Ecología integral

El dinero de la Iglesia. La transparencia económica

Entrevista con Mimmo Muolo, autor del libro "El dinero de la Iglesia" y vaticanista del diario Avvenire.

Antonino Piccione·23 de mayo de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
iglesia dinero vaticano

Foto: Cúpula de san Pedro. ©CNS photo/Guglielmo Mangiapane, Reuters

Mimmo Muolo, es desde 1991 vaticanista del diario italiano Avvenire y desde 2015 redactor jefe adjunto de la redacción romana del mismo diario. Ha seguido la segunda parte del pontificado de san Juan Pablo II, después los de Benedicto XVI y el Papa Francisco.

Autor de varios libros, entre ellos ‘I soldi della Chiesa – El dinero de la Iglesia’ (Ed. Paolinas 2019). Su libro más reciente es la novela ‘Per un’altra strada – La leggenda del Quarto Magio’.

Muolo conversa con Omnes sobre los organismos financieros vaticanos, sus últimas reformas y algunas curiosidades.

Normalmente, salvo loables excepciones, la perspectiva predominante de quienes se ocupan de la relación entre la Iglesia y el dinero es la del escándalo. Es ahí donde conviene centrarse en el escenario general en el que se inscriben los hechos para favorecer una correcta comprensión. ¿Cómo hacerlo?

– Muchos recordarán el comienzo del bestseller de Vittorio Messori Ipotesi su Gesù (Hipótesis sobre Jesús): «No se habla de Jesús entre personas cultas. Con el sexo, el dinero, la muerte, Jesús figura entre los temas que incomodan en una conversación civilizada».

En definitiva, incluso 45 años después de la primera edición del libro, este incipit no ha perdido actualidad. Especialmente para uno de los temas enumerados, el dinero de la Iglesia. No se puede hablar de dinero de la Iglesia y de transparencia sin tener al menos las nociones básicas sobre este complejo tema.

No se puede hablar de las finanzas del Vaticano sin conocer el alcance y la magnitud de los presupuestos de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano.

¿Cuál es el alcance real de estos presupuestos? ¿Cuáles son los activos de referencia? ¿Y cuál es la relación entre uno y otro de estos dos presupuestos?

– En primer lugar, hay que hacer tres aclaraciones muy importantes: el «Vaticano» no es toda la Iglesia, sino sólo un segmento de ella, en términos económicos muy pequeño; en la palabra «Vaticano» hay en realidad una estratificación de significados que incluye (simplificando al máximo) al menos dos realidades: la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano; por tanto, el presupuesto «vaticano» es también doble.

Por un lado el del Estado, o más exactamente del Governatorato, que podemos comparar con el poder ejecutivo de cualquier Estado soberano, y que se refiere a la gestión territorial (0,44 kilómetros cuadrados) del Estado del Papa.

Por otro lado, el presupuesto de la Santa Sede, entendido como el conjunto de dicasterios, oficinas, comisiones y organismos afines que asisten al Papa en el ejercicio de su oficio petrino. Para este último, se habla de balance consolidado, ya que muestra los resultados financieros y económicos de un conjunto de entidades (unas sesenta) que forman parte de una única entidad.

Cabe señalar que el presupuesto del Estado de la Ciudad del Vaticano, normalmente excedentario, contribuye a cubrir el déficit de este último, que no dispone de ingresos suficientes. Entre 2016 y 2020, ingresos y gastos se mantuvieron constantes: unos 270 millones para los primeros, más o menos 320 millones este último. Un desequilibrio, por tanto, de 60-70 millones.

Solo por hacer algunas comparaciones, los ingresos del Estado italiano en 2019 ascendieron a casi 579.000 millones. Como se ve, estamos hablando de un tamaño que no es exagerado calificar de minúsculo. Con todos mis respetos a los que todavía hablan de tesoros vaticanos.

En cuanto a los ingresos, ¿podemos identificar las principales fuentes? 

– Se puede decir en pocas palabras que los ingresos «vaticanos» son de tres tipos: las ofrendas, un pequeño Pil que consiste principalmente en actividades terciarias pertenecientes al Estado de la Ciudad del Vaticano, y el rendimiento de los bienes muebles e inmuebles.

El capítulo «donativos» incluye principalmente, por una parte, las contribuciones relativas al canon 1271 del Código de Derecho Canónico, es decir, la norma según la cual los obispos diocesanos de todo el mundo están obligados a enviar cada año al Papa una suma de dinero proporcional a las disponibilidades de sus diócesis; por otra parte, el Obolo di san Pietro (Ofrenda de San Pedro), que recoge las ofrendas de los fieles, normalmente el 29 de junio, dirigidas al conjunto de la actividad de la Santa Sede.

El pequeño Pil «Vaticano» (PIB), en cambio, está constituido por los ingresos de los Museos Vaticanos, la annona y los almacenes (el supermercado interno), las gasolineras, la farmacia y la oficina de correos, así como la venta de productos (huevos y leche sobre todo) de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo.

Por último, están las rentas del patrimonio, formado a lo largo de los siglos gracias a los legados de los fieles. Un patrimonio que casi fue aniquilado en el momento de la ruptura de Porta Pia (1870) y que hoy es en gran parte el resultado de las inversiones en las décadas siguientes de la suma pagada por el Estado italiano cuando se firmaron los Tratados de Letrán en 1929 (un total de mil setecientos cincuenta millones de liras de la época, entre efectivo y valores).

¿Cómo se desarrolla actualmente esta actividad generadora de ingresos y qué organismos son responsables de ella?

– Se concentra en tres organismos (Apsa, Ior y el Dicastero de Propaganda Fide), aunque con naturalezas y finalidades diferentes.

El patrimonio inmobiliario gestionado por Apsa consta de 2.400 pisos y 600 tiendas, mientras que para el de Propaganda Fide sólo existen estimaciones periodísticas que oscilan entre un mínimo de 3-4.000 millones y un máximo de 9-10.000 millones (pero es bueno recordar que los ingresos de estas propiedades se destinan todos a la evangelización en tierras de misión, según la intención declarada de los benefactores que donaron estos bienes).

Mientras que el balance del IOR (que no es un banco, sino un promotor financiero) ya es público y fácilmente accesible en la web.

Presupuesto 2022 en «rojo» (33 millones) por Covid y caída de donativos y limosnas, pero las cuentas mejoran por el control del gasto. ¿Cómo se interpreta esto?

–Entre las partidas de gastos, la mayor es sin duda la destinada a los empleados. La Santa Sede tiene 2.880, el Estado de la Ciudad del Vaticano 1.930. Luego están los gastos de mantenimiento ordinario y extraordinario de los edificios, el Imu, la factura energética y los gastos de los medios de comunicación vaticanos. En los últimos años, estos gastos han superado casi siempre a los ingresos.

Guerrero (ex – Prefecto de Economía) habló de centralizar las inversiones financieras, mejorar la gestión del personal y las adquisiciones, y anunció un código para estas últimas que debería producir ahorros.

Sean cuales sean las medidas que se adopten, es seguro que la voluntad de Francisco es preservar los casi 5.000 empleos internos. Al fin y al cabo, como él mismo escribió en Evangelii Gaudium, “el dinero debe servir y no gobernar”.

El autorAntonino Piccione

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