¿Qué es el Aprendizaje-Servicio?
Una respuesta sencilla a esta pregunta es que los ApS implican aprender haciendo un servicio a la comunidad. Va más allá de la mera solidaridad. Conlleva un proceso de aprendizaje, y una formación en el propio alumnado, que adquiere competencias básicas de servicio a la comunidad. En el aprendizaje-servicio el alumnado identifica en su entorno próximo una situación con cuya mejora se compromete, desarrollando un proyecto solidario que pone en juego conocimientos, habilidades, actitudes y valores.
Plantar un árbol donde se necesita es un acto solidario. Investigar las causas de la degradación de un bosque es una actividad de aprendizaje. Comprometerse en su reforestación aplicando lo estudiado, es aprendizaje-servicio.
Creo que los profesores de Religión hemos trabajado en estas claves durante muchos años, quizás sin caer en la cuenta de que estábamos utilizando esta metodología de los ApS. Simplemente sabíamos que estábamos educando. Sabíamos que la solidaridad, la empatía, el compromiso con nuestra sociedad eran dimensiones esenciales de nuestro ser cristianos, que partían del profundo sentido de hermandad que nace de sabernos hijos de un mismo Padre. Y al estar en la escuela entendíamos que todo lo que hagamos en ese ´ámbito ha de ser necesariamente educativo, no una simple acción solidaria.
Estas mismas Navidades del año de la COVID-19 nos ha traído un proyecto de aprendizaje-servicio puesto en marcha por profesores de Religión, y al que se han sumado muchos profesores de otras asignaturas. Se trata del proyecto ‘Cada mano suma’.
El propósito era poner en marcha una campaña de recogida de alimentos en forma de ‘cestas de Navidad’ para aquellas familias que más lo necesitan precisamente a causa de la pandemia. Un proyecto realizado por la asociación VEN Y VERÁS EDUCACIÓN en colaboración con Caritas diocesana.
Como decíamos, más allá de la acción solidaria, hay todo un trabajo educativo importante. Primero de análisis de la realidad. La situación generada por la pandemia, su incidencia en nuestro entorno más cercano, las necesidades concretas de una familia… fueron temas de diálogo previo en las aulas. A partir de allí comenzó el trabajo colaborativo de todos. Por supuesto había que traer los alimentos, pero también diseñar un buen dibujo para las cajas solidarias o escribir mensajes que se adjuntarían a cada una de las cestas navideñas.
Otro punto importante fue el hecho de que antiguos alumnos de Religión, que han promovido una asociación de estudiantes llamada ‘Dos o más,’ fuesen los impulsores de esta iniciativa. Esta referencia de ver a jóvenes que han adquirido estos valores que se enseñan en el aula y los han asumido en sus vidas ha sido sin duda de un gran valor educativo. Una línea educativa de mentorización entre iguales en la que merece la pena profundizar.
Al final se consiguieron reunir más de dos mil cestas solidarias con una participación de más de sesenta centros educativos. Algo que para una primera edición de este proyecto ha sido, sin duda, un gran logro.
No hay duda de que en la aplicación de esta dimensión de la LOMLOE que son los proyectos de aprendizaje-servicio los profesores de Religión tenemos mucho que aportar.