Familia

Clases de amores y sentimientos

Aunque se pierda el sentimiento, el amor no se pierde. Si eso fuera así, el ser humano no sería libre porque no podría elegir sus amores al depender éstos de algo incontrolable: el sentimiento.

José María Contreras·14 de diciembre de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Al acabar un curso el otro día, se me acercó una de las asistentes para compartir algunas preocupaciones. Me dijo que actualmente no hay, o al menos no se escuchan, personas que hablen de amor al trabajo. “Hace tiempo -continuaba- decir que uno hacía su trabajo vocacionalmente y con amor era una manifestación de orgullo personal; sin embargo, ahora, si uno lo dice probablemente sea mal mirado”.

Puede que algo de verdad, no sé si mucha o poca, tenga.

El ser humano tiene dos clases de amores: aquellos que se pueden perder y los que no se pierden. Entre estos últimos se encuentran, por ejemplo, el afecto por la ciudad donde uno ha nacido y el amor a los hijos. Son amores que, sin hacer nada, se mantienen.

Entre los que sí se pueden perder, nos encontramos, entre otros, con el amor a la pareja y el amor al trabajo o el amor a Dios. No se mantienen solos. Hay que cuidarlos.

Al principio deslumbran y los sentimientos son muy fuertes, -al enamorarse o encontrar un buen trabajo, o una conversión, por ejemplo- pero, con el paso del tiempo, el entusiasmo se desvanece y puede estar uno más centrado en lo negativo que en lo positivo. Si uno no lucha por mantener esos amores, por quererlos, por querer quererlos, por poner la voluntad en amarlos, en definitiva si uno no lucha por ser libre en el amor -para lo cual tendrá que emplear, además de los sentimientos, la inteligencia y la voluntad- es probable que aparezcan sentimientos negativos que le pueden impedir seguir queriendo. ( véase colaboración anterior)

Aunque se pierda el sentimiento, el amor no se pierde. Si eso fuera así, el ser humano no sería libre porque no podría elegir sus amores al depender éstos de algo que yo no controlo: el sentimiento.

Si al perder el sentimiento vemos sólo lo negativo, la vida se hará dura. Sucede en el ámbito profesional (nos centramos más en lo que no funcionan) y en el ámbito personal, estamos más pendientes de los defectos del otro que de sus virtudes, en nuestra relación con Dios, podemos estar más pendientes de lo costoso que de amarlo

Son muestras de estar centrados en lo negativo, señales de alerta de que el acostumbramiento, está dañando ese amor concreto

La libertad tiene mucho que ver con vivir un poco al margen de los sentimientos.

La pregunta surge temerosa, ¿qué hacer para que eso no ocurra?

Desde mi punto de vista solo encuentro una solución, sinceramente creo que no hay otra, y esta es formarse.

Aprender. La formación lo que hace es que uno cuando cae se levante. Si uno deja de formarse, se quedará en el suelo. La rutina empezara su labor de corrosión.

Cuando vivimos de esa manera, un poco por encima de los sentimientos, nos damos cuenta de todo lo positivo que hay en nuestra vida profesional, personal y en nuestra relación con Dios. Nuestra visión será más equilibrada.

No podremos olvidar que en todos los amores habrá épocas en que habrá que ir contracorriente. La vida es así.

Merece la pena vivir la vida como es. Lo que no genera ninguna automotivación es vivir esclavos de los sentimientos.

Escucha el podcast «Clases de amores y sentimientos»

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad