Sí. Yo soy de esa juventud del Papa que hoy ha partido al Cielo.
Sí. Yo soy de esa juventud que coreaba el nombre de Benedicto XVI por las calles de Madrid y en el aeródromo de Cuatro Vientos hace ya más de diez veranos.
De esa juventud por la que un hombre de 83 años aguantó más de 40 grados bajo el sol y un vendaval de aire y lluvia por la noche, aferrado a la Cruz.
De esa juventud a quien el Papa enseñó que –al igual que aquella noche resistimos bajo la lluvia– con Cristo podríamos también superar todos los obstáculos de la vida.
Yo soy de esa juventud en la que aquel Papa de frágil constitución, confiaba, esa juventud a la que pidió, sin ambages, que estuviera siempre alegre, y que diera testimonio en todas las circunstancias.
Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa deja el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.
Sí, soy de esa juventud que debe de agradecer a Benedicto XVI todo lo que le ha enseñado, no solo a través de sus palabras, sino también con su ejemplo de entrega aún en las dificultades.
Hoy es día para dar gracias a Dios por Joseph Ratzinger, porque un día lo eligió y lo puso a nuestro servicio.
Hoy es día de rezar por él, de rezarle a él y de rezar por la Iglesia de Cristo. Hoy como entonces, seguimos siendo la juventud del Papa. Del que fue y del que vendrá.
Porque hoy, como entonces, proclamamos que éste es nuestro Papa, que ésta es nuestra Iglesia, que somos, si no en edad, en corazón, su gozo y su corona.
Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.