Antes de que llegara la crisis de la Covid 19, si nos retrotraemos dos años atrás, la realidad de nuestra sociedad (no sólo española, europea, global) seguía siendo una realidad de desigualdad, no de falta de bienes, pero sí de una distribución injusta de esos bienes. Y si lo enlazamos con la Doctrina Social de la Iglesia, no estábamos avanzando positivamente ni en el destino universal de los bienes, ni en una sociedad orientada al bien común.
Estamos ante una forma de desarrollo económico y social en el cual, cuando llega una crisis, se incrementan la pobreza y la exclusión social; pero cuando salimos de la crisis, no recuperamos los niveles previos a la crisis. Es decir, vamos acumulando, la mayor parte de la población, dificultades de pobreza y de exclusión social.
De este análisis extraería tres elementos: el empleo, la vivienda y la salud. Es verdad que se ha recuperado mucha capacidad de empleo, y es una gran noticia. Pero también es verdad que el empleo cada vez tiene menoscapacidad de proteger a las familias y de integrarlas socialmente. Es decir, en más de la mitad de las familias a las que acompañamos desde Cáritas alguien trabaja. A pesar de trabajar, hay muchas familias que tienen que seguir viniendo a Cáritas. Ni siquiera con dos pequeños empleos llegan.
La cuestión de la vivienda
¿Y por qué no llegan? Por muchos factores, pero principalmente por la vivienda. Llevamos muchos años sin resolver la cuestión de la vivienda. Las familias tienen que dedicar muchos recursos para poder pagar la vivienda y los suministros. Esto significa que cuando hay ingresos débiles, por trabajos pequeños o inestables, obviamente no llegamos. Y aun consiguiendo mejores condiciones laborales, tampoco llegamos, porque la vivienda requiere cada vez más nuestro dinero.
En tercer lugar, la salud. La inaccesibilidad de las familias a unos tratamientos adecuados de salud mental.
¿Cómo se pueden afrontar estas cuestiones? Empiezo por una enmienda de profundidad. Necesitamos dar un paso decidido hacia una nueva economía, que en vez de estar al servicio de los individuos concretos, o de los intereses particulares, esté al servicio del bien común. Esto sin cuestionar, obviamente, el legítimo espacio de la economía, y de alguna forma, de la iniciativa.
Y aquí lo enlazamos con los nn. 154 y 155 de la encíclica Fratelli tutti. Nos dice el Papa Francisco: “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común”.
Tres elementos
Es necesario que seamos capaces de modificar el sistema económico en el que nos asentamos, para reorientarlo hacia ese bien común, y que se parta de las necesidades de los últimos, de los más débiles. Y ahí hemos de superar una mirada asentada en las formas liberales -dice la Fratelli tutti-, al servicio de los intereses económicos de los poderosos.
Destacaría, además, tres elementos. El primero es incrementar y reorientar la inversión en proteger a la familia. Llevamos muchos años, en el caso concreto del Estado español, sin atender a la familia. Las familias numerosas son las que más están padeciendo los efectos de esta crisis, como los de la anterior. Tenemos que ser capaces de una vez por todas, degenerar una protección universal a la crianza.
Nos hemos dotado de mecanismos para proteger a nuestros mayores, y tenemos que dotarnos de mecanismos para proteger a las familias que están criando hijos, que en el fondo son la base, la piedra sobre la que construimos nuestra sociedad.
En segundo lugar, necesitamos resolver de una vez por toda la cuestión de la vivienda. Y aunque no es fácil, tenemos que dar un primer paso: generar un parque de vivienda pública en alquiler, que ayude a las personas con menos recursos a tener un espacio mínimo de seguridad, que es la casa, la vivienda, el entorno más necesario.
Por último, pero no menos importante, tenemos que afrontar la necesidad de que esa cobertura de ingresos mínimos sea real y llegue a todas las familias que más lo necesitan.
Son tres elementos: protección a la familia, abordaje público de una política de vivienda, y reforzar ese sistema de garantía de ingresos mínimos.
Coordinador del equipo de estudios de Cáritas y secretario técnico de Fundación Foessa.