FirmasAndrea Tornielli

Las verdaderas emergencias

El drama de las migraciones representa un reto de primer orden para Occidente. En esta ocasión, Andrea Tornielli dedica su columna mensual en nuestra revista a subrayar el enfoque del Papa Francisco durante la audiencia con el Cuerpo Diplomático. 

9 de febrero de 2016·Tiempo de lectura: 2 minutos

Todo el mundo (sobre todo los círculos político-mediáticos de Occidente) nos dice diariamente que la mayor emergencia mundial en este momento es el ISIS, el califato musulmán con su carga de terror fundamentalista que amenaza y mata a otros musulmanes y a las minorías religiosas de la región. Claro que sí, esta es una verdadera emergencia. Pero el Papa Francisco nos dice que en realidad la mayor emergencia es otra: la de las migraciones y los refugiados.

De esta manera se expresó el Pontífice el pasado 11 de enero ante el Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, es decir, los embajadores de los países del mundo que tienen relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Este año el discurso estuvo centrado en el tema de las migraciones. El Papa destacó la necesidad de establecer planes a medio y largo plazo en materia migratoria, que no se queden en la simple respuesta a una emergencia, y que sirvan para una integración real en los países de acogida, además de favorecer el desarrollo de los países de proveniencia con políticas solidarias que no sometan las ayudas a estrategias y prácticas ideológicas ajenas o contrarias a las culturas de los pueblos a las que van dirigidas.

Francisco también subrayó el esfuerzo europeo por ayudar a los refugiados, y pidió que no se pierdan los valores de acogida, aunque reconoció que estos a veces se vuelven “una carga difícil de soportar”.

Este es el tema: Europa no tiene que olvidar sus valores, integrados también por su herencia cristiana. Frente a los migrantes no puede simplemente cerrar su frontera. Llama mucho la atención el hecho de que sobre este tema falta todavía una mayor conciencia de todas la Iglesias del continente.

“Gran parte de las causas que provocan la emigración”, dijo el Papa, “se podían haber ya afrontado desde hace tiempo. Así se podría haber evitado o, al menos, mitigado sus consecuencias más crueles. Todavía ahora, y antes de que sea demasiado tarde, se puede hacer mucho para detener las tragedias y construir la paz. Para ello, habría que poner en discusión costumbres y prácticas consolidadas, empezando por los problemas relacionados con el comercio de armas, el abastecimiento de materias primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al desarrollo, hasta la grave plaga de la corrupción”.

El autorAndrea Tornielli

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