El plan de acción del documento diseñado por Henry Kissinger, secretario de Estado de los Estados Unidos en los años 70 del siglo XX, tenía por objeto el control y la reducción de la natalidad en los países menos desarrollados, y se basaba en las siguientes alarmas: 1) crecimiento explosivo de la población en buena parte del mundo, en especial en África; 2) primera gran crisis del petróleo, que hizo multiplicarse por cuatro los precios el crudo (1973-1974); 3) un año de clima adverso (1972) en gran parte del globo con fuerte descenso de la producción de alimentos; y 4) implicaciones de estos factores en la seguridad nacional y los intereses de Estados Unidos en el exterior.
El informe, inicialmente secreto, luego desclasificado en 1980, y puesto a disposición pública en 1989, tuvo efectos difíciles de medir con precisión. Pero pueden señalarse entre otros, los siguientes: – fuerte descenso de la natalidad en Iberoamérica y en Asia, pero no en África, aunque también en este continente cae en las últimas décadas; – y reducción específica de la natalidad en países como Rusia, China, Cuba, Irán o Corea del Corte. La pendiente inclinada dura todavía, debido a diversos factores acumulativos que analiza la revista Omnes, con el título revertir el invierno demográfico.
Además, el programa antinatalista norteamericano contemplaba “la facilitación de medios y métodos contraceptivos (píldoras, preservativos, esterilización, técnicas para evitar el embarazo)”. Y sobre el aborto, el informe señalaba “que el gobierno de EEUU tiene prohibido promoverlo en el exterior”, Sin embargo, “el plan que impulsó este informe es abortista, aunque lo sea de manera solapada, no frontal”, ha asegurado el ingeniero Alejandro Macarrón, coordinador del Observatorio Demográfico de la Universidad CEU San Pablo.
Por otra parte, el plan incluyó mejoras en sanidad y nutrición para evitar la mortalidad infantil, lucha contra el analfabetismo, e iniciativas en empleo de la mujer, y Seguridad Social para la vejez que hiciera disminuir la necesidad de tener hijos para cuidar a los ancianos.
“Lamentablemente, con sus políticas contrarias a la natalidad en el mundo, el gobierno norteamericano contribuyó, seguramente bastante, y tal vez mucho, a que los riesgos poblacionales actuales de gran patte del mundo, sean justamente los contrarios”, ha señalado el demógrafo en su libro ‘Suicidio democráfico en Occidente y medio mundo’.
Tesis maltusianas alarmistas
Antes de poner el foco en las Naciones Unidas (ONU), quizá conviene recordar que la preocupación por el crecimiento de la población tiene su origen en las tesis del economista británico Thomas Malthus (1766-1834). En síntesis, Malthus venía a decir que el ritmo de crecimiento de la población es de progresión geométrica, mientras los recursos aumentan en progresión aritmética, por lo que excesivos habitantes podrían provocar la extinción de la especie humana. Con él comenzaron posiblemente los dramatismos.
¿Qué dice la ONU al respecto en nuestros días? El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que preside Natalia Kanem (Panamá), considera “agoreros demográficos” a los que afirman que “el mundo está repleto de personas y ya prácticamente no cabe un alfiler”, y juzga que “esta narrativa simplifica demasiado cuestiones complejas”.
El Fondo llega a afirmar que “algunos políticos, comentaristas de medios de comunicación e incluso intelectuales, sostienen que los problemas que sufrimos a escala internacional (como la inestabilidad económica, el cambio climático y las guerras por el control de los recursos), tienen su origen en la superpoblación: en el exceso de demanda frente a la falta de oferta”.
No vincular emisiones de CO2 con la población
Estas personas, añade UNFPA, “describen un panorama en el que las tasas de natalidad se han descontrolado y son imposibles de frenar”, y “normalmente ponen en el punto de mira a comunidades pobres y marginadas, a las que desde hace mucho tiempo se caracteriza como personas que se reproducen en demasía y de forma irresponsable, pese a que son las que menos contribuyen al deterioro del medio ambiente, entre otros problemas”. En upna.org puede consultar estos argumentos y la posición del Fondo de la ONU.
Además, según los datos de que dispone, “el 10 por ciento más rico de la población genera la mitad del total de emisiones: por lo tanto, es un error vincular el aumento de las emisiones (de efecto invernadero) con el crecimiento demográfico”.
El Fondo considera, en suma, que hay que cambiar el discurso en este punto. Por ejemplo, debe hablarse de “cómo el cambio climático perjudica a las personas más vulnerables del planeta”; de que “la inclusividad es la clave de la resiliencia demográfica de las sociedades” y no de que la llegada de migrantes hace peligrar la identidad nacional; y de que “las empresas tiene que reducir sus emisiones de inmediato”, no de que el cambio climático se frena con “menos hijos”.
Pero se recomienda la planificación familiar
Una vez expuestas estas tesis, conviene dar la información completa, o al menos una síntesis de ella. Porque el mismo Fondo que niega la superpoblación y critica a los “agoreros demográficos”, recomienda “la planificación familiar” con insistencia.
Por una parte, el organismo de Naciones Unidas insiste en la terminología de “salud sexual reproductiva”. Por ejemplo, el Fondo de Población “hace un llamamiento para lograr el cumplimiento de los derechos reproductivos para todos y apoya el acceso a una amplia gama de servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar voluntaria, la atención de la salud materna y la educación completa sobre sexualidad”.
Al mismo tiempo, recuerda que la organización fue creada en 1969, el mismo año en que la Asamblea General de la ONU declaró que “los padres tienen un derecho exclusivo para determinar de forma libre y responsable el número de hijos y el espaciamiento entre ellos”.
“En lugar de procurar que las cifras de población se reduzcan, esta postura se centra en avanzar hacia la igualdad de género y en las inversiones en educación, atención sanitaria, y energía limpia y asequible”, añade.
El 5 de julio, en la Declaración del Fondo realizada con ocasión del Día Mundial de la Población 2023, el UNFPA señaló entre otras cosas lo siguiente: “La universalización de la salud y los derechos sexuales y reproductivos es la base de la igualdad de género, la dignidad y las oportunidades. No obstante, más del 40 % de las mujeres del planeta no pueden ejercer su derecho a tomar decisiones tan trascendentales como la de tener hijos o no. El empoderamiento de las mujeres y niñas a través de la educación y el acceso a métodos anticonceptivos modernos contribuye a respaldar sus aspiraciones y les permite elegir el estilo de vida que deseen”.
En otro momento de la declaración, el Fondo afirmaba que el fomento de la igualdad de género es una solución transversal a muchos problemas demográficos. Y añadía: “En los países que vienen experimentando un rápido crecimiento demográfico, el empoderamiento de las mujeres a través de la formación y la planificación familiar puede aportar enormes beneficios por medio del capital humano y el crecimiento económico inclusivo”.
Disminuye la tasa de fecundidad
Es otra pregunta que se hace el Fondo de la ONU, en línea con la alerta actual de numerosos países: la tasa de fecundidad disminuye por debajo de la tasa de reemplazo, 2,1 hijos por mujer. Dos terceras partes de la población mundial residen en países donde la fecundidad no llega o roza ese umbral, y las alarmas comienzan a dispararse, como ha señalado el dossier de la revista Omnes.
Según el UNFPA, la única región del mundo en la que se espera un descenso global de la población a corto plazo (entre 2022 y 2050), es Europa, con un crecimiento negativo de -7 por ciento. Está previsto que la población de otras zonas del planeta –Asia central, sudoriental y meridional-, América Latina y el Caribe, y América del Norte, continúe aumentando, hasta el año 2100 aproximadamente. El Fondo asegura que, en los próximos decenios, “la migración se convertirá en el único factor que impulsará el crecimiento demográfico en los países de altos ingresos”.
Sin embargo, a comienzos de la pandemia, la revista médica The Lancet vaticinó en un ambicioso estudio que hacia finales del siglo XXI, el mundo tendrá una cantidad de población menor a la que indicó la ONU de 11.000 millones de habitantes, y que la despoblación será inferior a la que ya ha avanzado el Centro Wittgenstein.
Uso de anticonceptivos y retraso del matrimonio
Una de las principales razones que muestra la investigación para la desaceleración del crecimiento poblacional de The Lancet es que ha producido un descenso dramático de la fertilidad, debido a que personas de distintos rangos de edad han tenido acceso a educación y al uso de anticonceptivos, como también que los jóvenes han decidido esperar a una mayor edad para contraer matrimonio.
La revista médica prevé, por ejemplo, que más de 20 países, entre ellos Japón, España, Italia y Polonia, perderán la mitad de su población hasta el año 2100. También China pasará de los actuales 1.400 millones de personas hasta 730 millones de habitantes.
Entre otras previsiones de interés, The Lancet apunta también que el pronóstico de vida para 2.100 será inferior a los 75 años en, por lo menos, diez países del África subsahariana; que España tendrá una población de 22.9 millones de habitantes, es decir, en torno a un 50 % menos que actualmente (47 millones), mientras se prevé que Perú, por ejemplo, llegue a los 51.8 millones de ciudadanos (un incremento del 34 %), debido a su mayor población en edad de trabajar.