El Papa Francisco ha estado por fin en la tierra a la que deseaba venir: Japón, el país del sol naciente. Durante el encuentro con los obispos japoneses, apenas llegar a Tokyo, uno de ellos le preguntó: Santo Padre, ¿por qué ya desde que era joven tenía la ilusión de venir a nuestro país? El Papa contestó así: “No sé por qué, pero tenía ese deseo desde joven. Después, una vez expresé oficialmente por escrito este deseo mío a mi superior, el Provincial, pero él me dijo que no, porque pensaba que mi salud, ya que no tengo un cuarto parte del pulmón, no resistiría en la tierra de misión. Así que yo hice, años más tarde, una ‘venganza’ cuando yo era Provincial, enviando a cinco a Japón”. Y el traductor que acompañó todo el viaje al Papa era uno de los cinco, el P. Renzo de Luca, SJ. Sin embargo, yo pienso que aquel jesuita argentino que se llamaba P. Jorge Bergoglio ha llevado a cabo ahora su mejor venganza: la de venir a Japón como sucesor de Pedro.
El segundo Papa en Japón
En efecto, ha sido el segundo Romano Pontífice en pisar la tierra nipona, después de que lo hiciera san Juan Pablo II hace 38 años. Se trata del país en el que san Francisco Javier sembró la semilla cristiana por primera vez, y también el país al que el joven jesuita Jorge Mario Bergoglio hubiera querido venir como misionero. El programa, de cuatro días, era intenso.
Aunque en la población de Japón los católicos son una absoluta minoría -450.000 personas en una población total de 120 millones-, los medios de comunicación han informado ampliamente de su venida, así como de los diversos eventos. Por ejemplo, en la primera página de todos los periódicos apareció la fotografía del Papa rezando en Nagasaki e Hiroshima, o en compañía de la gente en varios lugares de Tokyo. La televisión nacional, la NHK, retransmitió en directo la visita del Papa al parque memorial de la bomba atómica de Nagasaki, consiguiendo el 20 % de la cuota de pantalla, lo que equivale a la final del campeonato mundial de rugby que se jugó hace poco tiempo.
Medios de comunicación
La mayor parte de esas informaciones en los medios de comunicación hablaba sobre sus mensajes acerca del desarme nuclear, la bomba atómica, la paz, etc. Es lógico que subrayaran esos mensajes, porque en nuestro país la tragedia de la bomba atómica no es una cosa del pasado, sino que permanece muy actual. ¿Existe en algún otro país de Oriente u Occidente un hospital especializado para las víctimas de la segunda guerra mundial? En Japón sí. En Nagasaki sigue en funcionamiento el Hospital de la Bomba Atómica, como en efecto reza su nombre. Es un hecho que todos los japoneses tienen alergia a la energía nuclear, aunque sea el uso pacífico. Por eso, las palabras de Santo Padre estuvieron muy en sintonía con la actitud de los japoneses.
Sin embargo, yo, que gracias a Dios pude acompañar al Papa durante la visita como responsable de Comunicación, destacaría no solamente las palabras de Francisco, sino sobre todo su actitud. La impresión que tuve es que el Santo Padre no vino para trabajar, sino para acompañar. Como demostración podría citar muchos momentos: en el aeropuerto a la llegada, bajo la fría lluvia y con viento fuerte, después de los cuatro días en Tailandia, saludó amablemente a los chicos que le esperaban transmitiendo un mensaje y diciendo más o menos: “Caminad, y caeos, porque así aprenderéis a levantaros”; después del mensaje dirigido a los obispos de Japón, nos pidió poder estar un rato más con nosotros, para escucharnos y responder nuestras preguntas; escuchaba y animaba a cada uno de los supervivientes de Nagasaki e Hiroshima, aunque el programa era muy apretado; escuchó hasta el final la canción que cerraba el encuentro con los víctimas del triple desastre de Fukushima, etc. A sus 82 años estaba lógicamente cansado, y no lo ocultó en algunos momentos, pero ante una persona, aunque sólo fuera una, que le esperara, enseguida se volcaba con todo afecto e interés, con su persona entera.
Yo he sido, como dije, el responsable de la Comunicación, y he colaborado con las personas encargadas por parte de la Iglesia, así como de las empresas de comunicación y de los medios de comunicación católicos, para recibir y atender los periodistas nacionales y extranjeros. Un mes antes del viaje papal nos habíamos reunido casi todos para compartir todas las informaciones necesarias, y nos tomamos una foto todos juntos como recuerdo. Entonces se me ocurrió la idea de que, en caso de tener oportunidad, la enseñaría al Papa y le pediría que pusiera su firma sobre ella. Así lo hice. El Papa Francisco dejó escrita en dos fotos no ya la frase breve que le había pedido, sino unas frases muy significativas y profundas: “Sigan comunicando lo que gratuitamente han recibido. ¡Gracias! Comunicar la Buena Noticia es habituarse a ‘saludar las Promesas desde lejos’…, como lo estáis haciendo ahora. ¡Gracias!”.
Veo en estas frases su parecer sobre el trabajo de la comunicación, así como una expresión de lo que, en realidad, es su modo de obrar siempre.
Obispo auxiliar de la archidiócesis de Osaka y responsable de comunicación de la visita del Papa Francisco a Japón