Olvidado bien común: el ejemplo paradigmático de la DANA

El bien común se nutre de la búsqueda de la perfección, basada en la dignidad humana, que lleva a ejercer el principio de la solidaridad, por parte de los ciudadanos -grandes héroes en la DANA- y el principio de la subsidiariedad por parte del Estado e instituciones, grandes ausentes en esta crisis social.

21 de febrero de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
DANA

Un hombre camina por la calle tras el paso del temporal DANA (OSV News photo / Eva Manez, Reuters)

Vivimos todavía las consecuencias devastadoras de la DANA en Valencia, donde las estructuras básicas, como los cauces o el Metro, no están restablecidas y todo indica que va para largo. El problema no está solo en la demora, sino también y sobre todo en la falta de intención por volver a restituir la situación anterior. Parece un tema olvidado o normalizado por muchos, como la situación de los damnificados por el volcán de las Palmas.

El problema de fondo en este caso no está en las múltiples ideologías como la cancelación de las minorías, la ideología de género, o de “fantasmas” como la posverdad, la temida IA, la complicada geopolítica, o como dice Luri «el avance desolador de los cuatro modernos jinetes del apocalipsis (superpoblación, agotamiento de recursos, contaminación y cambio climático)», sino en el gran olvidado en nuestra sociedad que, sin duda, es el bien común, ya que parece que solo está presente el bien individual, en muchos casos vestido de apariencia de diálogo social y de democracia.

Julio Llorente en la Taberna Ilustrada (podcast de Vionemedia), indicaba en un programa sobre el bien común, cuál es su definición para de esta realidad posible: una comunión entre gobernantes y gobernados y con la realidad. En este caso claramente podemos hablar de falta de comunión.

Estado y ciudadanos

Gregorio Guitián, experto en Doctrina Social de la Iglesia de la UNAV, le llama la atención precisamente este caso paradigmático de la DANA, por la clara falta de ayuda que se ha prestado en esta tragedia. La clave para resolver esta situación para este profesor está en la constitución pastoral “Gaudium et Spes”, en concreto cuando se dice: “No se puede encontrar la propia plenitud si no es en la entrega sincera a los demás”. Es decir, que no podemos continuar nuestra vida como si nada cuando hay una crisis en la sociedad, porque somos seres sociales.

El lema político de la pandemia de “no dejar a nadie atrás” debería ser un principio real y proactivo en este momento y en todo momento, en especial cuando haya fragilidad colectiva, por parte de los políticos y los ciudadanos. En cambio el lema popular “solo el pueblo salva al pueblo” es incompleto, porque como sociedad hace falta un Estado y unas instituciones que realicen una función subsidiaria.

Podemos decir que el bien común se nutre de la búsqueda de la perfección, basada en la dignidad humana, que lleva a ejercer el principio de la solidaridad, por parte de los ciudadanos -grandes héroes en la la DANA- y el principio de la subsidiariedad por parte del Estado e instituciones, grandes ausentes en esta crisis social.

Vuelta al bien común

Profundizando más en el bien común con el breve pero certero libro de Mariano Fazio titulado “Ciudadanía. San Josemaría y el bien común”, podemos leer casi al finalizar el libro, una carta pastoral de abril de 2013 escrita por Javier Echevarría, donde éste cita a su vez el siguiente texto clarificador de Escrivá, sobre la opción preferencial, bien entendida, por los pobres: “En estos tiempos de confusión, no se sabe lo que es derecha, ni centro, ni izquierda, en lo político y en lo social. Pero si por izquierda se entiende conseguir el bienestar para los pobres, para que todos puedan satisfacer el derecho a vivir con un mínimo de comodidad, a trabajar, a estar bien asistidos si se ponen enfermos, a distraerse, a tener hijos y poderles educar, a ser viejos y ser atendidos, entonces yo estoy más a la izquierda que nadie. Naturalmente, dentro de la doctrina social de la Iglesia, y sin compromisos con el marxismo o con el materialismo ateo; ni con la lucha de clases, anticristiana, porque en estas cosas no podemos transigir”.

Por lo tanto un retorno o “pendulazo” de vuelta al bien común es necesaria en una sociedad polarizada, atomizada y dividida como es la nuestra. La solidaridad y la subsidiaridad son muestra de la búsqueda del bienestar de todos.

El autorÁlvaro Gil Ruiz

Profesor y colaborador habitual de Vozpópuli.

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