El mes de abril acaba, como siempre, el día 30. Pero este año… ¡es el domingo del Buen Pastor! Domingo IV de Pascua.
Ese día la Iglesia universal lo dedica a rezar por las vocaciones, pedimos al Señor que cuide de su grey, los cristianos, poniendo en el corazón de los jóvenes el deseo de consagrarse a Él, y entreguen su vida al servicio de los demás.
Ojalá nos acordemos todos de pedir que entre los jóvenes nazca el deseo de evangelizar, de llevar a Cristo a todos los pueblos. Que, con nuestra oración y con nuestros sacrificios, movamos el corazón de Jesús para que ponga la semilla de la vocación misionera en muchos jóvenes. Ojalá podamos, de aquí a unos años, dar el relevo de las misiones a muchos jóvenes que ayuden a que los que ya lo han dado todo, puedan descansar. Ojalá seamos capaces de bajar la edad media de nuestros misioneros españoles que están hoy predicando el Evangelio en los cinco continentes (que, por cierto, es de 75 años).
Pero también acordémonos de pedir que, en los lugares donde nuestros misioneros están evangelizando, surjan vocaciones nativas de aquellos pueblos. Uno de los regalos más importantes que Dios da al trabajo de los misioneros es que su testimonio provoque la llamada de algunos jóvenes a consagrarse como sacerdotes o religiosos y religiosas. Las vocaciones nativas son el mejor legado que los misioneros pueden dejar en la misión.
Muchos jóvenes dan el paso, pero tienen dificultades para seguir adelante con su vocación: culturales e incomprensión, económicas… Es necesario que cuenten con la oración de toda la Iglesia, y con nuestro apoyo económico. El día 30 de abril, puede ser un día en el que nos acordemos de ellos, de su vocación, de su formación, de su perseverancia.
Ponte en camino, no esperes más, es el lema que hemos escogido para esta jornada… ¡vamos a apoyarla!