Años antes de escribir este ensayo, llevaba una vida muy corriente junto a mi familia cristiana francesa con la que crecí toda mi vida. Me bautizaron muy pronto, a los 2 años, y seguí las enseñanzas religiosas que me habían inculcado durante toda mi infancia. Sin embargo, cuando llegué a los 17 años, hace 3 años, me di cuenta de que no sabía nada de lo que era la fe.
Como muchas personas que se dicen cristianas, durante mi infancia iba muy a menudo a la iglesia, rezaba casi todas las tardes y me encantaba leer un montón de libros religiosos. A lo largo de esta infancia aprendí muchas cosas sobre la fe cristiana, a través del catecismo de los 10 a los 13 años y de mi familia, hice la Comunión y luego recibí la Confirmación. En el fondo pensaba que conocía a Dios y que en eso se basaba la fe. En realidad, mi fe consistía más bien en ir a la iglesia, rezar lo mismo todas las noches e ir a las clases de catecismo. Esta relación era evidentemente frágil, y esta fragilidad tuvo consecuencias más tarde.
En la distancia
1 año después, a la edad de 14 años, mi padre murió y después de eso todo fue muy diferente. Ya no rezaba, no tenía motivación para ir a la iglesia, ni siquiera tomaba tiempo para leer la Biblia u otros textos religiosos. Lo que estaba ocurriendo era mi primera caída en la fe. Meses después intenté retomar poco a poco mis hábitos de oración, pero algo fallaba, ya no era como antes.
Esta situación duró 3 años, durante estos tres años solo rezaba cuando sentía la necesidad y ya no para establecer una relación con Dios. La verdad era que, en el fondo, no sabía nada de mi creador, quién era, por qué estamos en la tierra…Tantas preguntas que me hacía sin siquiera querer buscar las respuestas.
A los 17 años empecé a descubrir lo que era realmente la vida, hablo de los problemas de los adultos que empezamos a entender, empecé a cometer mis primeros grandes errores y las primeras decisiones difíciles de mi vida. Un periodo oscuro en mi vida en el que apareció una luz de la forma más inesperada posible.
Cristo reaparece
En 2017 descubrí la aplicación Tiktok, como cualquier adolescente instalé esta aplicación y la usé a diario. Al poco tiempo mi feed de noticias se fue llenando de vídeos cristianos, gente compartiendo sus experiencias, sus testimonios así como sus consejos. Sin yo esperarlo, empecé a darme cuenta a través de otras personas de que no sabía nada de lo que era la fe. Aprendí un montón de versículos, oraciones y nuevas perspectivas para entender ciertos pasajes de la Biblia que antes no entendía, y poco a poco Dios volvió a ocupar un lugar en mi vida, de la forma más inesperada posible.
Unos meses más tarde sentí que Dios empezaba a actuar en mi vida, sentí su presencia por primera vez de varias formas, desde personas que Él ponía en mi vida hasta vídeos que hablaban de mi situación concreta cada vez que abría la aplicación Tiktok. En ese momento sentí sinceramente que mi fe se fortalecía, pero ¿qué era realmente?
Lejos de Dios, lejos de casa
Dos años más tarde, a la edad de 19 años, tomé la decisión más difícil de mi vida: dejar a mi familia y todo lo que conocía para vivir en los Estados Unidos y realizar mi sueño. Decidí instalarme en Florida durante 8 meses. Estos 8 meses serían los más duros de mi vida. A los 5 meses de instalarme, la soledad, la falta de seres queridos y la distancia de mis amigos me hicieron caer en uno de los peores periodos de mi vida, y obviamente mi fe se vio impactada.
Ya no podía rezar, dormía y comía poco, a eso se añadía que ya no tenía universidad debido a un examen suspendido, y en ese momento tenía la impresión de que todo iba en mi contra, ya nada iba bien. Sin embargo tenía esa voz, muy dentro de mí, que me tranquilizaba susurrándome que no me preocupara más y que todo volvería a la normalidad. Como no tenía otra solución que encontrar una nueva universidad lo antes posible, busqué y encontré una nueva universidad, pero día tras día surgían nuevos problemas.
El milagro
Una semana antes de la fecha límite que tenía antes de tener que volver a mi país de origen, Francia, me faltaba una respuesta de un miembro de admisiones de la universidad, una espera que duró meses. Esta respuesta era decisiva para mi vida y para este sueño que había seguido. Como los problemas se me venían encima, de repente decidí rezar, rezar desde lo más profundo de mi corazón como no lo había hecho en meses. Ese día, un milagro ocurrió en mi vida, después de orar desde lo más profundo de mi corazón, recibí un correo electrónico el mismo día, con la respuesta que estaba esperando.
A los pocos días, casi, tuve la impresión de que todos los problemas que tenía en ese momento podrían resolverse en un instante. Comprendí en ese momento que mi Padre, Jesucristo, nunca me había abandonado, era Él quien me había hecho comprender que no debía preocuparme más, simplemente quería que le pidiera cosas y desde ese día, sé que no importa cuántas pruebas, cuántas veces tendré que enfrentarme a lo que ocurra, Él siempre estará ahí, y en mí para siempre.
En conclusión, lo que me gustaría transmitir con este ensayo no es tanto mi viaje como un mensaje de esperanza para todo aquel que se sienta vacío por dentro al haber olvidado el poder de su Creador, el Padre de todos. Si le escuchamos desde lo más profundo de nuestro corazón, nos guiará hacia el maravilloso plan que tiene preparado para nosotros. Lo principal es confiar en Él y confiarle tu vida. El proceso no es fácil pero lo que nos espera sólo puede ser felicidad y paz.