Educación

Cultura «woke» en el aula

Planteamientos ideológicos como los animalistas, el feminismo radical o el revisionismo histórico están llegando a las aulas por medio de las leyes educativas, del ambiente cultural y de la lucha política de activistas.

Javier Segura·22 de enero de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos
woke

La cultura woke ha sido uno de los temas que ha abordado el papa Francisco, en su discurso ante los responsables diplomáticos acreditados en la Santa Sede, el pasado 10 de enero.

En palabras del sucesor de Pedro «se está elaborando un pensamiento único —peligroso— obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época, no según la hermenéutica de hoy».

Todos recordamos el derribo de estatuas de personajes insignes de nuestra historia como Fray Junípero Serra o Cristóbal Colón. Somos testigos de la revisión de la Historia que algunos movimientos sociales quieren hacer, presumiblemente unidos a una lucha por la justicia social de determinados grupos.

Un mismo esquema de presión al que se unen otros colectivos (LGTBI, feminismo radical, ecologismo panteísta, animalistas, etc.) que quieren promover y en última instancia imponer su visión de la realidad.

Pero, como señala el Papa, detrás de todo este movimiento hay una auténtica colonización cultural que aboga por un pensamiento único, políticamente correcto, que acaba denigrando al ostracismo a todo el que no piense como ellos. Es la cultura de la cancelación. Y con ello la cancelación de la cultura.

Este movimiento cultural está calando también en nuestra sociedad. Tiene mucho de división y ruptura social, y repite el viejo esquema revolucionario adámico de que todo empieza hoy con nosotros.

La cultura de la cancelación –tirar estatuas, perseguir a los historiadores, reescribir la historia- es una forma de intransigencia y totalitarismos cultural, de corte netamente marxista. Una nueva versión de la lucha de clases.

Estos planteamientos ideológicos están llegando también a nuestras aulas, por medio de las leyes educativas, del ambiente cultural y de la lucha política de activistas.

En primer lugar, por las propias claves ideológicas que impregnan la ley, especialmente todo lo que se refiere a la ideología de género, aunque no sólo. También en la forma en la que se plantean otras asignaturas, por ejemplo, la misma materia de Historia. Efectivamente, por una parte queda muy reducido el estudio de toda la parte del pasado que ha sustentado nuestra civilización y parece que lo que más importa -¿lo único?- es la Historia más inmediata. Pero, además, ésta se plantea con tintes más subjetivos, marcados por la visión y problemática actual, desde una hermenéutica de hoy, como señala el Papa.

En realidad lo que ocurre es que se quiere utilizar la educación para configurar la sociedad del mañana. Y se están poniendo ya las bases que se marcan desde la agenda 2030,  sobre cómo debe ser la sociedad del futuro. La educación como herramienta para construir ese nuevo orden mundial es parte del proyecto y uno de los objetivos de la propia agenda 2030.

Frente a esta cultura de la cancelación lo mejor que podemos ofrecer a nuestros jóvenes es un verdadero estudio de la Historia, con pretensión de objetividad, con una sana perspectiva, que les permita tener un verdadero pensamiento crítico. Un estudio que les ayude a nuestros jóvenes  a descubrir nuestras raíces como personas y como pueblo.

Quizás tengamos que releer el lema que dio origen al movimiento woke, que proviene de la expresión inglesa Stay woke! ¡Permanece despierto! Quizás es hora de que despertemos y nos demos cuenta de lo que está en ocurriendo en nuestra sociedad y en nuestras aulas.

El papa Francisco parece que lo tiene claro.

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