La celebración anual del misterio pascual nos lleva, de forma siempre nueva, al testimonio del cuarto evangelista que declara cumplida la palabra profética de Zacarías: mirarán al que traspasaron (Zac 12, 10). La lanzada del soldado abre el costado de Jesucristo convirtiéndolo en manantial de vida. De la entrega hasta la muerte nace la fuente que mana hasta la vida eterna. El que lo vio da testimonio (Jn 19, 35) y en su testimonio está el camino para llegar hasta esta fuente: mirar al que traspasaron.
Al mostrarnos sus llagas gloriosas, el Resucitado nos abre las puertas del Misterio y nos invita a entrar por ellas para desvelarnos el secreto de su Corazón: el Amor infinito de la Trinidad Santa habita en ese Corazón, humano como el nuestro. Y este Corazón se ha dejado traspasar para que experimentemos cómo sus heridas nos han curado (1 Pe 2, 24).
Al cumplirse el centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús, desde la joven diócesis de Getafe invitamos a todos los fieles a mirar al que traspasaron para unirse con devoción profunda a su renovación. No pocos se preguntan, fuera y dentro de la Iglesia católica, si tiene sentido renovar en nuestros días esta consagración.
Sin ignorar las connotaciones sociopolíticas de la consagración de 1919, entendemos la renovación de la consagración como un acto de piedad de los fieles en España que desean responder a las exigencias evangelizadoras del momento presente, haciendo a todos partícipes del Amor de Dios que se nos ha revelado en el Corazón de Jesús.
Desde la fe, todo acto de consagración, personal o comunitario, es siempre una respuesta de amor al Amor primero de Dios. Quien consagra su vida al Corazón de Jesús, responde agradecido al amor extremo de Dios entregándole lo que reconoce haber recibido de Él: entendimiento, voluntad, afectos, todo cuanto es y tiene.
Así entendida, la consagración encuentra su origen en la vida nueva recibida en el bautismo, e implica siempre un reconocimiento, un ejercicio de reparación y un compromiso misionero. Al renovar la Consagración expresamos nuestro agradecimiento al Señor por la herencia de santidad recibida de nuestros mayores, pedimos un profundo rejuvenecimiento de la fe en España y nos comprometemos a afrontar con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro. n