardía cuando comenzó a asistir a las catequesis parroquiales. Ahora se prepara para el sacerdocio ampliando sus estudios de Teología en Roma gracias a una beca de la Fundación CARF.
¿Cómo descubriste tu vocación?
—Aunque soy de familia cristiana, de niño no quería ir a la iglesia. Pero todo cambió un día en que mis amigos me invitaron a jugar al fútbol y luego a un almuerzo para conmemorar los 10 años de existencia del grupo Misionero de la Infancia y la Adolescencia en la parroquia.
Ese acontecimiento marcó un punto de inflexión en mi vida, pues a partir de ese día comencé a comprender mi vocación de cristiano, asistiendo a misa, a la catequesis y recibiendo los sacramentos. En este contexto nació en mí la vocación sacerdotal. Conocí a varios seminaristas durante sus vacaciones, y ellos me ayudaron a comprender lo que tenía que hacer, cómo hacerlo y por qué si quería ser sacerdote. Decidí emprender el camino de la vocación sacerdotal y entré en el Seminario del Buen Pastor. Al principio, todo me resultaba extraño, pero al mismo tiempo muy hermoso. Más tarde, estudié Filosofía, y luego mi obispo me envió a Roma para continuar mis estudios teológicos, gracias a la oportunidad concedida por la Fundación CARF.
¿Cuál es el papel pacificador de la Iglesia en las comunidades angoleñas?
—La Iglesia en las comunidades angoleñas se esfuerza constantemente por seguir el método de la Doctrina Social de la Iglesia, que implica ver, juzgar y actuar. Para ello, la Conferencia Episcopal de Angola y Santo Tomás y Príncipe (CEAST) desempeña un papel esencial, elaborando documentos y organizando encuentros para promover el reparto de la evangelización, apoyar la paz y denunciar las injusticias. Hay un esfuerzo significativo por parte de la Conferencia Episcopal y de cada obispo en sus respectivas diócesis para hacer frente a las dificultades y difundir el conocimiento de Cristo, presentándolo como Vida y Salvación para todos.
¿A qué retos se enfrenta la Iglesia en tu país?
—La Iglesia de mi país se enfrenta a varios retos. En primer lugar, se enfrenta a la proliferación de denominaciones religiosas, como los movimientos neopentecostales y las sectas, que surgen constantemente y a menudo promueven una cultura supersticiosa que enjaula a los fieles.
Además, en el plano político y cultural, seguimos enfrentándonos a una cultura de intimidación y control de los medios de comunicación, que restringe el ejercicio de la libertad de expresión. Las barreras institucionales impiden la plena participación de los laicos, a lo que se añade a menudo un complejo de inferioridad debido a factores sociales, étnicos y profesionales.
¿Cómo puede ayudar tu formación al futuro de la Iglesia angoleña?
—La formación en Roma desempeña un papel fundamental para el futuro de la Iglesia en Angola. Aquí no sólo tenemos la oportunidad de estudiar con profesores de todo el mundo, sino también de compartir experiencias con compañeros y colegas de diferentes naciones y culturas, cada uno con su propio enfoque único para abordar los problemas y comprender las enseñanzas.
Este ambiente nos permite profundizar en la historia de Roma y comprender el significado del martirio, la historicidad y el realismo eclesiástico, sosteniendo nuestra fe en Jesús y en la Iglesia que Él fundó. Esta formación nos prepara para afrontar con mayor eficacia los retos que la Iglesia tiene planteados en nuestro país.
¿Qué has descubierto de la Iglesia universal?
—Es increíble cómo en Roma estamos en contacto con el mundo entero. Aquí tuve la oportunidad de descubrir cómo se celebra Misa en los diferentes ritos, una experiencia única, comparada con lo que viví en mi propio país.
He podido asistir a las audiencias con el Papa y conocer a los obispos que vienen a reunirse con el Papa y luego regresan a sus diócesis, expresando así la verdadera comunión de la Iglesia. Además, también gracias a las visitas a los museos de Roma y, sobre todo, al Vaticano, tuve una visión completa de la Iglesia como Iglesia universal.