En el contexto de un mundo contemporáneo marcado en gran medida por el individualismo y la crisis antropológica, la próxima propuesta académica de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz – su XXV Congreso de Estudios-, estará dedicada al altruismo.
Este acto, que forma parte de un proyecto de investigación de tres años sobre la cultura del cuidado, pretende explorar el papel del altruismo en la existencia humana, más allá de las interpretaciones reduccionistas que lo vinculan a simples actos de caridad o cálculos utilitaristas.
La actividad, que tendrá lugar del 6 al 8 de marzo, contará con la contribución de filósofos, neurocientíficos, médicos, sociólogos y economistas, y pretende desarrollarse en el marco del desafío cultural y educativo al que a menudo se ha referido el Papa Francisco, invitando a un replanteamiento profundo de la relación entre el individuo y la comunidad. En este marco, OMNES entrevistó al profesor Francesco Russo, catedrático de Antropología de la Cultura y de la Sociedad y miembro del comité organizador de la conferencia.
¿Por qué se eligió este tema para el congreso?
– Porque la filosofía no es ajena a su contexto sociocultural y hoy todo el mundo está de acuerdo en que vivimos en una sociedad enferma de individualismo. Por eso es importante reflexionar sobre el altruismo para comprender su papel en la existencia humana.
La reflexión filosófica es necesaria porque no puede reducirse a un gesto superficial de caridad, ni encuadrarse en lo que se denomina «altruismo efectivo», según una visión que deriva básicamente del utilitarismo o del egocentrismo en busca de un mero bienestar emocional. El altruismo es el vínculo esencial entre el yo y el tú, y es un rasgo humano esencial, que implica compasión y empatía.
¿Puede explicar también este vínculo más amplio con la llamada «cultura del cuidado» y cómo ésta puede ser una respuesta a la crisis antropológica?
– La crisis antropológica a la que se refiere fue señalada en 2009 por Benedicto XVI y destacada recientemente, en varias ocasiones, por el Papa Francisco. Frente a los problemas que hay que afrontar, las soluciones políticas o sociológicas o económicas no bastarán si no nos damos cuenta de que están en juego la identidad y la especificidad de la persona humana. En Veritatis Gaudium, en el n. 6, el Papa Francisco invitó a los estudiosos, en particular a las universidades y facultades eclesiásticas, a tomar conciencia de que «lo que hoy emerge ante nuestros ojos es ‘un gran desafío cultural, espiritual y educativo que comportará largos procesos de regeneración'».
Por ello, en el proyecto de investigación promovido por la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, hemos involucrado a 14 investigadores de diez instituciones universitarias europeas y americanas para ayudar a refundar la cultura del cuidado, que constituye la vocación profunda de la persona humana, como recordó el mismo Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2021: el cuidado del ser humano y su florecimiento en las diferentes dimensiones de la existencia (como, por ejemplo, las relaciones, el medio ambiente, el bien común, el patrimonio artístico, lo sagrado).
¿Es posible un diálogo entre la filosofía y las humanidades sobre estos temas?
– El diálogo no sólo es posible, sino indispensable. De hecho, en la conferencia intervendrán no sólo filósofos, sino también neurocientíficos, médicos, sociólogos, pedagogos y economistas. Esta interdisciplinariedad se refleja no sólo en las ponencias principales, sino también en las cerca de cuarenta comunicaciones que se presentarán.
Las ciencias humanas, en particular la neurociencia, avanzan considerablemente, pero no captan a la persona en su integridad corpóreo-espiritual: no somos sólo un organismo biológicamente complejo regido por un cerebro altamente especializado. De lo contrario, el dolor, la libertad, la compasión por los demás, la entrega a los demás, la propia búsqueda de la verdad sobre nuestra condición humana y el sentido de nuestras acciones quedarían sin explicación o sentido. El rigor de la ciencia y la visión holística de la antropología filosófica pueden y deben confrontarse y dialogar.
Ha mencionado la compasión y la empatía. ¿Sigue habiendo lugar para estos sentimientos en la sociedad tecnologizada de hoy?
– En cuanto a la esfera sentimental, la omnipresencia de la tecnología acentúa el analfabetismo, porque no nos ayuda a comprender, expresar y reconocer los sentimientos propios y ajenos. Por otra parte, la compasión y la empatía no sólo implican el plano emocional, en el sentido de que van más allá de un estado de ánimo pasajero. Por el contrario, son dos actitudes existenciales que implican una apertura del corazón hacia las necesidades de los demás, una conciencia de nuestra relacionalidad constitutiva y una voluntad de procurar el bien de los demás.
Me gusta subrayar que, de manera providencial, la conferencia coincide con el Jubileo del Voluntariado; sólo nos dimos cuenta de ello una vez fijadas las fechas y vimos en ello una confirmación de lo que he mencionado: el altruismo es inherente a la naturaleza humana, aunque la cultura individualista difumine sus rasgos y su alcance.