Familia, más que un concepto

La familia es anterior al Estado. Este no es su inventor o fundador, como la propuesta de ley pretende establecer.

2 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
familia

Me ha llamado mucho la atención leer y escuchar, a través de los medios, la propuesta del Ministerio de derechos sociales y Agenda 2030 de España de una futura ley con la inclusión de hasta dieciséis tipos diferentes de familia, que fue aprobada, como anteproyecto de ley, el pasado 13 de diciembre en el Consejo de Ministros.

La propuesta de ley comienza reconociendo que no existe la familia sino las familias y habla de la familia «retornada», la «intercultural», la «trasnacional», la «biparental» etc. La excusa para tal ampliación parece ser establecer un sistema de ayudas económicas, jurídicas y sociales para todas las personas.

Tal excusa no justifica ampliar el concepto de familia a toda clase de situaciones de convivencia humana porque deshace el concepto de familia.

Los cristianos miramos siempre el matrimonio y la familia a la luz del Evangelio, pero también a la luz de la experiencia humana universal. La Iglesia es iluminada en su doctrina sobre las cuestiones del matrimonio y la familia por el Evangelio, pero no solo por el Evangelio, sino también por la experiencia del ser humano que posee después de dos milenios de existencia.

Una primera convicción que se deriva tanto del Evangelio como de esa experiencia multisecular es que el bienestar de las personas y de toda la sociedad, en sus múltiples facetas, está estrechamente ligado al bienestar del matrimonio y la familia, es decir, que el verdadero progreso de bienestar, de bien común, de libertades y de igualdad que la sociedad demanda continuamente, está íntimamente vinculado con la prosperidad de la comunidad conyugal y de la familia.

Junto con los católicos, hay muchos millones de hombres y mujeres de otras confesiones cristianas y de otras religiones (judía, musulmana…) y hombres y mujeres de buena voluntad, que tienen en gran estima esta comunidad de amor y del respeto a la vida que es el matrimonio y la familia.

Ante los desafíos muchos y graves para el matrimonio y la familia que existen hoy en nuestras sociedades occidentales, sobre todo la facilidad del divorcio (que el Concilio Vaticano II denomina como epidemia), el aborto, el amor libre (uniones sin ningún compromiso público) etc., no podemos perder el gran tesoro para la humanidad de todos los tiempos que es el matrimonio y la familia.

En la base de todos los desafíos contra la familia están siempre el egoísmo humano, el hedonismo y los usos ilícitos contra la generación y no podemos extrañarnos que afloren continuamente en la historia.    

La doctrina de la Iglesia se basa sobre el carácter sagrado del matrimonio y la familia. Sin esto no se entiende nada. No es un invento humano o cultural, sino fundado por el Creador y en posesión de bienes y fines que les son propios: una comunidad de vida y amor establecida sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable.

Esta alianza es asumida por Cristo mediante el sacramento del matrimonio, imagen del amor entre Cristo y la Iglesia y con una ayuda y fortalecimiento de esa alianza en lo que se refiere a la irrevocabilidad del consentimiento y a la maternidad y paternidad.

Evidentemente ese consentimiento es decisivo para toda la vida y debe prepararse con una formación adecuada. El fin principal es la ayuda mutua, el amor mutuo y la procreación y educación de los hijos.

El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana. No puede haber contradicción verdadera entre la ley divina de la trasmisión de la vida y el fomento del genuino amor conyugal.

Cuando se trata de conjugar el amor conyugal con la responsable trasmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención o apreciación subjetiva sino que debe determinarse por criterios objetivos tomados de la naturaleza y dignidad de la persona humana y de sus actos.

En definitiva, la familia es anterior al Estado. Este no es su inventor o fundador, como la propuesta de ley pretende establecer.                  

El autorCelso Morga

Arzobispo de la diócesis de Mérida Badajoz

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