Un católico serio y maduro ha de ser crítico con los bulos que, cada vez con más frecuencia, circulan por la red y que se atribuyen al Papa.
– Xiskya Valladares
Religiosa de la Congregación Pureza de María.
Últimamente, el Papa Francisco parece que se desparramara en mensajes dulzones, de andar por casa, sorprendentemente impropios de un pontífice. “Sabemos que Dios no usa Facebook”, “Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma”, “Necesitamos santos sin velo, sin sotana”… y una gran cantidad de “cursiladas” que a cualquiera con dos dedos de frente le puede sorprender.
Se trata de hoaxes (bulos) que circulan por la red, por whatsapp o por email. Mensajes en cadena que contienen alguna frase que el Papa sí ha dicho y a la que alguien le ha añade el resto de su propia cosecha. La cuestión ha llegado a ser tan grave que la Santa Sede se ha pronunciado: “Este tipo de textos que circulan por internet atribuidos al Papa Francisco generalmente no dicen en qué fecha y con qué ocasión dijo esas palabras. Porque en tal caso sería fácil para cualquiera ir a la página de internet oficial de la Santa Sede y comprobar si realmente se trata de palabras del Papa” (News.va, 3 diciembre 2015).
A muchas personas les gustaría que realmente el Papa dijera esas palabras, casi siempre porque puede aplicárselas a otro. Y es que así han surgido: de alguien que quiere imponer su pensamiento y lo atribuye al Papa para darle más autoridad. Pero esto es engaño. Como también lo son esa gran cantidad de convocatorias de oraciones que nos llegan como si fueran del Papa.
Hay personas que dicen que no hacen mal compartiendo oraciones, convocatorias de vigilias, y todo tipo de hoaxes del papa. Falso. Ni la oración es magia, ni se puede contribuir a engañar a la gente. Esto es pecado.
Este tipo de cadenas de mensajes surgieron en la antigüedad asociados a temas religiosos. Con razón los ateos se ríen de nosotros y nos consideran primitivos, se lo ponemos en bandeja cada vez que nos mostramos temerosos, escrupulosos o supersticiosos ante estas cadenas. Es difícil comprender que un católico serio y maduro caiga en tal cantidad de manipulaciones emocionales.