Desde hace 49 años viene celebrando la Santa Sede la Jornada mundial de la Paz, y desde 1968 publica además un mensaje tratando algún aspecto relacionado con esa gran aspiración. Después de ese tiempo, se comprueba la eficacia de ese esfuerzo. Si el documento de los Pontífices difícilmente podría poner un fin definitivo a los enfrentamientos, sí ilumina sobre sus causas y anima a combatir las situaciones incompatibles con la paz.
El tema elegido por Francisco este año, llamando a vencer la indiferencia para conquistar la paz, apunta a la globalización de una tendencia que es causa de injusticias y violencia, y contradice a la vocación fundamental del hombre a la fraternidad, como dice el Mensaje. El Papa entiende que la condición para superar la indiferencia hacia el otro es superarla en la relación con Dios; por eso llama a la conversión del corazón. Pero no deja de apelar con firmeza a los Estados para que, junto a políticas adecuadas de largo alcance, realicen actos concretos y valientes en favor de las personas más frágiles.
El tema de la Jornada está en plena consonancia con el marco general del Año de la Misericordia, comenzado hace poco. El Jubileo está siendo ya ahora ocasión de cambios profundos de actitud. Invita a ello por medio de signos visibles y eficaces, de varios tipos. Es el caso de las Puertas Santas, que por todo el mundo invitan a recorrer y culminar el camino que conduce al encuentro con la ternura de Dios; o la invitación a acercarse al sacramento de la Confesión, más cercano si cabe en este tiempo, pues la reconciliación con Dios supone una experiencia directa de su misericordia. Tienen también carácter de signos fuertes, capaces de mover, acontecimientos como la anunciada canonización de la Madre Teresa de Calcuta. Vestida con su sencillo hábito, revelador de su consagración a Dios y al servicio de los pobres, ejemplifica el significado práctico de la misericordia, en una de las formas principales en que se expresa. Y es también una invitación a descubrir las posibles expresiones en que se concretan hoy, en nuestras condiciones, las obras de misericordia.