Cuando los padres se acostumbran a dejar a sus hijos hacer lo que quieren, cuando los hijos desprecian los consejos de sus padres, cuando los maestros tiemblan ante los discípulos y prefieren halagarlos, cuando los jóvenes desprecian las leyes porque ya no reconocen por encima de ellos ninguna autoridad de nada ni de nadie, entonces está a la puertas el comienzo de la tiranía.
Platón. La República
Una de las cosas que convierte a un autor en clásico es que sus enseñanzas traspasan las fronteras del tiempo en el que le tocó vivir y nos llegan a nosotros con la frescura de lo permanente. Esa sensación he tenido al releer esta cita de Platón y pensar en lo que necesita la educación hoy en España, ahora que se está poniendo en marcha una nueva ley educativa.
Porque, frente a lo que a veces se oye, no creo que el problema principal de la educación sea una cuestión de financiación. Jamás se ha invertido tanto en educación como en nuestro tiempo. La mejora de la educación no pasa por aumentar el sueldo a los profesores, por bajar las ratios de alumnos por aula o por tener mejores medios tecnológicos. Todo eso es bienvenido, pero no es suficiente. Más que un problema de medios, la cuestión de la educación un problema de fines. Y es que, como decía Séneca, no hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige.
La sensación que tengo de nuestro sistema educativo en este momento es precisamente que es un gran trasatlántico –no hay más que mirar el presupuesto y las miles de personas implicadas-, pero que va zozobrando, llevado de un lugar hacia otro, sin rumbo fijo. Sabemos que el barco tiene que seguir navegando, los colegios han de estar abiertos, el sistema no se puede parar, pero no sabemos a qué puerto ir.
Los síntomas que apreciaba Platón en su tiempo, y que se repiten hoy, son señales de ese navegar sin rumbo. Los padres y madres permisivos, los profesores que se sienten simples enseñantes pero que no tienen voluntad educativa, los políticos que cambian las leyes cada vez que suben al poder para imponer su propio proyecto partidista, los maestros sin autoridad e impelidos a aprobar masivamente a sus alumnos… ¡Ah, si Platón nos viese hoy…!
Nuestra sociedad vive un momento de desconcierto sobre cómo hemos de educar a las nuevas generaciones y no vale con poner parches.
Javier Segura
En verdad tenemos una crisis en la educación, o como decía Benedicto XVI, estamos viviendo una emergencia educativa, muy ligada a los cambios históricos que nos está tocando vivir. También el papa Francisco ha puesto sobre el tablero de juego internacional la necesidad de repensar y renovar la educación con su llamada a un ‘Pacto educativo global’.
Nosotros en España estamos viviendo esa desorientación de la que hablaba Platón de una manera intensa. La nueva ley educativa y la forma en la que se ha impuesto no hacen sino agravar esa sensación. Pero más allá de esta coyuntura política, nuestra sociedad vive un momento de desconcierto sobre cómo hemos de educar a las nuevas generaciones. Por eso precisamente hemos de ser conscientes de que no vale con poner parches, con fijarnos sólo en los medios, sino que hemos de señalar el rumbo que nos lleve al puerto de una renovación de la educación que, como pide Francisco, ponga a la persona en el centro.
Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.