El descenso de los matrimonios y la estabilidad familiar en países de mayor desarrollo afecta al orden social y económico. Los datos indican que los menores de edad implicados en la delincuencia, por ejemplo, carecen de uno o de ambos padres. Esta ausencia causa deserción escolar, soledad y malos hábitos que afectan a la salud física y emocional de los niños. Los estudios sobre el tema son abundantes, así como quienes reconocen el valor de la familia, la importancia de la defensa de la célula de la sociedad. Todo esto es cierto, pero el problema amerita respuestas inmediatas y planes profundos que ayuden a las nuevas generaciones.
El diagnóstico de dificultades en parejas, matrimonios y familias podría estar unido a propuestas efectivas. A veces las mejores propuestas para fortalecer a la familia son rechazadas porque hablan de valores, virtudes en desuso por corrientes ideológicas que pregonan libertad sin responsabilidad, éxito sin lealtad y felicidad sin sacrificio.
Fortalecer la familia y garantizar el buen futuro de los niños exige un mínimo de respeto en la amistad y en el noviazgo, además de realismo y madurez al tomar la decisión del matrimonio. En algunos lugares, los requisitos para adquirir la licencia de conducción son más estrictos que los necesarios para contraer matrimonio. Mientras que para terminar con esta unión, puede ser más fácil el divorcio que clausurar una cuenta bancaria.
Según un estudio del Business Insider de mayo de 2014, Chile es el país con menos divorcios (3 %). El porcentaje de divorciados en algunos países latinoamericanos es de Guatemala 5 %; Colombia 9 %; México 15 %; Ecuador 20 %; Brasil 21 % y Venezuela 27 %.
La ley por sí sola no hace la familia, pero las leyes que favorecen su identidad son un respaldo legal y material a los padres que contribuyen a la estabilidad social, moral y económica. No hay otra institución capaz de hacer todo el bien que se alcanza en la familia. Quien tenga dudas sobre esto podría hablar con niños y ancianos.