Fue el 11 de febrero de 2019, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, un día que la Iglesia dedica de manera especial al cuidado y la oración por los enfermos. En esa fecha se presentó y aprobó en el Parlamento español una proposición de ley sobre la eutanasia, impulsada por el gobierno actual.
La mayoría era probablemente ajena a lo que se venía encima. Una ley que pretendía dar luz verde a las conductas dirigidas a terminar con la vida de una persona con una enfermedad grave o irreversible, por razones «compasivas» y en un contexto médico. Así define la eutanasia la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. Lo que comenzaba a gestarse era lo que muy pocos países en el mundo han aprobado: Holanda, Bélgica, recientemente Canadá…
En los Países Bajos, por ejemplo, casi el 5 por ciento de las muertes en 2018 fueron por eutanasia, informó el delegado de la Santa Sede en la Asociación Médica Mundial (AMM), Pablo Requena, en un ForoPalabra. La extensión de la eutanasia en Holanda, una vez legalizada, ha crecido de tal modo que algunos médicos y otros expertos, como el teólogo protestante y bioeticista Theo Boer, han terminado por oponerse a estas políticas, y han manifestado que “un número considerable de personas ya considera la eutanasia como la única buena muerte. Tampoco se ha logrado otro objetivo de la ley, sacar a la luz los casos que ocurrían en las zonas grises. Todavía hay miles de casos de terminación de la vida –algunos incluso sin petición previa– que no se declaran ni se evalúan por los comités. Creo que hemos visto que la oferta crea demanda”.
En los Países Bajos “la caridad ha desaparecido”, y “la ley tiene efectos sobre toda la sociedad”, “en 20 años estaréis como en Holanda”, ha declarado Theo Boer en Alfa y Omega. Otro caso interesante es el de la Dra. Berna van Baarsen, especialista en ética médica, que renunció a formar parte de uno de los cinco comités regionales de evaluación para supervisar eutanasias en Holanda, señala Tomás Chivato Pérez, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo.
Pendiente deslizante
El profesor Chivato Pérez ha denominado la experiencia holandesa con la eutanasia como la de una “pendiente deslizante”. Es decir, primero se despenaliza la eutanasia para enfermedades incurables; luego para enfermedades crónicas con dolor intratable; a continuación, enfermedades mentales, y ahora estudian su aplicación a personas sanas mayores de 70 años que lo soliciten.
Demanda de ser ayudado
Ahora, tras cerca de dos años de tramitación, el proyecto puede convertirse en ley, y parece oportuno conocer tanto los principales argumentos esgrimidos por los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido, como la actitud de los cristianos ante el dolor y el sufrimiento.
En noviembre de 2019, la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE) publicó el documento Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida. Presentaron el texto, elaborado con una pedagogía de preguntas y respuestas, el entonces obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, Mons. Mario Iceta, el médico Jacinto Bátiz, que ha sido más de 25 años responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce (Vizcaya), y la enfermera Encarnación Isabel Pérez.
Monseñor Iceta recordó que “la relación entre el enfermo y los profesionales de la salud, se fundamenta en la confianza”, y subrayó que “no hay una demanda de morirse, hay una demanda de ser ayudado. El ser humano ha sido creado para ser feliz, por eso, rechazar el dolor es justo y no es censurable. Hoy en día la medicina ofrece un buen arsenal terapéutico para el sufrimiento”.
Después, destacó la importancia de “la medicina paliativa ante la enfermedad terminal”, porque, como declaró el doctor Jacinto Bátiz, que dirige ahora el Instituto para Cuidar Mejor, “la medicina paliativa elimina el sufrimiento del que sufre, (mientras) la eutanasia elimina a la persona que sufre” (El Debate de hoy)
El documento Sembradores de esperanza, por su carácter “vital”, no es un documento dedicado sólo a condenar éticamente la eutanasia, “sino a mostrar que la fe cristiana es capaz de iluminar los momentos finales de la vida terrena. En este sentido, es un documento profundamente optimista”, concluyó Mons. Iceta.
Respuestas
Los principales postulados que se emplean para promover la eutanasia y el suicidio asistido, según Sembradores de esperanza, son cuatro: el sufrimiento insoportable, la compasión, la muerte digna y el concepto de autonomía absoluta.
Ante el sufrimiento insoportable, la solución son los cuidados paliativos, porque es un deber del médico y del personal sanitario aliviar el sufrimiento y el dolor al paciente, señala el texto.
La compasión. Como ha señalado el doctor Bátiz, lo más humano no es provocar la muerte, sino acoger al enfermo y sostenerlo en os momentos de dificultad, poniendo los medios necesarios para aliviar el sufrimiento y suprimir el dolor, no al paciente, como pretende la eutanasia.
La muerte digna hace referencia al concepto de libertad (yo muero cuando quiero) y al de calidad de vida. En realidad, la vida de la persona tiene dignidad porque es persona, y no por la calidad que tenga.
La autonomía absoluta. No se puede concebir la dignidad de la persona solo desde la autonomía, porque entonces los seres humanos que no tienen autonomía (niños, discapacitados psíquicos, pacientes en coma…), no tendrán dignidad. La autonomía no es absoluta, y encuentra sus limitaciones en la propia enfermedad, en la medicación y en otras situaciones de la vida del enfermo.