¿Estás pasando por una situación que te sobrepasa? ¿Una noticia inesperada, una enfermedad, una pérdida importante? ¿Te preguntas por qué? ¿Reniegas del sufrimiento, de la injusticia, del dolor?
Recuerda este principio: lo que rechazas se convierte en tu enemigo. Carl Jung, pionero de la psicología profunda, lo expresaba así: lo que aceptas, te transforma; lo que niegas, te somete.
Lo mejor que puedes hacer frente a la adversidad es aceptarla. Sólo así podrás lidiar eficazmente con ella.
Las Sagradas Escrituras alimentan nuestra esperanza: “Sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien” (Rom 8, 28).
Contamos con innumerables ejemplos de personas que han conocido maravillosos talentos escondidos justamente al enfrentar un desafío inesperado.
¿Sabes lo que es un zulo? El diccionario lo define como un lugar oculto dispuesto para esconder ilegalmente cosas o personas secuestradas. En uno de ellos estuvo viviendo por 257 días Bosco Gutiérrez. Arquitecto mexicano que fue secuestrado, despojado de todo, habitó en este lugar oscuro sin escuchar jamás la voz de sus celadores.
Dicen que el éxito no es para los más fuertes sino para los que saben adaptarse. Después del shock inicial, Bosco cae en depresión al ver pasar los días sin ser rescatado. Sin embargo, en algún punto en que sus secuestradores lo veían al borde de la muerte, le animaron presentando un letrero que decía: “¡Viva México!, hoy es 16 de septiembre”. Fue entonces que supo que llevaba un mes en esas condiciones y sintió que debía adaptarse por su propio bien. Se cuestionó seriamente su fe, ¿creía verdaderamente en Dios? Asintió y asumió que estaba en Sus manos. Pensó en su familia y deseó con vehemencia volverla a ver. Así que pidió lo necesario para limpiar perfectamente aquel zulo que medía 3 x 2 metros y diseñó un horario en el que leía la Biblia, escribía cartas, decía la Misa de memoria, y hacía jogging en su pequeño espacio.
8 principios ante la adversidad
Escribió 8 mandamientos que regirían su día a día, los pegó en la pared para tenerlos a la vista:
- Acotar la imaginación. “No le daré vueltas a lo que me pasa, perjudicaré mi salud y no lograré nada”
- Inteligencia práctica. “Me adaptaré a las circunstancias”
- Mantener la fe. “No discutiré con Dios, Él sabe mejor que yo lo que me conviene”
- Esperaré pacientemente. “Esto durará lo que Dios quiera”
- Aprovechar para rezar. “Pediré por los que yo quiero, creceré en el sacrificio y el abandono”
- Recordar que hay muchas personas que sufren más que yo. “Estoy bien aquí, no me falta nada”
- Sacaré propósitos prácticos para ser mejor a mi regreso
- Ser optimista. No perderé la esperanza, desterraré los pensamientos negativos.
Estos principios indudablemente tienen el aval de los especialistas más actualizados en neurociencias. Cada una de las acciones que se propuso llevar a cabo le ayudaron a configurar un cerebro sano, positivo y emprendedor. Además, su vida de fe y oración mantenía viva su esperanza, por lo que pudo, en el momento preciso, escapar y reencontrarse con su familia totalmente sano y salvo.
Hoy ha publicado su testimonio en libro y en película. Además imparte conferencias con profundas reflexiones que motivan a miles a perseverar en toda circunstancia. Confirmó en medio de su dolorosa experiencia lo que afirmó atinadamente Nietzsche con la frase: “aquél que tiene un por qué, encontrará siempre un cómo”.
Acepta con paz tu realidad, pide ayuda a Dios y enfrenta con sabiduría lo que venga.