Se llama Cecilia Mora pero, para sus amigos es Ceci. La vida y la experiencia de esta joven mexicana de 26 años están marcadas por la búsqueda constante de Dios y el deseo profundo de compartir el amor de Cristo con quienes la rodean. Se define como “católica, hija, futura esposa, amiga y compañera”. Como a cualquier joven, le encanta “cantar y bailar, pasar tiempo con amigas y familia”.
Desde temprana edad, Ceci tuvo a Dios muy presente en su vida. Cecilia fue introducida al camino de la fe por sus padres, quienes le transmitieron el amor por Dios y la enseñaron a vivir conforme a los principios cristianos.
Su infancia y adolescencia estuvieron impregnadas de la presencia de Dios, tanto en el hogar como en su educación escolar. Esta base sólida sentó los cimientos para su relación personal con lo divino.
Un paso de madurez
Sin embargo, cuando Ceci experimentó un encuentro transformador con su fe fue durante una etapa crucial en su vida: a los 18 años.
En ese momento se fue a vivir a París, y, al estar lejos de su casa, se dió cuenta que vivir sin reglas “es muy padre”, pero implicaba una responsabilidad mayor de sus acciones.
Cuenta que un día caminando cerca de donde vivía, se encontró una iglesia. Entró y se sentó en una banca, viendo lo que pasaba. Resultó que empezaba una misa para ofrecer el inicio del año escolar. Esto la transportó directamente a su colegio, cuando pensaba que otras personas decidían por ella, y en ese momento, ella misma decidió estar más cerca de Dios.
Así que se ofreció a ser voluntaria en una escuela de niñas. Aquello fue, según su definición un “aquí estoy, no te dejo sola” de parte de Dios. Aunque suene especial, “esto fue decisivo en mi fe, porque confirmé que quería ser católica, mi fe pasó de una tradición familiar a una convicción personal”, apunta, convencida.
Compartiendo la fe en redes
El deseo de compartir su experiencia de fe y de ser un instrumento del amor divino la ha llevado por un camino de servicio y evangelización.
A través de su cuenta personal en Instagram, @cecimora, busca difundir el mensaje de Cristo y compartir su luz con quienes la siguen en las redes sociales. Para Ceci, las plataformas digitales representan un espacio privilegiado para llevar el evangelio a nuevas audiencias y conectar con aquellos que buscan respuestas espirituales en el mundo moderno.
Además de su labor en línea, Ceci encuentra “inspiración y fortaleza espiritual en la oración, la participación en la Eucaristía y la lectura de vidas de santos”. Estos momentos de encuentro con lo sagrado le permiten renovar su fe y seguir adelante en su camino de crecimiento espiritual.
Cecilia anhela que su vida sea un testimonio del amor redentor de Cristo. Desea ser recordada “como alguien que vivió con pasión y entrega, buscando siempre la voluntad de Dios y compartiendo Su amor con generosidad”. Su mayor deseo es que su ejemplo inspire a otros a buscar a Dios y a encontrar en Él la plenitud y la alegría verdadera.
Ceci personifica la búsqueda constante de la presencia divina en la vida cotidiana y la misión de llevar el mensaje de Cristo a todos los rincones del mundos. De alguna forma nos recuerda que la fe es un viaje personal y compartido, un camino de encuentro con Dios y con los demás que nos invita a vivir con autenticidad y generosidad.