La Cuaresma tiene una duración de cuarenta días, en recuerdo de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto después de ser bautizado por san Juan Bautista. Además, durante este periodo Cristo fue tentado por Satanás. Vencidas las tentaciones, “el demonio se marchó hasta otra ocasión” (Lc 4, 13).
Con respecto a estos cuarenta días de Jesús en el desierto y las tentaciones que sufrió, señala el Catecismo que “los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto, Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo: él ha ‘atado al hombre fuerte’ para despojarle de lo que se había apropiado. La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre” (Catecismo, 539).
Añade a continuación que “la Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto”.
El Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma, y en este día es obligatorio el ayuno y la abstinencia. Para indicar el inicio de este periodo de penitencia y conversión, durante la misa de este miércoles se realiza la imposición de la ceniza.
Mensaje del Papa para la Cuaresma
En su mensaje para Cuaresma, el Papa ha reflexionado sobre los cuarenta años que pasó en el desierto el pueblo de Israel.
“Para que nuestra Cuaresma sea concreta, el primer paso es querer ver la realidad. Cuando en la zarza ardiente el Señor atrajo a Moisés y le habló, se reveló inmediatamente como un Dios que ve y sobre todo escucha”, indica Francisco.
Además, añade que “Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros. […] Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido”.
Se puede leer el mensaje completo aquí.
La conversión
El Catecismo habla de dos conversiones: la primera llamada a la conversión va dirigida “primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el bautismo se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva” (Catecismo, 1427).
Sin embargo, existe una segunda conversión posterior al bautismo: “Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que ‘recibe en su propio seno a los pecadores’ y que siendo ‘santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación’ (Lumen Gentium, 8). Este esfuerzo de conversión no es solo una obra humana. Es el movimiento del ‘corazón contrito’ (Sal 51, 19), atraído y movido por la gracia (cfr. Jn 6, 44; 12, 32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cfr. 1 Jn 4, 10)” (Catecismo, 1428).
Un ejemplo de esta necesidad de conversión de los bautizados es el arrepentimiento de Pedro después de haber negado conocer a Jesús: “La mirada de infinita misericordia de Jesús provoca las lágrimas del arrepentimiento (Lc 22, 61) y, tras la resurrección del Señor, la triple afirmación de su amor hacia él (cfr. Jn 21, 15-17). La segunda conversión tiene también una dimensión comunitaria. Esto aparece en la llamada del Señor a toda la Iglesia: ‘¡Arrepiéntete!’” (Ap 2, 5.16).
San Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, ‘en la Iglesia, existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia’ (Epistula extra collectionem1 [41], 12)” (Catecismo, 1429).
Fechas importantes
Este año el Jueves y el Viernes Santo caen en 28 y 29 de marzo respectivamente. El día de Pascua de Resurrección se celebrará el 31 de marzo.