Según los distintos periódicos la asignatura de Religión estará ‘alineada con la agenda 2030’ (El Mundo) ‘Los obispos dan un giro progresista a la asignatura de Religión: igualdad entre hombres y mujeres, denuncia de la pobreza y ecologismo’ (El País) ‘La asignatura de Religión se moderniza e incluirá igualdad y medio ambiente’ (ABC)
¿Supone, de verdad, un giro progresista, un plegarse a las directrices del Gobierno? ¿Renuncia a su esencia la asignatura de Religión en favor de los objetivos de la Agenda 2030? ¿Cómo va a ser la clase de Religión a partir de ahora?
De entrada hay que decir que estamos ante un borrador del currículo, en cuya elaboración se invita a participar a los propios profesores de Religión. Un borrador que nace de un proceso participativo que la CEE impulsó para adecuar la asignatura de Religión a los criterios que la ley educativa marca.
¿Cuál es el principal cambio que se puede vislumbrar en este borrador respecto al currículo anterior? Simplificando un poco podríamos decir que este currículo parte de la realidad del alumno, tanto personal como social, y se plantea como objetivo su pleno desarrollo en todas las dimensiones de su personalidad. Y para ello propone las respuestas que la Religión Católica aporta a ese crecimiento y maduración.
Se abordan diversos temas de la dimensión relacional, social, crecimiento y maduración personal. Es decir, propone los temas que debe abordar la educación integral de cualquier persona. Y lo quiere hacer desde la perspectiva católica. Sin duda será un gran reto.
Este currículo parte de la realidad del alumno, tanto personal como social, y se plantea como objetivo su pleno desarrollo en todas las dimensiones de su personalidad.
Javier Segura
Evidentemente los cristianos tenemos una palabra que decir sobre el cuidado del planeta, sobre la dignidad de la persona, sobre la acogida de emigrantes, sobre el diálogo con las otras religiones. Sobre la paz. Sobre todos y cada uno de los grandes temas de la actualidad. Y tenemos una palabra de vida y esperanza que nace de Cristo crucificado y resucitado. Una palabra que iluminará nuestro mundo, si es fiel a sí misma, si aporta la luz que nace del evangelio.
El riesgo que algunos pueden ver es que la sal se vuelva sosa, se confunda, deje de dar sabor. Pero fácilmente se entiende que ese no es el postulado desde el que la Conferencia Episcopal aborda el currículo, sino precisamente el de hacer hincapié en la manera en la que los cristianos tenemos de vivir cada uno de esos aspectos y las fuentes teológicas desde las que lo vivimos.
Un simple ejemplo puede ayudar. El cuidado de la tierra se puede abordar desde muchas perspectivas. La mirada católica descubriría en este mundo un regalo de Dios, creador. Y, ahondando en el relato del Génesis, encontrará que el ser humano es creado a imagen de Dios, que tiene una dignidad inalienable, que es hombre y mujer, que tiene la misión encomendada por Dios de cuidar de toda la creación, empezando por sus propios hermanos. Como se puede ver, algo muy lejano de una visión neo-panteísta actual presente en determinado ecologismo que propone a la tierra como un sujeto de derechos y al ser humano casi como su enemigo y depredador al que hay que controlar, al que conviene reducir en número para proteger al planeta en una percepción claramente neo maltusiana.
En conclusión, es verdad que la Conferencia Episcopal ha dado un giro al currículo, que todos los que trabajamos en este sector sentíamos que era necesario. No tanto para darle un aire más moderno o progresista, sino para acercarlo a la realidad del alumno y a sus necesidades de crecimiento y maduración.
Si el desarrollo del currículo va en esa dirección y es capaz de formar cristianos que vivan su fe en el siglo XXI enraizados en Cristo, que respondan a los problemas del hombre actual, entonces será una verdadera aportación a la educación de nuestro tiempo.
La Conferencia Episcopal ha dado un giro al currículo, no para darle un aire moderno o progresista, sino para acercarlo a la realidad del alumno y a sus necesidades de crecimiento y maduración.
Javier Segura
Si la sal se vuelve sosa, entonces no servirá para nada.
Ese es el reto.
Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.