El mes de abril, como fruto temprano de la Pascua, nos ha traído la publicación de la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. Con ella quiere el Papa Francisco que “toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad”. El documento no quiere ser un tratado sobre la santidad, sino que su objetivo es “hacer resonar una vez más la llamada a la santidad, procurando encarnarla en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”. La nueva Exhortación se sitúa en continuidad con enseñanzas anteriores, principalmente con la Exhortación Evangelii gaudium. Si en ésta el Papa revelaba cuál quería ser el hilo interior de su pontificado, ahora se vuelve manifestar la orientación más profunda de sus actuaciones. Casi al final de Evangelii gaudium leíamos: “Unidos a Jesús, buscamos lo que él busca, amamos lo que él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre” (n. 267). Ahora, en la conclusión de Gaudete et Exsultate reaparece la misma motivación: “Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento” (n. 177). Advirtiendo esta motivación interior en los gestos y palabras del Papa es fácil percibir, como hilo conductor de sus enseñanzas, el deseo de hacer resonar con fuerza la llamada a la santidad en el momento presente, señalando riesgos y oportunidades.
Discípulos del Señor Resucitado
El tiempo de Pascua nos ayuda a descubrir de nuevo nuestra identidad de discípulos del Señor Resucitado. Las meditaciones previas al rezo del Regina Coeli y las predicaciones litúrgicas de las últimas semanas destacan los rasgos de esta identidad. Al igual que en la mañana del primer domingo de la historia, también nosotros debemos dejarnos sorprender por el anuncio de la resurrección y hemos de sentir la prisa por compartir este anuncio. Como el apóstol Tomás, estamos llamados a vencer la incredulidad y pasar del ver al creer. Podemos “ver” a Jesús resucitado a través de sus llagas, pues para creer “necesitamos ver a Jesús tocando su amor”. Pedimos en el tiempo de Pascua la gracia de reconocer a nuestro Dios, de encontrar en su perdón nuestra alegría, de encontrar en su misericordia nuestra esperanza. La respuesta a todos los interrogantes del ser humano se halla en la revelación que hace Jesucristo de Sí mismo: “Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”.
Misioneros de la misericordia, nuevos sacerdotes y benedictinos
Francisco se ha vuelto a encontrar con los “misioneros de la misericordia” para renovar la misión que recibieron desde el año jubilar. Les ha recordado que su ministerio se desarrolla en una doble dirección: “al servicio de las personas, para que renazcan desde lo alto y al servicio de la comunidad, para que puedan vivir el mandamiento del amor con alegría y coherencia”.
A los nuevos presbíteros, ordenados el cuarto Domingo de Pascua, Francisco les ha pedido que tengan siempre ante sus ojos el ejemplo de Cristo Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir y buscar y salvar a quien estaba perdido.
Con motivo del 125 aniversario de la Confederación Benedictina, el Papa ha deseado que este año jubilar se convierta para toda la familia benedictina en ocasión propicia para reflexionar sobre la búsqueda de Dios y de su sabiduría, y transmitir de forma más eficaz su perenne riqueza a las generaciones futuras.
Visitas pastorales
Al visitar la parroquia romana de San Pablo de la Cruz, el Papa ha pedido a sus fieles que formen una comunidad alegre, con la alegría que nace de “tocar a Jesús resucitado” mediante la oración, los sacramentos, el perdón que rejuvenece, el encuentro con los enfermos, con los presos, con los niños y ancianos, con los necesitados. De todo ello fue ejemplo luminoso Mons. Tonino Bello, cuyo testimonio de santidad ha impulsado a Francisco a visitar las ciudades de Alessano (Lecce) y Molfetta (Bari), donde desarrolló su ministerio pastoral.
Catequesis sobre el bautismo
Completado el ciclo de catequesis dedicado a comentar la celebración de la Santa Misa, el Papa ha dado comienzo a otro nuevo centrado en el bautismo. Al igual que en el anterior, Francisco ofrece un comentario mistagógico de cada uno de los elementos que conforman el rito de la celebración del bautismo. Así, ha insistido en el bautismo de niños y ha ido explicando los diferentes elementos del ritual: el diálogo con padres y padrinos, la elección del nombre, la signación, etc. “El bautismo no es una fórmula mágica, sino un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe para luchar contra el espíritu del mal”.
Preocupaciones pastorales
En el último mes el Papa ha manifestado su preocupación profunda por la situación del mundo: los conflictos bélicos en Siria y otras regiones del mundo, las revueltas en Nicaragua, el encuentro entre los mandatarios de las dos Coreas. Pero la misma preocupación se ha hecho manifiesta ante los resultados de las investigaciones encargadas de esclarecer los casos de abusos y encubrimiento que están sacudiendo la Iglesia en Chile, o el dramático desenlace del niño británico Alfie Evans. No ignora el Papa tantas situaciones dolorosas del mundo contemporáneo y sobre ellas desea proyectar la luz esperanzada de Cristo Resucitado. Jesucristo, Buen Pastor, tiene poder para curar las heridas de la humanidad porque conoce a sus ovejas y entrega su vida por ellas.
Con la mirada siempre puesta en María
Mientras invocamos a María en el tiempo de Pascua con el título de Reina del Cielo, miramos nuestro mundo con preocupación esperanzada. Celebrar el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, nos vuelve a recordar que hemos sido llamados a una vida santa.