Se necesitan cofrades intelectuales

Importa que las hermandades, vertebradoras de la sociedad civil, participen activamente en la fundamentación de modelos de pensamiento acordes con la dignidad humana y con la misión de la Iglesia a la que sirven

1 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
intelectuales

Desde el siglo XVI, incluso antes, las hermandades y cofradías vienen siendo testigos y protagonistas de la historia en su entorno. Esa participación ha sido muy estudiada en publicaciones relacionadas, más o menos directamente, con ellas, a las que añaden las actas de las juntas de gobierno, en algunos casos perfectamente conservadas, que proporcionan una minuciosa información de la hermandad y de los usos, costumbres y acontecimientos de la época. Ese abundante material se ha visto incrementada los últimos años, tanto en proyectos de investigación, como manuales, monografías, artículos académicos, trabajos de fin de grado, etc.

Sería interesante hacer, a lo mejor se ha hecho y no lo conozco, un metaanálisis para comprobar cuáles son los temas tratados en estos trabajos y el peso estadístico de cada uno. Si tuviera que aventurar resultados de ese hipotético trabajo de investigación me atrevería a decir que los temas más tratados serían: historia de las hermandades, arte, sociedad, antropología, relaciones con el poder político y eclesiástico, labor asistencial y poco más.

Pero hay un tema que no he visto en la bibliografía consultada: el papel de las hermandades en la historia de las ideas contemporáneas, su influencia en la historia del pensamiento. Ante esto la primera consideración es si realmente deben tener algún papel o por el contrario han de encapsularse, protegerse del entorno metiéndose en una campana de seguridad que impida su contaminación por las distintas corrientes de pensamiento.

La historia de las ideas a partir del siglo XVI es apasionante. El paso de la Edad Media a la Moderna, del Antiguo al Nuevo Régimen, viene marcado por el reconocimiento de la autonomía de lo temporal y de la dignidad universal de la persona en cuanto imagen de Dios. En esos años, además de su actividad de culto y de asistencia social, las hermandades asumen también un papel catequizador, catequesis plástica, como contrapunto a la Reforma.

No es momento ni lugar para hacer siquiera un breve síntesis de la historia de las ideas contemporáneas. A grandes rasgos podríamos esbozar una relación cronológica, partiendo de la Ilustración, que pone en el centro de su cosmovisión la razón científica, pasando por el liberalismo, que gira en torno a una concepción de la naturaleza humana de carácter individualista y el marxismo, que prioriza al colectivo sobre el individuo y plantea una visión dialéctica de la historia.

El siglo XX se inicia con un nihilismo o escepticismo radical frente a la imposibilidad, dicen, de conocer la verdad, lo que da paso a un existencialismo, en sus diversas variantes, centrado en la persona y su experiencia inmediata, sin más horizonte.

Muchos pensadores identifican los sucesos de Mayo de 1968 como el momento en que la crisis cultural y antropológica que se venía arrastrando tras la Segunda Guerra Mundial desemboca en una sociedad permisiva, que acaba con los sistemas anteriores.

Desde el relativismo absoluto, los sustituye por movimientos sociales: revolución sexual, feminismo radical, movimiento trans, la ecología como ideología, revisión de la historia, la cultura woke, los metaversos y un largo etcétera.

En todo este tiempo la Iglesia ha mantenido una incesante actividad, identificando y corrigiendo desviaciones y proponiendo modelos acordes con la naturaleza humana y la Revelación. El Concilio Vaticano II es la respuesta global de la Iglesia a estos desafíos y define el papel de los fieles en la sociedad.

¿Y las hermandades? ¿Se podría afirmar que se han mantenido al margen de la historia de las ideas contemporáneas, encerradas en una campana de laboratorio? ¿Se han visto afectadas por las corrientes de pensamiento de cada época o han quedado al margen? ¿Forma parte de su misión participar en ese debate?

La decisión no es optativa. El globalismo actual tiende a borrar las diferencias identitarias o culturales, por eso las hermandades han de reforzar su propia identidad para no quedar arrasadas. Importa que las hermandades, vertebradoras de la sociedad civil, participen activamente en la fundamentación de modelos de pensamiento acordes con la dignidad humana y con la misión de la Iglesia a la que sirven. No necesariamente de forma corporativa, pero sí fomentando la participación de sus hermanos más capacitados a entrar en este debate permanente. Es importante la aportación de esos hermanos, individualmente o en think tanks, en esta apasionante tarea.

El autorIgnacio Valduérteles

Doctor en Administración de Empresas. Director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme Hermano Mayor (2017-2020) de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, en Sevilla. Ha publicado varios libros, monografías y artículos sobre las hermandades.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad