Evangelización

Avanzadas colonialistas. Desafíos y respuestas

El autor recuerda el llamamiento del Papa Francisco para negar “las nuevas colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia”. 

Juan Ignacio González Errázuriz·13 de septiembre de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos
Catedral México.

El Papa Francisco usa habitualmente la expresión colonización ideológica. La define como el intento de imponer a los pueblos ideologías que son ajenas a sus principios. América Latina y África son hoy el territorio de estas conquistas. Aquella afirmación de que nuestra América Morena era el continente de la esperanza se ha ido desvaneciendo frente al nuevo coloniaje. Las principales “expediciones” colonizadoras vienen de los organismos internacionales y de las Naciones Unidas, que son los instrumentos de la nueva “misión”. 

El liberalismo norteamericano, con poder y dinero, es otro aliado que destina sus recursos a la agenda “civilizadora”. Los dineros estatales para la IPPF (International Planned Parenthood Federation) y sus adláteres amerindios y africanos son una prueba de ello. Los invasores han encontrado buenos y eficaces cómplices, que trabajan arduamente en la imposición de las nuevas ideas. Algunos son agentes directos y otros cooperadores semidormidos, desarticulados en su pensamiento original, como sucede con los partidos políticos de raigambre cristiana, que se han plegado a la marea reformadora. El movimiento colonizador es de antigua data. Viene de los racionalismos del siglo XVIII, aliñados con el laicismo del XX, y sazonado con el relativismo del XXI. Los que ayer nos trajeron el cristianismo, ahora nos los vienen a quitar. 

El nuevo coloniaje tiene una gran contención en la Iglesia católica, que se ha opuesto a sus designios, aunque en sus filas se hayan colado las ideas modernas y hayan arrastrado a más de un teólogo que hoy son el sustento de posiciones disruptivas en su seno. La Iglesia guiada por Pedro–Pablo, Juan Pablo, Benedicto y Francisco– no ha titubeado en los temas esenciales –no negociables – sobre la dignidad humana, aunque los agoreros humanos digan que no vale la pena dar batallas perdidas. Para ser justos, también el evangelismo protestante, disgregado en miles de grupos, constituye una defensa anticolonialista. No cabe, sin embargo, asumirlo como un todo, porque han cedido en algunos fundamentos muy importantes como la defensa de la indisolubilidad del matrimonio, la aceptación del aborto, etc. 

Familia e ideología de género 

Las banderas de luchas del embate colonialista son conocidas. Partiendo del rechazo a toda norma o principio superior, diríamos a la ley de Dios y la moral cristiana, las naves coloniales llevan nombres precisos; expansión del divorcio y la anticoncepción por doquier, y del matrimonio entre personas del mismo sexo; la difusión de la ideología del género, “el más artero de los ataques a la fe cristiana”, nos dijo el Papa a los obispos chilenos, para llegar a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales; el intento de restar a los padres de la educación de sus hijos, para dejarla en manos del Estado; un animalismo exacerbado, que pone al ser humano al mismo nivel que el resto de los vivientes, y todo ello apoyado con durísimas leyes de no discriminación que intentan ahogar toda disidencia ante el embate colonial. Está de más decir que los ataques a la Iglesia –abiertos o encubiertos– son parte del programa invasor, aun cuando se cuiden las formas y se prometa no tocarla ni con el pétalo de una rosa. Toda esta fuerza cuenta con ingentes recursos económicos para su despliegue.

El Papa Francisco nos advierte: “Estemos atentos a las nuevas colonizaciones ideológicas. Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. […] Vienen de afuera, por eso digo que son colonizaciones. No perdamos la libertad de la misión que Dios nos da, la misión de la familia. Y así como nuestros pueblos en un momento de su historia llegaron a la madurez de decirle ‘no’ a cualquier colonización política, como familia tenemos que ser muy, muy sagaces, muy hábiles, muy fuertes para decir ‘no’ a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia” (Encuentro con las familias, 16-I-2015).

¿Cuánto puede durar este embate? Visto el largo tiempo de incubación, es seguro que durará mucho. Por eso es necesario preguntarse cómo oponerse eficazmente a él, para aminorar sus daños. El mismo Papa nos ha dado pistas: poniendo a la mujer, madre, esposa y servidora en la principal línea de defensa de los valores cristianos y en particular de la familia. Su sabiduría, intuición y capacidad de sacrificios y resistencia en los momentos duros es camino para no perderse. Asegurando el desarrollo de la piedad popular, una expresión cristiana de masas, que es capaz de sobrevivir a cualquier ataque ideológico, en especial por la presencia en ella de la Madre de Dios, que guía, cuida y anima al pueblo en su caminar. 

América es de punta a cabo tierra de María, bajo cuya luz ricos y pobres se orientan en las oscuridades. Dando cada día más atención a los jóvenes, que tienen el don de la profecía, anticipan el futuro y son ellos mismos el tiempo que viene. Incentivando el diálogo entre las nuevas generaciones y nuestros adultos mayores, “los ancianos de la tribu”, de manera que los que anuncian el futuro reciban la memoria de los que ya vivieron el pasado y trasmitan así lo valores para los nuevos tiempos, que no son otros que los perennes principios del cristianismo.

El autorJuan Ignacio González Errázuriz

Obispo de San Bernardo (Chile)

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