¿Fracasos o crisis?

La familia, como entramado de relaciones que es, tiene también un ciclo vital, en el que se dan inevitablemente momentos de crisis.

22 de febrero de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos
relaciones familiares

Todo organismo vivo y sujeto a evolución pasa por crisis, que se entienden como momentos de transición necesaria en el proceso de desarrollo del propio ciclo vital. Las crisis son momentos de inestabilidad, que pueden generar en las personas un grado de inseguridad, e incluso de miedo. Toda crisis plantea retos en los que emergen aspectos que hay que cambiar. Si las crisis fuesen necesariamente fracasos irreparables, no quedaría rastro de vida organizada sobre la tierra.

La familia, como entramado de relaciones que es, tiene también un ciclo vital, en el que se dan inevitablemente momentos de crisis.  Hoy, muchos, con una visión negativa y pesimista, viven estas crisis familiares -normales y necesarias- como auténticos fracasos, como rupturas irreparables. Actúan en sus relaciones familiares, como no lo harían con los bienes de su propiedad. Como si, al detectar una grieta en una pared de la casa, o al descubrir un fallo en las conexiones eléctricas, o en las tuberías de la calefacción, se plantearan como única solución derrumbar la casa e intentar construir otra distinta, en otro lugar.

Afirma Mariolina Ceriotti que ser uno mismo y, a la vez “ser en relación”, requiere flexibilidad y adaptabilidad. Requiere también, en ciertas ocasiones ser capaces de restablecer la relación sobre nuevas bases. Una especie de renovado pacto entre las mismas personas. Es preciso perder el miedo a enfrentarse a las crisis, que marcan el final de una forma de relacionarse, y requieren encontrar el camino hacia una nueva plenitud. Se trata del fin de una etapa vital y el inicio de otra, que debe basarse en un amor y una confianza otorgados con mayor madurez, asumiendo las limitaciones y los defectos de cada uno. El resultado es una relación no sólo más sólida, sino también renovada.

Vivimos en un mundo complejo, lleno de tensiones. Por eso no es de extrañar que las dificultades y crisis sean más frecuentes, y a veces más profundas. No es fácil salir solos de estas situaciones. Cada vez es más necesario -casi imprescindible- contar con el apoyo y el acompañamiento de otras personas. Ordinariamente se experimentan dificultades, para las que no serán necesarias acciones extraordinarias: el ejemplo de otras familias amigas, un buen consejo de nuestros seres queridos, o de otras personas en quienes confiamos, pueden bastar. En otros momentos, sin embargo, será preciso acudir a algún experto, que pueda ayudar a restablecer las relaciones dañadas, proporcionando un apoyo estructural más profundo. Sea como sea, siempre vale la pena invertir en reparar lo reparable. En no dar tontamente por perdido algo tan valioso y tan irreemplazable como es la propia familia.

El autorMontserrat Gas Aixendri

Catedrática en la Facultad de Derecho de la Universidad Internacional de Cataluña y directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia. Dirige la Cátedra sobre Solidaridad Intergeneracional en la Familia (Cátedra IsFamily Santander) y la Cátedra Childcare and Family Policies de la Fundación Joaquim Molins Figueras. Es además vicedecana en la Facultad de Derecho de UIC Barcelona.

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