Gracias al estilo directo del Papa, al entusiasmo de los jóvenes y a la buena organización, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en las diócesis y en Cracovia ha superado todas las expectativas. Podríamos decir que este evento ha sido uno de los más importantes de los más de 1.000 años de la historia de Polonia. Por primera vez, un encuentro ha contado con la participación de jóvenes de más de 180 países.
“Jóvenes-sofá”: estas palabras, pronunciadas por el Papa Francisco en italiano y en polaco, expresan que el tiempo que hoy estamos viviendo necesita personas que no confundan la felicidad con la comodidad del sofá y la pereza. Sin duda, para muchos es más fácil y rentable tener jóvenes engañados, que confunden la felicidad con un canapé o un sofá; les conviene más que tener jóvenes inteligentes, que quieran responder a todas las aspiraciones del corazón. “Os pregunto a vosotros: ¿queréis ser jóvenes adormilados, embobados y atontados? ¿Queréis que otros decidan el futuro por vosotros? ¿Queréis ser libres?”, dijo a los jóvenes el Papa Francisco, animándoles dos veces a tomar las riendas de su propia vida y a no jubilarse a los 20 años.
El entusiasmo de la fe es una característica de las JMJ. En Cracovia no ha sido fácil oír a los que hablaban en polaco, porque las calles se han llenado con el canto de personas de todo el mundo. Su entusiasmo, sus sonrisas y su alegría han sido compartidos por los habitantes de Cracovia, que han mostrado su sentido de la hospitalidad acogiendo generosamente a los peregrinos. En los encuentros con el Papa podíamos sentir el ambiente familiar, y el Santo Padre parecía un abuelo dirigiéndose a sus nietos.
Los jóvenes elogiaron la organización de la JMJ. Algunos participantes dijeron que el Campus Misericordiae en Brzegi era la infraestructura más grande y mejor preparada de la historia de las JMJ. Apreciaron los esfuerzos del Estado y de la Iglesia, así como de los voluntarios, para acoger lo mejor posible a los jóvenes provenientes del mundo entero.
Los Obispos de Polonia, como los jóvenes, están muy agradecidos al Santo Padre Francisco por haber escogido Polonia, y en concreto Cracovia para esta JMJ, que ha coincidido con la celebración del 1.050 aniversario del Bautismo de Polonia y con el Jubileo de los Jóvenes, en el Año de la Misericordia. La Santa Misa de despedida ha sido como un envío de chispas de misericordia a todo el mundo. Los jóvenes han aceptado el reto con entusiasmo.
Llegan cada vez más noticias de conversiones de jóvenes que han experimentado la cercanía de Dios y la transformación de su vida después de la JMJ. También se ha despertado en muchas personas el hambre de valores. Es evidente incluso en la web, donde los jóvenes quieren compartir los contenidos de la fe y su espiritualidad. Es mérito de Francisco, que una vez más ha sorprendido a muchos. El sucesor de San Pedro, a sus casi 80 años, ha hablado el lenguaje de los adolescentes, utilizando comparaciones que se imprimían en la imaginación.
Tal vez por primera vez en la historia de la Iglesia se ha oído en la homilía de un Papa la expresión “disco duro”. Los jóvenes, sin embargo, han entendido exactamente lo que expresaban las palabras del Papa: “Fiaos del recuerdo de Dios: su memoria no es un ‘disco duro’ que registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal” (Campus Misericordiae, 31 de julio de 2016). De misma manera, hablaban a la imaginación las palabras: “Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple ‘mensajito’”. Pero no se trata sólo del lenguaje con que el Papa habló a los jóvenes, sino también de su significado. Los jóvenes sentían que estaban hablando con alguien cercano a ellos. Volviendo de Polonia, Francisco, confesó a bordo del avión que había hablado con los jóvenes como un abuelo con sus nietos.
Después de la JMJ, la Presidencia de la Conferencia de los Obispos Polacos subrayó: “En los últimos días ha surgido una vez más entre nuestros compatriotas el espíritu comunitario que nuestra Patria tanto necesita para su desarrollo. El espíritu comunitario, extendiendo sus raíces en los 1.050 años en nuestra historia, dio a los polacos durante siglos un fuerte sentido de identidad. Una comunidad de valores, que está por encima de las divisiones, nos hace mirar hacia el futuro de nuestro país con esperanza”.
Con esperanza aguardamos lo que sucederá después de la JMJ de Polonia, confiando en que el tesoro –en sentido bíblico– no quedará enterrado, sino que se multiplicará. Ahora bien, ahora mucho depende de cada uno de nosotros.
Paweł Rytel-Andrianik
Director de la Oficina de Comunicación Internacional, Secretariado de la Conferencia Episcopal de Polonia.