Ecología integral

Blanca Catalán de Ocón y Gayolá, una botánica pionera

Fue la primera mujer que figura en la nomenclatura científica universal. La calidad de los apuntes sobre botánica de Blanca Catalán de Ocón y Gayolá hizo que Moritz Willkomm la incluyera entre los autores de la obra sobre la Flora Hispánica. Esta serie de biografías breves de científicos católicos se publica gracias a la colaboración de la Sociedad de Científicos Católicos de España.

Ignacio del Villar·17 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
Blanca Catalan de Ocon

Retrato de Blanca Catalán de Ocón y Gayolá

Nació en Calatayud en 1860  y su madre, que había sido educada en Suiza, despertó en Blanca y en su hermana Clotilde un interés profundo por la naturaleza. Pasaban largas temporadas en la residencia que la familia tenía en la sierra de Albarracín, La Campana. En este lugar se podía hallar una capilla y una biblioteca. Mientras que Clotilde se interesó más por el mundo de los insectos, Blanca dibujaba y describía con detalle las especies de plantas que encontraba en ese lugar tan especial.

Blanca contó con la ayuda del canónigo de Albarracín, el naturalista Bernardo Zapater, para ayudarla. Este religioso, con una excelente formación en matemática, física y humanidades, había frecuentado los círculos madrileños de naturalistas y científicos. Fue él quien la puso en contacto con el botánico alemán Moritz Willkomm, que preparaba entonces su gran obra sobre la Flora Hispánica. Cuando Willkomm recibió los apuntes de Blanca, quiso inscribir su nombre junto a los principales recolectores de plantas en su obra sobre la flora española. 

En su catálogo figuran 83 especies de plantas, una de ellas una especie desconocida hasta entonces: la saxífraga blanca, un nombre que describe cómo esta flor nace rompiendo la dura roca de la Sierra.

Todavía se conservan dos herbarios de Blanca Catalán: uno con las plantas raras de Valdecabriel, en Albarracín, que es un lugar único por la variedad de flores que posee, y otro con las del Vallée d’Ossau, junto a la estación de Formigal.

Además, el canónigo Zapater puso a Blanca en contacto con el botánico aragonés Francisco Loscos Bernal, quien la incluyó en su Tratado de plantas de Aragón y por el que Blanca es la primera mujer que figura en la nomenclatura científica universal. 

Cuando se casó, se trasladó a vivir a Vitoria, donde murió de una afección pulmonar con 40 años, el 17 de marzo de 1904. Sus nietos han conservado el legado de Blanca, que refleja fielmente sus inquietudes culturales, científicas y religiosas. Una muestra son los poemas que escribió sobre la naturaleza como reflejo del amor del Creador. 

El autorIgnacio del Villar

Universidad Pública de Navarra.

Sociedad de Científicos católicos de España

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad