Como sucede con los colores, las estaciones, o los equipos de fútbol, en los congresos puede pasar algo similar. a unos les gustará más una conferencia, a otros otra; a unos la inauguración, a otros la conclusión. En el marco del 25 Congreso Católicos y Vida Pública, el catedrático de Filosofía y académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Juan Arana, realizó una amplia exposición el sábado bajo el título “El compromiso apostólico del laico en tiempos no clericales”.
Recorrer ahora sus argumentos, históricos y filósofos, sería prolijo, pero pueden bastar unas pinceladas para sintetizar alguna de sus ideas, luego recogidas, como las de otros ponentes, en el Manifiesto del congreso, hecho público el domingo.
Éstas son cerca de una docena de expresiones de la conferencia del filósofo sevillano que pueden marcar parte de su exposición.
1) Asistimos a una “desmoralización progresiva de la especie”.
2) “La religión es una cosa que no se improvisa”.
3) “La crisis de vocaciones religiosas y de la fe refuerza el papel que va a tener el laico en la vida de la Iglesia, y le plantea el supremo desafío de asumir en plenitud el reto del sacerdocio común”.
4) “En una situación cada vez más marginal para la religión, los laicos deben ser conscientes de todo lo que representa el ejercicio adulto de la identidad cristiana, en un mundo que se ha desmoralizado, que ha perdido sus creencias”.
5) “Además de contar con lo fundamental, esto es, con la ayuda de Dios, tendremos la ventaja que va a suponer el ocaso y muerte del clericalismo”, y la presencia creciente del “laico de la época post clericalizada; digo post clericalizada, y no postcristiana”
6) “Para un creyente, el proceso de descristianización que estamos atravesando es doloroso, especialmente cuando considera la felicidad y alegría desaprovechadas por tantos hombres y mujeres que no tienen oportunidad de vivir el liberador mensaje de Cristo”.
7) “Lo más triste de la historia de las relaciones entre clérigos y laicos, ha sido que éstos últimos, los laicos, no siempre acertaron a distinguir los verdaderos pastores de los lobos disfrazados de tales”.
8) ”Definitivamente, es la hora de los laicos”.
9) ”Nos encontramos ante un desafío revitalizador, una situación en la que un católico también puede ver en las presentes circunstancias una oportunidad para renovar e impulsar algunas dimensiones de la fe que no habían sido suficientemente desarrolladas o que habían perdido parte de su prístina fuerza”.
10) “Cuando Dios habla, debemos escuchar con reverencia, aunque no lo acabemos de entender”.
11) “Cuando la razón fracasa, y la fe camina a oscuras, es el momento propicio para la esperanza, para la íntima convicción de que si nos fiamos de Cristo, conseguiremos llegar a caminar sobre las aguas sin hundirnos”.
“Re-evangelizar”
Tras el desarrollo del programa del XXV congreso de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el CEU, que incluyó este domingo una misa celebrada por el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, se hicieron públicas las conclusiones en un manifiesto, como ha sido habitual estos años.
Las frases finales se centran en que “vivimos en un mundo secularizado y, por tanto, descristianizado. Tenemos el deber de actualizar el mandato evangélico de Cristo, asumiendo la necesidad de volver a “re-evangelizar” nuestra propia sociedad y siendo conscientes de que los países occidentales son también hoy tierras de misión”.
También se recoge al concluir que “esta nueva evangelización tiene un cauce fundamental en la vivencia comunitaria de la fe, necesaria para hacer que, en lo personal, podamos mantenernos fieles en un contexto adverso y, socialmente, podamos contribuir mejor a la propuesta católica, manteniendo nuestra herencia cristiana como una tradición viva que transmitir a los demás”.
Siete puntos
En síntesis, éstos son los restantes aspectos del manifiesto.
– España es una nación en la que el cristianismo es un elemento sustancial de su propia existencia y de su cultura.
– La principal apología de la fe la han realizado María y los santos.
– Ser altavoz y denuncia permanente de los cristianos perseguidos.
– El trabajo del hombre es el pilar trascendental de toda la cuestión social, y la dignidad de la persona radica en el hecho de ser y en que la comunidad ansía el bien común, dejando la proyección social como algo intrínseco al hombre.
– Defender y acompañar a todo ser humano en estas circunstancias, donde su integridad y derecho a la vida estén amenazados.
– La familia es un lugar privilegiado para la transmisión de la fe: de padres a hijos, entre esposos, entre hermanos y también de hijos a padres.
– La escuela es un espacio irrenunciable de evangelización. La evangelización en la educación no es solo un bien para las instituciones religiosas, sino fundamentalmente supone un derecho para el conjunto de la sociedad, el ejercicio de sus libertades y la garantía de la pluralidad democrática.