Evangelización

En la “dulce espera” de Cristo. Colecta del I Domingo de Adviento

El autor comienza a analizar hoy las oraciones “Colecta” de las misas de los cuatro domingos de Adviento, con objeto de “meternos más en el espíritu de estas semanas”. El Adviento de cuatro semanas actual se lo debemos al Papa San Gregorio Magno (s. VII), pues cuando comenzó a aparecer este tiempo previo a la Navidad en diversos lugares, variaba en duración.

Carlos Guillén·29 de noviembre de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Vidriera que muestra la Segunda Venida de Cristo ©CC

Como contexto celebrativo podemos señalar que, por tratarse de un tiempo de preparación, la liturgia de Adviento suprime algunos signos festivos, como una manera de decir que falta algún elemento todavía para poder celebrar la “fiesta completa”. Por eso, se silencia el Gloria, se emplean las vestiduras de color morado y se pide una mayor sobriedad en la decoración.

“Llega el esposo, ¡salid a su encuentro!”

La Colecta del primer domingo de Adviento que nos proponemos analizar es la siguiente:

Concede a tus fieles, Dios todopoderoso,

el deseo de salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene,

para que, colocados a tu derecha,

merezcan poseer el reino de los cielos.

Da, quaésumus, omnípotens Deus,

hanc tuis fidélibus voluntátem,

ut, Christo tuo veniénti

iustis opéribus occurréntes,

eius déxterae sociati,

regnum mereántur possidére caeleste.

La oración tiene una estructura que pone en primer lugar la petición. El elemento que la sitúa dentro del tiempo litúrgico se inserta en esta petición. Se trata de la referencia a Cristo que viene (Christo tuo venienti, literalmente: “Tu Ungido que viene”, dirigiéndonos al Padre). Es una frase que sirve bien para englobar los dos puntos de referencia de este tiempo: la Navidad y la Parusía. Aunque quizá el deseo de salir “acompañados de buenas obras” (iustis opéribus occurréntes) ponga de relieve sobre todo el segundo sentido.

Lo entenderemos mejor si comparamos el contenido de esta colecta con las parábolas que usa Jesús para resaltar la necesidad de estar en vela esperando la llegada del Señor. La más clara y directa es la de las vírgenes prudentes y las vírgenes necias (Mt 25), que no se lee propiamente en el Adviento, sino hacia el final del tiempo ordinario (domingo 32 del ciclo A). Pero los evangelios correspondientes a este primer domingo (en sus 3 ciclos) también transmiten la necesidad de estar despiertos y preparados.

Sobre de qué “buenas obras” se trate, no tenemos mayores precisiones. Evidentemente, de todas las que ha hablado Jesús. La propuesta se convierte en una tarea personal, que ha de ser cumplida con generosidad e iniciativa. Pero algunas lecturas de este primer domingo de Adviento mencionan de manera especial la paz. Un aspecto especialmente importante y urgente para el momento mundial que vivimos.

¡Vino, vendrá y viene!

El resto de esta colecta está formado por una cláusula que hace clara referencia a alcanzar el premio eterno. Lo que se pide al Padre Omnipotente es que, cuando venga Cristo, sitúe a sus fieles a su derecha (eius déxterae sociati) y los haga merecedores de la posesión del reino celestial (regnum mereántur possidére caeleste). La figura usada está tomada literalmente de la descripción que hace Jesús del juicio final, en el capítulo 25 del evangelio según san Mateo. Nuevamente, no se trata de un evangelio del Adviento, pero encaja muy bien en la temática de estas primeras semanas.

Como vemos, todas las partes de esta oración se centran en la perspectiva escatológica. Y también lo hace el prefacio primero de Adviento, titulado “las dos venidas de Cristo”.  Por tanto, espiritualmente, este tiempo litúrgico nos hace mirar no solo al pasado, sino también al futuro. Esto es importante, porque no está todo hecho, estamos en un “ya pero aún no”. Si no fuera así, no tendría cabida la esperanza, “virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra” (Catecismo, n. 1817).

Pero aún podríamos agregar algo más. San Bernardo, en un sermón que recoge la Liturgia de las horas para el miércoles de la primera semana de Adviento, habla no solo de una doble, sino de una triple venida. Hay, dice él, una “venida intermedia”, oculta, que nos lleva de la primera a la última. Cristo viene al corazón, al alma, a la conducta del cristiano, para ser su consuelo y su descanso. ¿Cómo, cuándo y dónde? 

Precisamente en la liturgia, especialmente en la Santa Misa. Podemos (¡debemos!) salir a su encuentro a diario con nuestras obras y cada día abrazarnos a su derecha y recibir al Rey y a su reino en nosotros. Encontrarlo en nuestra vida ordinaria. Para un cristiano, esperar la venida de Cristo con ilusión no es una tarea abstracta: es la dulce realidad de cada día. 

La referencia principal que puede consultarse para profundizar en este estudio es la obra de Félix Arocena, “Las colectas del Misal romano. Domingos y Solemnidades del Señor”, CLV-Edizioni Liturgiche, 2021.

El autorCarlos Guillén

Sacerdote de Perú. Liturgista.

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