Papables: mucho ruido y pocas nueces

Las especulaciones sobre los "papables" antes de un cónclave suelen ser inciertas, ya que la elección del Papa depende de dinámicas internas impredecibles. Hacer caso a los pronósticos mediáticos es una forma de agitarse interiormente.

27 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
papables

@CNS photo/Vatican Media

En los últimos tiempos, cada vez que se acerca la posibilidad de un cónclave, surgen infinidad de especulaciones sobre quién será el próximo Papa. Listas de «papables», análisis de “expertos” y quinielas que circulan sin cesar, pero la realidad es mucho más incierta de lo que parece. La historia ha demostrado que las elecciones papales pueden deparar grandes sorpresas, como ocurrió con la elección de Juan Pablo II en 1978.

El caso de Karol Wojtyla es un claro ejemplo de cómo el Espíritu Santo y las dinámicas internas del cónclave pueden conducir a una elección inesperada. En aquella ocasión, dos cardenales italianos partían como favoritos, pero la división en sus apoyos impidió que alguno de ellos alcanzara la mayoría necesaria. En el fondo había dos grupos numerosos que no estaban dispuestos a apoyar bajo ningún concepto al candidato rival. Por eso fue necesario buscar un cardenal no italiano que fuera aceptado por una amplia mayoría. Así emergió la figura de un polaco prácticamente desconocido, que terminó siendo elegido y marcando la historia de la Iglesia.

Hoy en día, la situación no es muy distinta. De los 135 cardenales electores, muchos no se conocen entre sí. La ausencia de reuniones frecuentes, como los consistorios de cardenales, ha dificultado el contacto y el conocimiento mutuo, lo que hace que cualquier pronóstico sea aún más incierto. Hay unos 30 cardenales conocidos, ya sea porque trabajan en la curia romana o porque han saltado a la palestra mediática por alguna razón particular, pero ninguno de ellos tiene un liderazgo lo suficientemente claro como para obtener los dos tercios de votos con rapidez. Por eso, a pesar de la insistencia de los medios en señalar a los «papables», la realidad es que la elección puede recaer en alguien inesperado.

Además de esto, hay que tener en cuenta que el interés mediático que genera la elección papal incentiva a los periodistas a alimentar el debate con nombres y perfiles de los cardenales más visibles. Titulares que incluyan la palabra “papable” son muy tentadores y los lectores caemos con facilidad en el “clickbait”, pero esto no significa que sean realmente los que tienen más posibilidades. Hasta que no comiencen las votaciones y se produzcan los primeros escrutinios, no se podrá vislumbrar quién tiene opciones reales. La dinámica del cónclave es impredecible y hasta que los cardenales no voten varias veces, no se podrá entrever la tendencia de la elección.

Por ello, es recomendable relativizar muchísimo las especulaciones y, sobre todo, no perder de vista que en estas elecciones, como en la historia de la Iglesia, la Providencia juega su papel. Al final, como decía Ratzinger, no será el Espíritu Santo el que elija al Papa, pero sostendrá a la Iglesia y al Papa por encima de las estrategias y predicciones humanas.

El autorJavier García Herrería

Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.

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