Evangelización

Beato Justo Takayama Ukon, el samurái cristiano

El 4 de febrero se celebra la festividad de Justo Takayama Ukon, un samurái que vivió a finales del siglo XVI y principios del XVII y fue beatificado en 2017 por el Papa Francisco.

Loreto Rios·4 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Escena de la película "El último samurái" ©OSV

El beato Justo Takayama Ukon fue un samurái, es decir, un guerrero noble japonés al servicio de los daimios, aristócratas de una clase superior.

Nació en 1552, el mismo año de la muerte de san Francisco Javier, en el castillo de Sawa, al sur de la ciudad japonesa de Nara. Su padre era budista, pero se convirtió por la predicación del hermano Lorenzo, un japonés convertido al cristianismo por san Francisco Javier. A raíz de la conversión del padre, todos los Takayama se bautizaron. Ukon contaba entonces 11 años, y recibió en su bautismo el nombre de Justo.

Este “samurái cristiano”, como se le conoce, se entrenó en las armas desde muy joven, y muy pronto se convirtió en señor de un territorio, comenzando su carrera militar y polítca. Takayama Ukon era abiertamente cristiano y por su ejemplo se convirtieron al cristianismo muchos de sus vasallos. Además, “recibió al jesuita Alessandro Valignano (1539-1606) en Takatsuki como huésped de honor; colaboró en la fundación de un seminario en Azuchi, la nueva ciudad de Nobunaga a orillas del lago Biwa” y “asesoró a Nobunaga en los preparativos del famoso desfile de Kioto en el que estuvo presente el propio emperador;”, indica un completo artículo sobre este beato en la Lord Takayama Jubilee Foundation.

Ukon fue vasallo de Oda Nobunaga y, cuando este fue asesinado en 1583, de Toyotomi Hideyoshi. Propagó el cristianismo por varias regiones japonesas, y también muchos de sus amigos nobles se bautizaron.

El exilio

Sin embargo, Hideyoshi no estaba del todo conforme con la fe de Takayama Ukon. En 1586 le ordenó abandonar la fe cristiana. Ante su negativa, fue condenado al exilio.

Seis años después, en 1592, Hideyoshi volvió a admitir a Takayama Ukon en su círculo, aunque este seguía practicando abiertamente su fe. Tras la muerte de su señor unos años más tarde, el samurái pasó a ser vasallo de Maeda Toshinaga, y, poco después, del hermano de este, Maeda Toshitsune. Fue entonces, en 1614, cuando Tokugawa Ieyasu, considerado uno de los grandes unificadores de Japón, ordenó la expulsión de los misioneros cristianos, y, con ellos, la de Takayama Ukon y su familia, entre otros.

Muerte en Manila

Ante esta noticia, Maeda Toshitsune, creyendo que Ukon se rebelaría por esta sentencia, se preparó para luchar, pero el samurái le envió un mensaje en el que decía: “No me esfuerzo por mi salvación con las armas, sino con paciencia y humildad, de acuerdo con la doctrina de Jesucristo que profeso”.

Así que, acompañado por su mujer y su familia, en un grupo de 300 cristianos condenados al exilio, Ukon embarcó en noviembre de 1614 para Manila. Una vez allí, fue recibido con grandes honores por el gobierno español, pero pocos días después cayó enfermo, falleciendo en Manila el 3 de febrero de 1615.

“Tenía 63 años, la mayor parte de los cuales los pasó como extraordinario testigo de la fe cristiana en tiempos difíciles de conflicto y persecución”, indica el Dicasterio de las Causas de los Santos.

Por su parte, el cardenal Angelo Amato, quien presidió su ceremonia de beatificación en Osaka el 7 de febrero de 2017, lo llamó “el samurái cristiano”, un “incasable promotor de la evangelización de Japón”.

Takayama Ukon y los Papas

El Papa Francisco se refirió a este santo en la audiencia general del 8 de febrero de 2017, un día después de su beatificación, diciendo que Takayama Ukon “renunció a honores y riquezas, aceptando la humillación y el exilio. Permaneció fiel a Cristo y al Evangelio, por lo que es un ejemplo admirable de fortaleza en la fe y entrega en la caridad”.

Francisco se refirió también a este beato en una carta a los obispos de Japón con ocasión de la visita pastoral del cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el 14 de septiembre de 2017. En ella, el Papa Francisco señalaba que, al pensar en la Iglesia en Japón, recordaba a los numerosos mártires que habían ofrecido su “vida por la fe”. “Desde siempre ellos tienen un lugar especial en mi corazón: pienso en san Pablo Miki y sus compañeros, que en 1597 fueron inmolados, fieles a Cristo y a su Iglesia; pienso en los innumerables confesores de la fe, el beato Justo Takayama Ukon, que en el mismo periodo prefirió la pobreza y el camino del exilio en vez de renegar del nombre de Jesús”.

También lo mencionó el Papa Juan Pablo II en la audiencia general del 15 de junio de 1988 al saludar a los peregrinos de Kanazawa: “Os felicito por las celebraciones con las que conmemoráis el primer centenario de la reconstrucción de vuestra iglesia parroquial. Vuestra iglesia parroquial tiene como fundador al venerable Ukon Takayama, que fue desterrado por causa de la fe. Os deseo que, siguiendo su ejemplo, mantengáis y fortalezcáis cada vez más vuestra fe con la ayuda de Nuestra Señora”.

Estatua en Manila

En Manila hay una estatua en conmemoración de este samurái cristiano, que aparece representado con una cruz en vez de una espada. Puede verse aquí.

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