La reciente visita del Papa Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolomé a la isla de Lesbos ha puesto de relieve cómo unas relaciones ecuménicas abiertas contribuyen al avance de los derechos humanos. He aquí una valoración desde el Patriarcado de Constantinopla.
— John Chryssavgis
No se puede restar importancia al significado de la visita conjunta a Lesbos que realizaron el sábado 16 de abril los máximos representantes de las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente. Y no debería empequeñecerse su impacto sobre la crisis de los refugiados, a pesar de la dimensión espiritual y simbólica que tuvo, así como su naturaleza apolítica y su refrescante espontaneidad.
Esta ha sido la quinta vez que ambos líderes se han encontrado, y la segunda que han peregrinado conjuntamente desde la elección del Papa Francisco en 2013. En cada una de estas ocasiones ambos han manifestado su solidaridad con la gente que sufre a causa de la guerra, la persecución, la pobreza y el hambre, así como por las repercusiones ecológicas de la injusticia social. Francisco y el Patriarca Bartolomé han puesto de relieve en varias ocasiones, y desde el inicio mismo de sus relaciones, que entienden bien el papel de la Iglesia en el mundo. Saben qué importa o, al menos, qué debería importar a la Iglesia; y comprenden que la responsabilidad y el ministerio de la Iglesia deben hacerse presentes en el mundo.
Muchos de los encuentros de estos dos hombres extraordinarios han sido espontáneos. Por ejemplo, cuando el Patriarca asistió a la Misa inaugural del pontificado del Papa, en marzo de 2013, fue la primera vez en la historia que ocurría algo así: no desde el siglo XX o desde el Concilio de Florencia en el siglo XV, no desde el cisma (o ruptura) entre la Iglesia Romana y las Iglesias ortodoxas; nunca antes había ocurrido.
Justo un año después, cuando Francisco invitó a los presidentes Peres y a Abbas al Vaticano, en junio de 2014, solicitó de forma espontánea a Bartolomé que extendiera juntamente con él la invitación a esos dos líderes políticos. Fue también una manera de recordarles que lo religioso debe trascender a lo político y que la violencia no puede sostenerse en nombre de la religión.
John Chryssavgis archidiácono del Patriarcado Ecuménico; asesor teológico del Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé.