Jesús de Nazaret impactó la humanidad de una forma tan trascendental, que no hemos encontrado ningún otro personaje en el pasado o presente que haya cautivado el pensamiento y el sentimiento humano como Él. Su historia no es ciencia ficción ni invento de la imaginación de unos seguidores fanáticos.
Hay dos historiadores del siglo primero quienes incluyeron pasajes en sus escritos sobre Jesús de Nazaret. Uno fue el historiador judío Flavio Josefo en “Antigüedades de los Judíos”, redactado en los años 93-94 d.C. Otra importante mención fue del historiador romano Tácito quien vivió en los años 55 al 120 d.C. Estas menciones se consideran como buenas evidencias históricas.
Es importante mencionar que según otros historiadores han surgido más de 50 “mesías” en la historia de Israel. A un lado de Jesús, sobre ese balcón del juicio mirando a la multitud, Poncio Pilato presentó a uno de ellos, a Barrabás. Al pueblo se le dio la opción de escoger entre el mesianismo de la guerra o el mesianismo de la paz. Sabemos la respuesta.
Después de Cristo, a lo largo de la era cristiana sobre todo desde los años 1900 hasta el 1994, otros 5 rabinos fueron seguidos por judíos fanáticos como Mesías. ¿Pero por qué el resto del mundo no los siguió? ¡Y cuántos otros maestros judíos a quienes el pueblo seguía porque eran sus formadores espirituales y maestros de la Tora! Solo en los años cuando vivió Jesús en la tierra, habían más de 400 sinagogas en Jerusalén y en la Galilea, todas atendidas por diferentes rabinos. Pero ninguno alcanzó la fama y prestigio de Jesús.
¿Por qué Jesús de Nazaret?
En verdad, ningún personaje histórico ha marcado a la humanidad como Él. Solo en estos tiempos, hay unos 2.300 millones de seguidores del cristianismo, casi 2 millones de misioneros cristianos ayudando a la humanidad en algún rincón del mundo. Y a lo largo de la historia, ¿cuántos han sido? Hemos perdido la cuenta.
Existen en este momento aproximadamente 37 millones de edificios de iglesias cristianas en el mundo. Eso significa que hay una iglesia erigida por cada 65 habitantes del planeta. ¿Cuántas ha habido a lo largo de la historia? Hemos perdido la cuenta.
¿Y cuántos libros de estudio o reflexión cristiana se han publicado a lo largo de la historia? Hemos perdido la cuenta. Pero en la historia reciente se han escrito unos 180 millones de libros con temas cristianos. Se calcula que se han publicado 7 billones de Biblias con el Antiguo y Nuevo Testamento en 3,030 versiones diferentes y en 2011 idiomas. Hasta el mismo Evangelio dijo, en Juan 21, 24 y 25, “este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y el que escribió esto, y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían”.
Jesucristo y la humanidad
Así como en el Antiguo Testamento leemos del histórico Éxodo cuando los israelitas necesitaron salir de la esclavitud de Egipto y del Faraón, así también a lo largo de la historia vemos un repetido éxodo de la humanidad necesitada de salir de sus cadenas y esclavitudes, siguiendo a Jesús y sus promesas de libertad, amor y vida eterna. Las historias han cambiado, pero los seres humanos seguimos siendo los mismos necesitados de libertad, amor, apoyo, paz, sosiego, hermandad, proyectos de vida, guía y propósito.
Jesucristo no solo cambió el calendario entre antes y después de Cristo. Él transformó historias porque su mensaje fue y es transformativo para cada seguidor. Jesucristo cumplió más de 300 profecías mesiánicas. Mientras los religiosos de su tiempo ofrecían mensajes de cargas insoportables, preceptos insostenibles, en cambio escuchaban a Jesús decir, “vengan a mí los cansados y agobiados, que yo les haré descansar, denme sus cargas a cambio les doy la mía que es llevadera”.
Juan 10, 10 dice, “yo vine para que tengan vida y en abundancia”. Mientras que en Juan 5 vemos a una multitud de ciegos, cojos, leprosos, una vez al año frente a la piscina de Bethesda, porque solo allí solo 1 sanaba un día al año, vemos a Jesús en las afueras de Jerusalén y Cafarnaúm congregando multitudes de enfermos y desahuciados, como en Lucas 6, 19: “había un grupo impresionante de gente que trataban de tocarlo porque de Él salía una fuerza que los sanaba a todos”.
Jesús fue diferente: se compadecía visiblemente de los necesitados, a veces se acercaba a la muchedumbre y otras veces se apartaba de la multitud. Se dejaba tocar por pecadores, comía con fariseos y cobradores de impuestos, no se dejaba intimidar, pues su mensaje nunca se acomodó a las expectativas de sus perseguidores o a quienes se supone pretendiera impresionar. Jesús era varonil y maternal.
Se enfrentaba con asertividad a quienes le declararon la guerra fría moral y espiritual, y se presentaba como el buen pastor o la gallina que recoge a sus polluelos. Sanó a cientos, y resucitó o regresó a la vida a varios. Detuvo la tormenta para aplacar el miedo de los que navegaban ese mar a veces tempestuoso, les consiguió milagros de pescas milagrosas, y en más de una ocasión, la multiplicación del escaso pan. Perdonó a imperdonables, liberó a poseídos y atados, y sobre todo, aceptó la cruz como sacrificio redentor ofreciendo Su vida por la salvación del mundo. ¡Ningún otro supuesto mesías se ofreció para tanto! Hemos escuchado decir muchas veces: muchos hombres han querido ser dioses, pero solo un Dios quiso ser hombre.
Jesús entrega el evangelio del amor con los códigos de vida más valiosos que formadores, filósofos y gobernantes han adaptado para el desarrollo de sociedades y países, y dirigir la vida de los hombres con conciencia moral. Ejemplificando el ideal de conducta humana muchos se han inspirado en los mandamientos de la ley de Dios y en las enseñanzas de Jesucristo tan elocuentemente presentadas en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 6 y 7).
Jesús de Nazaret hoy
En Mateo 16, 4-16 Jesús pregunta a sus discípulos la misma pregunta que nos sigue haciendo 2000 años después a todos los seres humanos de la historia: “¿quienes dicen los hombres que soy yo?” Y yo te pregunto, ¿en cuál encrucijada te encontró? ¿De cuál dolencia o enfermedad te sanó? ¿De cuál abismo te sacó?
Es irónico que mientras más avanzamos científica y tecnológicamente, más nos distanciamos de Dios, y más crecen los vacíos y las dolencias en los corazones humanos: las depresiones, ansiedades, adicciones, suicidios, divorcios, etc. Hoy día nos debemos de volcar a Jesús ¡porque lo necesitamos más que nunca! Necesitamos aprender de Su manera de amar y perdonar misericordiosamente. Filipenses 1,5 dice, “que haya en ustedes los mismos sentimientos de Cristo”.
Pero Su aportación más significativa es cuando nos presenta al Padre, un Dios creador y paternal, cercano proveedor, protector y sanador, quien sigue insertado en Su creación y en Sus criaturas. Esto responde a la lucha más tenaz del ser humano: su supervivencia física, psicológica y espiritual. Y es ese mensaje el que más necesitan todos los seres humanos de los tiempos y las edades. Como dice Juan 17, 21 “Te pido Padre que todos sean uno, como Tú estás en mí y yo en Ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea”.
En este mundo secularizado e irreverente, necesitamos dar testimonio de Su presencia divina: “El mismo Dios quien dijo que brille la luz en las tinieblas, se hizo luz en nuestros corazones para que irradiemos la gloria de Dios tal como brilla en el rostro de Cristo” (2 Corintios 4, 6). Necesitamos hablar las verdades de Dios a un mundo endurecido por el egoísmo y el pecado como Él les hablaba a los de Su tiempo; les hablaba con autoridad amorosa: “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 29-30). “Se admiraban de Él porque les hablaba con autoridad”(Lucas 4, 32).
Necesitamos predicar al mundo al estilo de Jesús, quien tomaba las imágenes de la vida para presentar cuadros profundos de verdades eternas. Como cuando les enseñó 33 parábolas: el sembrador, el buen pastor, vino nuevo, la higuera, la oveja perdida, el hijo pródigo, el tesoro escondido, la perla preciosa, los invitados a la cena del rey, entre otras más.
Necesitamos presentar Su mensaje para que le devuelva la alegría al mundo entristecido: “Les he dicho estas cosas para que mi alegría en ustedes sea completa” (Juan 15,11). Y necesitamos predicar con la veracidad y confiabilidad como Él predicaba: “Maestro bueno, sabemos que eres amante de la verdad” (Mateo 22, 16).
La respuesta en Cristo
Jesús manifestó la suma de todo lo que otros antes y después de Él trataron de manifestar:
- Incondicionalidad de Abraham
- Inteligencia de José (hijo de Jacobo)
- Entereza de Moisés
- Coherencia de Elías
- Valentía de Jeremías
- Ternura de Juan
- Celo Apostólico de Pablo.
Jesucristo vino a responder a todas las ansias y necesidades de la vida: hambre de Dios, hambre de amor, hambre de paz, hambre de relevancia, amor paternal, cuidados misericordiosos, perdón incondicional, y anhelo de eternidad.