Vocaciones

Alder, seminarista de Nicaragua: «El Papa nos pedía ser valientes»

Alder Harol Álvarez Maltez es un seminarista de 23 años de Nicaragua que reside en el Seminario Internacional Bidasoa y estudia en la Universidad de Navarra. Proviene de una familia católica y tiene una hermana más pequeña.

Espacio patrocinado·29 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Alder en un encuentro con el Papa Francisco

Gracias a una beca de la Fundación centro Académico Romano (CARF), pudo estudiar en la Universidad Católica Redemptoris Mater (Unica), la licenciatura en Relaciones Internacionales y Comercio Internacional y se graduó en 2019 con buenos resultados académicos. Sin embargo, la vocación al sacerdocio siempre ha sido una constante en su interior, una semilla que fue creciendo poco a poco.  

El punto de inflexión fue en 2019 durante el XI Foro Internacional de la Juventud, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida­.

“Los participantes en este encuentro tuvimos la oportunidad de escuchar al Santo Padre, y en sus palabras el Papa nos pedía ser valientes y, sin temor, entregarnos al servicio del Señor. Esas palabras fueron el impulso último que me motivaron a dar el paso definitivo para entrar en el Seminario y dejar mi carrera profesional”, afirma Alder.

Su obispo le envió a Bidasoa. “En este Seminario se vive una riqueza maravillosa. Convivir con seminaristas de distintos países es una experiencia enriquecedora para mi formación espiritual, intelectual y cultural. Por eso, quiero agradecer a los benefactores el gran apoyo que nos dan. Tengan la plena seguridad que están siempre en nuestras oraciones, y que todo lo que hacen será bien aprovechado en favor de la misión evangelizadora de la Iglesia”.

Alder, preocupado por su país, explica que en Nicaragua se necesitan sacerdotes que se comprometan firmemente con la misión evangelizadora de la Iglesia. Pastores que, con valentía y amor, proclamen el mensaje de Salvación de Cristo y que, apegados a la verdad, defiendan lo que es justo frente a las injusticias.

“Siguiendo el ejemplo que nos han dado los obispos, toda la Iglesia nicaragüense debe ponerse al servicio de las necesidades del pueblo, sabiendo sufrir con las personas y acompañandolas en los momentos importantes y difíciles. La pobreza, la desigualdad y la falta de libertades individuales y colectivas son algunos de los grandes desafíos sociales del país”, concluye. 

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