Los siete santos miembros de la primitiva Comunidad de la Orden de los Siervos de María no querían ser llamados “fundadores”. San Alessio Falconieri dejó el siguiente testimonio: “Nunca fue mi intención ni la de mis compañeros, fundar una nueva Orden. Ni que de nuestra unión saliera una multitud tan grande de Hermanos. Yo y mis compañeros creíamos habernos reunido por inspiración divina con la única finalidad de abandonar el mundo y cumplir más dignamente con la voluntad de Dios. Por lo tanto, la fundación de la Orden de los Siervos de Maria debe ser atribuida a Nuestra Señora”.
Tras más de medio siglo, el 11 de febrero de 1304, la Orden fue aprobada por el Papa Benedicto XI. “El motivo que impulsaba el Papa a la aprobación era exactamente éste: la especial dedicación de los Siervos a la Reina de los cielos. Como texto básico, desde el principio los Siervos de María adoptaron la Regla de San Agustín, como varias Órdenes de ese tiempo, agregando Constituciones en honor de la Madre de Dios. Actualmente está extendida por 27 paises.
San Teodoro de Heraclea fue un soldado azotado, encarcelado y quemado vivo, segun el Martirologio Romano, por confesar que era cristiano, en Amasea, en el Helesponto. San Gregorio de Nisa alabó a este santo, fallecido a primeros del siglo IV, en un célebre elogio. Ante la tesis de que hubo otro Teodoro santo, general, mártir, el asunto fue estudiado por H. Delehaye, quien opina que solo hubo un Teodoro mártir, y posiblemente soldado.