Si alguien consultara el Código de Derecho Canónico vigente para tener una idea precisa sobre las hermandades se llevaría una sorpresa: no hay ninguna referencia a ellas, como si no existieran, aún siendo una realidad evidente en la Iglesia, a veces con siglos de existencia.
La explicación de este aparente olvido está en el Decreto Apostolicam Actuositatem, del Concilio Vaticano II, en el que establece que, «guardada la sumisión debida a la autoridad eclesiástica, pueden los laicos fundar y regir asociaciones» (n.19).
No se hace mención expresa de las hermandades en el texto jurídico porque están comprendidas en el concepto, más amplio, de asociaciones de fieles.
El Código reconoce y anima las asociaciones de fieles que busquen «fomentar una vida más perfecta, promover el culto público, o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal» (Cfr. c. 298.1), advirtiendo que «corresponde exclusivamente a la autoridad eclesiástica competente la erección de las asociaciones de fieles que pretendan esos fines» (Cfr. c. 301. 1 ).
A partir de aquí se abre un amplio campo de cuestiones para ir organizado el día a día de la hermandad. Hay un peligro cierto de perderse en ese campo realizando muchas actividades, si éstas no se sistematizan y ordenan hacia un fin concreto.
Se trata, en definitiva, de poner puertas a ese campo de límites difusos.
En el mundo de la empresa, que también son asociaciones de personas aunque con misiones diferentes a la de las hermandades, vemos que existen muchas soluciones informáticas para su gestión, son los conocidos genéricamente como ERP (Entreprise Resources Planning) que registran, analizan y relacionan entre sí todas las áreas de la empresa, facilitando su gestión y la toma de decisiones.
Este ejemplo no es trasladable sin más a las hermandades. En una organización que tiene como misión fomentar una vida más perfecta resulta impensable cuantificar los resultados; pero el modelo de estos programas sí puede servir de referencia para definir las distintas áreas de trabajo en la hermandad y la forma en que esas áreas se relacionan entre sí, para ofrecer modelos de gestión.
En principio, en este empeño de sistematizar el gobierno de las hermandades, se podrían identificar cuatro grandes áreas de trabajo:
- El lugar de las hermandades la Iglesia,
- La gestión de los procesos puramente administrativos,
- La organización y realización de las actividades propias de la hermandades,
- La fundamentación doctrinal y social en la que anclarlas.
1) Para definir cuál es el lugar de las hermandades en el seno de la Iglesia, hay que tener ideas muy claras sobre la naturaleza y fines de la Iglesia; el papel de los fieles laicos en la misma; cómo enlazar la libertad y responsabilidad de los fieles cofrades con la dependencia jerárquica, y el conocimiento de las normas canónicas que les afectan. También el papel de las hermandades en la sociedad.
2) Una organización compleja, con personalidad jurídica propia, y a veces con un número elevado de integrantes, exige dotarse de las herramientas adecuadas para que funcionen todos los procesos administrativos y financieros imprescindibles en cualquier organización de personas. Hay que hacer notar que están muy extendidas las soluciones informáticas, tipo ERP, para realizar todos esos procesos con rapidez y seguridad.
3) La organización y realización de las actividades propias de las hermandades, caridad, formación y cultos, es la parte más atractiva de la gestión; pero corre el peligro de convertirse en un fin en sí misma, desligándolas de su misión que es fomentar en los hermanos una vida más perfecta (CIC c. 298). La misión de una hermandad no es la organización de actos litúrgicos o piadosos, aún cuando algunos de estos actos, como la Misa, tiene un valor infinito con independencia de las motivaciones de quienes la organizan.
4) No acaban aquí las tareas de la hermandad, de los responsables de su gobierno. También forma parte de su misión la santificación de la sociedad desde dentro (cfr. LG n.31) lo que significa formarse, y formar a los hermanos, para tener criterio propio y fundamentado en una sociedad tan líquida como la actual, dominada por la cultura woke. Una formación que permita la mejora de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona y su libertad.
Así ponemos puertas al campo, acotamos las referencias que delimitan el trabajo, amplio, de las hermandades, para no perderse en una sucesión de actividades, siempre bienintencionadas, en las que se pierden una buena parte de las energías dedicadas a su gobierno.
Doctor en Administración de Empresas. Director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme Hermano Mayor (2017-2020) de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, en Sevilla. Ha publicado varios libros, monografías y artículos sobre las hermandades.