El año 2025 ha sido declarado por el Papa Francisco ‘Año Jubilar de la Esperanza’, llamándonos a todos a ser “peregrinos de esperanza”. No es casual. Nada lo es. “El Espíritu Santo os dirá lo que tenéis que decir, hablará por vosotros”. Lo dijo bien claro Nuestro Señor. Y así hace quien guía Su Iglesia, Su Vicario aquí en la Tierra.
Cuando escuchamos en nuestro entorno, en nuestros trabajos o en nuestras familias, algunas voces que nos invitan, nos empujan al pesimismo afirmando que el mundo está cada vez peor, yo os llamo a reflexionar y a defender, si así lo creéis, con firmeza, que no es verdad. Que el mundo es, como siempre ha sido, mundano y que solo hay que hacer una cosa: evangelizarlo. Nada más. Y nada menos, claro.
La necesidad que hoy tiene el mundo ya no es exclusivamente material. Aunque nos cueste creerlo, el mundo no se muere por un plato de arroz o por unos pantalones nuevos aunque millones de personas no logren hacer más de una comida al día y a veces ni siquiera una. El mundo se muere, ante todo, por falta de amor y de esperanza. Hemos dejado a Dios a un lado y hemos puesto, todos en mayor o menor medida, nuestra esperanza en becerros de oro, en pequeños dioses, en todo aquello que perece. Nos hemos olvidado de lo eterno, de un cielo que podemos empezar a vivir ya desde aquí. Todo esto ha provocado que vivamos en sociedades cada vez más depresivas, donde la ansiedad y la desesperanza se han ido poco a poco adueñando de la realidad cotidiana de muchos seres humanos.
Hace poco más de un mes comencé a peregrinar desde Santo Toribio de Liébana hasta Belén con un único deseo en el corazón: que El Niño Jesús me de fuerzas, me ayude a llevar el Evangelio de la Vida a todos los rincones del mundo. Esa es la esperanza con la que yo me uno al Santo Padre en el Año Jubilar que está a punto de comenzar. La esperanza por nacer que tienen millones de seres inocentes cada día. La esperanza por ver la luz de esos niños que hoy están en el vientre de sus madres y no saben que futuro les espera. La esperanza de la vida frente al pesimismo de la muerte. La esperanza que Dios nos propone frente a la desesperanza a la que nos invita el maligno. La esperanza de construir un mundo mejor frente a la desesperanza de los que creen que no es posible. Dios ya ha vencido y solo nos pide lo mismo que el Papa Francisco:
Sed peregrinos de esperanza.
¡Sed misioneros de ilusión!
Misionero laico y fundador de Mary´s Children Mission.