Somos miembros unos de otros

La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se celebra el domingo 2 de junio. El Papa hace una llamada a formar comunidades de personas. Las relaciones digitales son valiosas, pero no pueden sustituir a los encuentros de personas. El acceso a la verdad es esforzado, y nos necesitamos unos a otros.

3 de junio de 2019·Tiempo de lectura: 3 minutos

Con la mirada puesta en el mundo de la comunicación reconociendo su aportación, su necesaria contribución a la sociedad, la Iglesia organiza la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. No es la primera vez. El Concilio Vaticano II estableció esta Jornada en 1966, y comenzó a celebrarse en 1967, en la solemnidad de la Ascensión del Señor. Los mensajes del Papa para esta Jornada se hacen públicos todos los años en la fiesta de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas, el 25 de enero, y en torno a la fiesta de la Ascensión aparece también el de los obispos españoles de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social.

El de este año del Papa Francisco se refiere a las redes sociales y hace una llamada a formar comunidades de personas utilizando las palabras que san Pablo dirigió a los habitantes de Éfeso: “Somos miembros unos de otros”. Como dice el Papa y recuerdan los obispos españoles, los encuentros digitales, utilizando las tecnologías, a través de redes sociales, móviles y demás, son encuentros verdaderos, valiosos.

Todos tenemos experiencia de que las redes nos están permitiendo recobrar amistades antiguas, perdidas por el paso de los años y renovar esas amistades. Algunas terminan otra vez en encuentros personales. Las distancias se hacen también más pequeñas gracias a estas tecnologías, las relaciones con los que están fuera durante mucho tiempo, o los que han salido de viajes se hacen tan cercanas que son realmente valiosa. Como esa relación digital ciertamente tiene menos calidad que la relación presencial, el riesgo surge cuando éstas son sustituidas por las relaciones digitales. Las relaciones digitales permiten preparar o prolongar esos encuentros de personas, pero no los deben sustituir.  

Eso provocaría relaciones menos profundas, con menos matices, menos enriquecedoras. Hay también otros riesgos que ha traído el mundo digital. Los obispos españoles llaman la atención sobre dos de ellos: la manipulación interesada de las opciones sociales y la dificultad para acceder a la verdad, en un mundo en que cualquier mentira o media verdad tiene un soporte “científico”, mediático, audiovisual, que lo hace perfectamente creíble.

En relación a lo primero, dicen los obispos españoles, “la investigación sociológica está demostrando la capacidad que tienen los entornos digitales para modificar las percepciones y las decisiones libres en aquellos contextos en los que son los ciudadanos los que tienen la capacidad de tomar decisiones de largo alcance. Es entonces cuando los intereses particulares y ocultos de unos movilizan los recursos digitales suficientes para transformar las percepciones de quienes tienen que elegir y modificar sus decisiones”. 

En relación al problema para acceder a la verdad, no es sólo que “internet, desde la web hasta las redes sociales, se haya convertido en el espacio de los bulos, las calumnias, las insidias o las falacias” sino que además no hay herramientas para distinguir lo verdadero de lo falso. Dicen los obispos que “no es el problema que el trigo crezca junto a la cizaña (…) sino no hay forma de distinguir lo uno de lo otro y corremos el riesgo de alimentarnos con la mentira o el error”. 

Ante este panorama de dificultades y de oportunidades que nos plantea la realidad digital, los obispos señalan en su mensaje algunas opciones. En primer lugar, redoblar la formación social de los ciudadanos, haciéndoles conscientes de la responsabilidad que tienen sobre el bien común, no sólo con sus opciones y decisiones sobre el gobierno de lo público sino también con sus acciones positivas en favor de los otros..

Además, es necesario insistir en la formación personal, en las virtudes de cada uno. Es difícil el “envenenamiento” digital de las personas que viven la sobriedad, la rectitud, la generosidad, la laboriosidad, el amor a la verdad, la entrega a los demás, la caridad. Son virtudes humanas, en las que la Iglesia forma a sus miembros desde hace siglos. Esa formación tiene que renovarse e intensificarse. El acceso a la verdad es esforzado. No es tan sencillo. Parecería que el mundo digital nos iba a librar de los intereses mediáticos y políticos, que siempre se podría decir la verdad. Pero el ruido generado por tantas voces diciendo tantas cosas distintas, verdaderas y falsas, no ha facilitado las cosas. 

La tercera herramienta es tomar conciencia de la importancia de los otros y de las relaciones personales con los otros para nuestra propia existencia.  En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de este año, el Papa aplica la metáfora del cuerpo al mundo de la comunicación: somos miembros unos de otros, nos necesitamos unos a otros. Los obispos españoles dicen que “el otro no es un ser para sí, ni yo soy sólo un ‘para mí’: somos para los demás. No somos totalmente dueños de nosotros mismos, me debo también a los otros, nos debemos unos a otros: los demás me necesitan para ser ellos mismos. Las comunidades cristianas de los primeros siglos lo vivieron así y en ellas tenemos una referencia adecuada”.

El autorOmnes

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