¿Qué hace un ave cuando encuentra su nido destruido? Pasó demasiado tiempo construyéndolo y en cuestión de minutos ha sido desbaratado… ¿la causa? Un fuerte viento, una sierra, una resortera infantil… realmente no importa dicha causa. Lo que observaremos es que esa ave, frente a la pérdida: ¡vuelve a empezar!.
Dos especialidades médicas han aumentado sus consultas de forma muy importante en estos inicios del siglo XXI: psiquiatría y cirugía plástica. El Dr. Enrique Rojas señala que esto es un rasgo característico de nuestros tiempos pues queremos todo fácil y no estamos desarrollando “resiliencia”. Existe una muy baja tolerancia a la frustración quizás por el desarrollo de las tecnologías que hoy nos permiten obtener lo que deseamos de forma casi inmediata. Parece ser que la naturaleza humana requiere del esfuerzo para sentirse plena. El esfuerzo forja carácter y la pereza engendra languidez.
Nos han convencido de que podemos tenerlo todo sin esforzarnos. Cuando las cosas no se dan como las deseamos, la frustración nos invade provocándonos impotencia y desesperación. Nos sentimos devastados y paralizados: aumentan los índices de ansiedad, depresión y estrés. La ideación suicida aparece con mayor frecuencia.
Resiliencia, saber levantarse
Estaremos escuchando mucho acerca de esta capacidad que nos permite levantarnos después de fuertes caídas: resiliencia.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, “la resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Significa ‘rebotar’ de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte”.
Ante pérdidas significativas, tomaremos dos firmes barandales de los que nos podemos asir para sostenernos: ciencia y fe. La primera que nos demuestra nuestra capacidad de “rehacernos”, somos más fuertes de lo que pensamos; y la segunda, que viviéndola nos fortalece de forma inexplicable pero real.
Los especialistas en pérdidas nos señalan 2 pasos básicos para empezar de nuevo:
- Enfócate en lo positivo. Evita pensar en todo lo que perdiste o lo que no tienes. Considera lo que si tienes y aplícate en comenzar de cero si es necesario, agradeciendo por cada pequeña cosa que sí está en ti y contigo ahora.
- Discierne qué es lo que está en tus manos y hazlo, escribe un plan de crecimiento personal. Lo que no está en tus manos, ponlo en manos de Dios. Alimenta tu fe.
Un dolor redentor
¿Estás experimentando dolor y frustración, pérdida y desconsuelo? Únete a Cristo, que experimentó todas estas sensaciones antes de entregar su vida por ti. La Palabra revela que Cristo desde la cruz llega a exclamar: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Y más adelante nos enseña un modo de afrontar este dolor moral cuando dice: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Es momento de que hagas tuya esta frase y la repitas a lo largo de cada día: ¡En Tus Manos, Señor!
Cristo debía perder para ganar. Cristo había de morir para resucitar. Él nos muestra cómo el dolor entregado por amor, tiene valor redentor.
La vida está llena de ciclos, después de las malas rachas vienen las buenas y viceversa. Así que prepárate para volver a empezar desde el amor. Y esta vez, con tu experiencia, podrás determinarte a no cometer los mismos errores. Tu nuevo principio te llevará a ubicarte más arriba de donde te encontrabas.
Antes de que Dios diera el triunfo al pueblo judío por acción de Esther, ella había orado así: “Ayúdame ahora a mi, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío”.
Recuerda: Cuando Dios te da, es porque te quiere pedir; cuando Dios te pide, es porque te quiere dar.
¿Lo has perdido todo?… ¡vuelve a empezar!