El objetivo es pedir por la paz, honrando los 250 años de presencia de una imagen de Nuestra Señora del Rosario, esculpida en Cádiz (España), a la cual los rosarinos consideran “Fundadora” de la ciudad, hecho que ha sido declarado simbólicamente en el ámbito civil, tanto por múltiples resoluciones del Municipio respectivo, así como por leyes provinciales y nacionales.
La devoción a Nuestra Señora del Rosario se remonta a 1730, cuando la ciudad era un insignificante caserío. El amor a la Señora del Rosario fue creciendo de modo pujante, especialmente desde la llegada de la imagen encargada a un escultor de Cádiz.
Además de suplicarse a Dios, por intercesión de su Madre bendita, que haya paz, el arzobispo Mons. Eduardo Martín ha promovido que réplicas especialmente bendecidas de la imagen, recorran durante este tiempo de gracia, todos y cada uno de los hogares, para que en ellos reine de modo efectivo la paz; y lo hizo invitando a los fieles a recibirla en sus casas con singular devoción.
Rosario es una de las principales ciudades del país, en la cual destacan sus luces y sombras. Como hecho anecdótico puntual, no podemos obviar señalar en estos días que es cuna de grandes líderes de renombre mundial en lo atinente al deporte y que es una ciudad portuaria y trabajadora, agroindustrial y cerealera. Pero, he aquí las sombras, el narcotráfico en los últimos 20 años está haciendo estragos, y el principal es el siguiente: no hay paz en los corazones.
La Virgen del Rosario es reconocida como patrona y fundadora de la ciudad. Y este año, como bien señala el obispo del lugar, será oportuno para “hacer memoria y mantener vivas las raíces que hacen profunda nuestra identidad, reafirmando a Rosario como ciudad de María, y a nuestra arquidiócesis como arquidiócesis de María”.
El Año Mariano ha sido objeto de atención por parte del Papa Francisco, quien además de conceder las habituales indulgencias plenarias, quiso dirigir un singular y emotivo mensaje a todos los fieles católicos de la ciudad.
El Papa vivió hasta su elección como Romano Pontífice en la ciudad de Buenos Aires, próxima a Rosario, y es gran conocedor del principal problema de inseguridad que aflige especialmente a la población: el tráfico de drogas (con todos sus derivados: crímenes, pobreza, robos, descomposición familiar, daños cerebrales irreparables…). En este sentido, destaca el lema del Año Mariano: “Con María del Rosario misionamos por la paz”.
El obispo Eduardo Martín señaló: “Necesitamos vivir seguros y en paz en nuestra sociedad. Hay mucha sangre derramada, muchas familias destrozadas, muchos inocentes que han perdido la vida. Por eso, imploramos a la Virgen el don de la paz y nos comprometemos a ser instrumentos de esa paz que nos da el Señor, siendo misioneros por la paz”.
La Señora del Rosario es venerada por haber dispensado innumerables gracias a sus devotos, curando enfermedades, trayendo la lluvia en tiempos de sequía y, sobre todo, protegiendo a la población de las epidemias vecinas y de los sangrientos ataques de los indígenas que azotaban a la población con robos, secuestros de mujeres y niños, y múltiples asesinatos.
Según la historia, la devoción a la Virgen tocó el corazón de los nativos, inicialmente hostiles, dando lugar a la paz y la fraterna convivencia con los colonos, generando atracción por el bautismo cristiano. Así, en un tiempo relativamente breve de inmensa paz (menos de cien años), Rosario, ciudad que se encuentra a orillas del río Paraná, llegó a ser una localidad notable, dotada de uno de los principales puertos exportadores de cereales del mundo. Esto hubiera sido imposible sin la paz y la unidad con los nativos.
A la luz de este hecho histórico, merece observarse que, hace 250 años, el problema de inseguridad rosarino era externo (hostiles indígenas), en cambio, ahora, es predominantemente interno: droga y asesinatos; de hecho, el Papa Francisco en su mensaje, alude a los casi 300 homicidios cometidos en la ciudad a lo largo de este 2022.
Por tanto, a diferencia de otros tiempos, en los que se invocaba a la Virgen pidiendo la paz externa (los “malones” que azotaban a la población), ahora se pide por la paz interna de los corazones, por los jóvenes que son víctimas de la droga procurando huir erróneamente del vacío existencial interior, por la ausencia de valores familiares, y de familia en sí, que da lugar a múltiples corazones agobiados de dolor y resentidos.
Este es el gran objetivo, curar a los rosarinos por dentro, para que puedan peregrinar por esta vida, con alegría y paz, en unión con sus hermanos, hacia la Patria celestial. Quiera Dios que este objetivo se difumine en tantos otros lugares del mundo donde existen crecientes problemas análogos.
Sacerdote. Doctor en Derecho y en Filosofía, Argentina.