San Francisquito de Asís está hoy como loco ultimando los detalles del Belén Viviente que, como todos los años, organiza en el cielo la noche de Reyes:
–¡Andiamo niños, presto bambini, que vamos tarrrde! Teresita, Juanito, ¿qué cosa fai? A vuestros puestos, ¡súbito!
Teresita es la de Lisieux y Juanito es Don Bosco, aunque allí en el cielo ya nadie le dice de don. Se llaman unos a otros con el diminutivo porque allá son todos como niños, no olvidéis que hacerse como ellos es uno de los requisitos para entrar. Este año les ha tocado a los dos hacer de María y de José, y están encantados. Teresita siempre había destacado por su humildad, como la de Nazaret; y a Juanito, con lo que le gustan los niños, no le podrían haber dado mejor colocación que junto al divino infante.
–¿Te parece que eu me arrodillo bem Paquito? –pregunta Antoñito al encargado de la obra mientras se postra con un gesto lleno de humildad y devoción–
–Perfetto, así mi piace Antonino: con reverencia, parsimonia y alegría, tutto in una volta. Anda, dale la mano a Tommasino y cada uno al suo posto.
Antoñito es el de Padua (aunque nació en Portugal), que hace este año de mula. El papel se lo endosaron por su conocimiento del animal. Ya sabréis de aquel episodio de su vida en la tierra en el que uno que no creía en la presencia real de Cristo en la Eucaristía lo retó a que una mula adorara al Santísimo Sacramento y, a la orden del santo, la mula se inclinó y adoró. Tomasito es el de Aquino, y hace de buey porque ese era el mote que le pusieron en la universidad sus compañeros: “buey mudo”, por su corpulencia y su carácter silencioso y bonachón.
–¡Miradme, miradme cómo vuelo! ¡Cucha tú qué bonico se ve tó desde aquí arriba!
–Venga Lolín, baja a la cova que começamos
El que revolotea es el beato andaluz Manuel Lozano Garrido, al que ya en la tierra llamaban con el diminutivo de Lolo. El papel de ángel anunciador en la cueva de los pastores le viene que ni pintado, porque dedicó su vida terrena al periodismo; pero lo de las alas es un problema porque, como padeció una enfermedad paralizante durante casi toda su vida, ahora no para quieto en el suelo. Quienes le piden que baje son Jacinta y Francisco Marto, los hermanos videntes de Fátima, que repiten todos los años de pastores porque clavan el papel, aunque esta vez se le han agregado san Pascual Bailón y santa Margarita, que también conocían bien el oficio de cuidar ovejas.
Los Reyes Magos, que tradicionalmente representan los tres continentes conocidos entonces, serán esta vez: por Europa, San Fernando, que está acostumbrado a llevar corona ya que fue rey de Castilla y de León; por Asia, San Pablo Miki que, aunque no fue rey, sí tiene porte porque pertenecía a una familia muy rica de Japón; y, por África, San Carlos Lwanga, que conoce bien el protocolo, pues fue paje en la corte real.
Todo está preparado para que empiece la función de Epifanía. Bueno, todo no, falta el niño…
–¿Cosa dici? ¿Cómo que manca il bambino? –se pregunta Francisquito con el típico gesto italiano con los dedos juntos y hacia arriba.
Extrañamente, nadie parece oír la pregunta del de Asís.
–Estoy parlando contigo, il narratore –insiste el pequeño inventor del Belén en su gracioso itañolo–
…
Caramba, nunca me había pasado que los protagonistas de una de las historias que cuento se dirigieran a mí. Contestaré a ver qué pasa…
–¿Es conmigo con quien hablas Francisco?
–Claro que sí, narratore. El de niño es tu papel hoy. Tienes que hacerte niño, como Jesús, come noi. La Navidad e la ternura, e la fragilitá. Questo pesebre está preparato per té.
–Bueno, pero ya tengo una edad, no sé si iba a caber en la cunita…
–Ahhh, pero qué stolto erres. ¿Hoy es día de Reyes no? Hoy todo es mágico, y aquí en el cielo más. Per favore, sube. Presto, que il Signore te quiere vedere.
–De acuerdo, pero déjame que me despida de los lectores, que ahí ya no voy a poder seguir contándoles.
–Andare, andare…
Pues ya sabéis queridos, yo me voy al portal, que este año me ha tocado dejar de narrar y vivirlo como protagonista. Quizá el año que viene te toque a ti, o quizá todos los años nos toque a todos, pero andamos despistados y no nos damos ni cuenta.
Hoy no es un día de nervios e ilusión solo para los pequeños de la casa. Hoy es el día de hacernos niños todos, de contemplar desde abajo el misterio más grande, de dejarnos regalar por los Reyes, de abrir mucho los ojos y sorprendernos por todo lo que Dios hace en nosotros, de dar gracias al niño por hacerse hombre y de pedir a los hombres que se hagan niños, como supieron hacer y siguen haciendo en el cielo, todos los santos y santas, los pequeños hijos queridos de Dios.
¡Feliz noche de Reyes!
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.