Las sucesivas oleadas migratorias de hispanos/latinos hacia los Estados Unidos han traído consigo, entre otras tantas cosas, un cambio muy significativo en el número, en la composición y en el perfil de la Iglesia Católica en Estados Unidos.
El fenómeno de la creciente y enorme presencia hispana/latina en los Estados Unidos, advertida y acogida por la Iglesia Católica, especialmente en las últimas siete décadas, pasó de las tímidas y casi clandestinas celebraciones eucarísticas en latín o “medio español” y en los sótanos de los templos a la celebración de encuentros nacionales del ministerio o pastoral hispana católica en esta nación.
El camino al Plan Pastoral
Hitos históricos de estos cambios son, entre otros, los siguientes años: en 1945 se establece, oficialmente, la primera oficina nacional para el ministerio hispano y en los años 1972, 1977, 1985, 2000 y 2018, después de arduo trabajo, procesos de consultas y discernimiento fueron convocados y realizados los cinco sucesivos encuentros nacionales del ministerio hispano.
Fruto de la ya larga trayectoria histórica de la presencia hispana/latina, de la acogida y experiencia de la Iglesia y de lo compartido y aprendido en los encuentros nacionales ya mencionados, este Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano/Latino pretende ser una hoja de ruta, una camino, un derrotero por donde avancen las acciones de la Iglesia Católica en los Estados Unidos y de los hispanos/latinos que en ella peregrinan con su fe, en la construcción del Reino de Dios, mediante el mandamiento del amor, para “un cielo nuevo en una tierra nueva”, es decir, para una mejor sociedad estadounidense y un mundo nuevo, más justo, más fraterno y más solidario, según los criterios del evangelio de Jesucristo.
El quinto encuentro nacional, volcado en el documento y Plan del que les hablo, siempre a la luz del evangelio, quiso recoger visión y doctrina sobre la Iglesia del Papa Francisco, especialmente en el contexto del sínodo sobre la sinodalidad, además de ponerse a tono con la Iglesia católica en centro y sur América, desde las enseñanzas proclamadas por el episcopado latinoamericano en Aparecida, Brasil.
Las líneas de acción
El Plan, que aquí les presento, consta de cinco partes, en las que se da a conocer la visión de lo que debe ser la pastoral hispana en los Estados Unidos y se sugieren líneas de acción que consideran a los católicos como discípulos misioneros, alimentados por la eucaristía, enviados a anunciar el evangelio y a dar fruto. Discípulos animados por la Palabra que – mediante el encuentro con Cristo – forman una Iglesia profética, multicultural y sinodal que promueve la integración, la inclusión, la justicia y la misericordia.
Pero, además, este Plan Pastoral Nacional señala unas prioridades pastorales a tener en cuenta en los proyectos pastorales parroquiales y diocesanos: la formación en la fe, el acompañamiento de las familias, la pastoral juvenil, la inmigración, la atención pastoral a los que se encuentran en la periferia, entre otras.
La salud como prioridad
Como CEO de SOMOS Community Care, advierto la ausencia del tema de la salud como prioritario en un Plan Pastoral de la Iglesia Católica. Y aunque puedo entender y excusar dicha omisión, por lo mayoritariamente joven que es nuestra comunidad hispana/latina, el asunto de la salud es tema que no puede ser olvidado porque sin él no hay vida ni “vida abundante” (Jn 10, 10).
Etimológica y teológicamente hablando “salvación” es sinónimo de “salud”, porque a ello dedicó gran parte de su ministerio público Jesús de Nazaret y porque una tarea evangelizadora y pastoral que no sea completa, totalizante, holística, para todo el hombre y para todos los hombres, traiciona la salvación universal e integral que nos regala Dios en Jesucristo.
La Iglesia, Madre y Maestra
Este Plan es, evidentemente, un esfuerzo – que agradecemos – de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos por resumir experiencias, por iluminar la vida de la comunidad hispana/latina presente en los Estados Unidos con la luz del Evangelio que es Cristo mismo, pero, sobre todo, es un esfuerzo por tener un método (camino), una agenda común de líneas de acción pastoral que nos señalan la senda que todos juntos (sinodalidad) debemos recorrer.
Este Plan es también una muestra de la sensibilidad, interés, acogida y preocupación que la Iglesia Católica en los Estados Unidos, como “Madre y Maestra” ha tenido y tiene hacia los inmigrantes hispanos y es, también, al mismo tiempo, un homenaje a todos los ministros ordenados y laicos que en el transcurso de tantas décadas han engrandecido, de tantas maneras, la presencia de la comunidad hispana/latina en esta sociedad y en la Iglesia Católica en los Estados Unidos. Que todos nos sintamos representados en este Plan Pastoral Nacional y para todos va nuestra memoria agradecida.
Un esfuerzo común
Deseo que adquiramos este documento en las parroquias o directamente en los contactos de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, su sigla en inglés). Que conozcamos este Plan Pastoral. Que todos participemos activamente en él. Que seamos agentes de cambio y de buenas noticias.
Que este Plan sea herramienta de trabajo y camino para que todos – en sociedad y en comunidad eclesial – “seamos uno” (Jn 17, 20-23) en el respeto por las diferencias que, en vez de dividirnos, nos enriquecen, para que vivamos la integración y la unidad en la diversidad. Herramienta y método para que realicemos la comunión y participación fraternas que resultan del Evangelio. Plan, método e instrumento “para caminar juntos como alegres discípulos misioneros en salida, en la solidaridad y la misericordia” (Plan citado, parte 1, pág. 7) y para que, en definitiva, vivamos la “catolicidad”, es decir, la fraternidad universal querida por Jesucristo, nuestro “Camino, Verdad y Vida”.
El documento del Plan Pastoral Nacional aquí presentado comienza diciendo que “la presencia hispana/latina es una bendición de Dios para la Iglesia y para nuestro país”. Deseo y propongo que en este 2024, que en los próximos diez años que el Plan contempla y que siempre, cada hispano/latino e hispana/latina, presente en los Estados Unidos, se sienta acogido y capaz de acogida con todos.
Que los hispanos/latinos nos sintamos responsables y capaces de transmitir, con hechos y con palabras, lo mejor de nuestros valores, tradiciones y cultura. Que con nuestras acciones cotidianas seamos constructores de una mejor Iglesia y una mejor sociedad.